Dabid Lazkanoiturburu

Las protestas resurgen con fuerza en Bagdad y en el sur chií de Irak

157 personas murieron en la primera semana de octubre en una revuelta popular que sacudió la capital iraquí y las principales ciudades del centro y del sur. Tras un parón provocado por la mayor peregrinación anual de los chiíes, las protestas han resurgido desde ayer, con el llamamiento a la movilización del clérigo Moqtada al-Sadr. Al menos dos manifestantes han muerto al intentar acceder a la Zona Verde, donde resiste el denostado Gobierno

La Policía intenta evitar por todos los medios que los manifestantes accedan a la Zona Verde.
La Policía intenta evitar por todos los medios que los manifestantes accedan a la Zona Verde.

La revuelta popular en Bagdad y en las ciudades mayoritariamente chiíes del centro y sur de Irak ha cobrado un nuevo impulso desde ayer tras el llamamiento a la movilización de los partidarios del clérigo Moqtada al-Sadr.

La represión policial y militar para impedir que miles de personas accedieran a la Zona Verde de Bagdad, sede del gobiernoi iraquí y de las legaciones diplomáticas, se ha saldado, de momento, con dos manifestantes muertos, ambos por el impacto de granadas.

Al grito de «¡Son todos unos ladrones», miles de manifestantes ocuparon el jueves la emblemática plaza Tahrir, separada de la Zona Verde por el puente Al-Jumburiya, y cientos de ellos han acampado toda la noche.

Las protestas, que estallaron el 1 de octubre, amainaron cinco días después tras 157 muertos, más por la coincidencia con la mayor peregrinación anual chií que pr las amenazas de intervención de las milicias pro-iraníes y las promesas de reformas políticas y económicas a una población harta de la corrupción y el clientelismo de la clase dirigente.

Tras el impass de casi tres semanas, Moqtada al-Sadr, clérigo y dirigente político que se presenta como el defensor de las clases desfavorecidas y recela tanto de los ecos de la ocupación estadounidense como del papel preponderante del vecino Irán en el país árabe, llamó el jueves a sus seguidores a salir a la calle e instó a sus milicias a proteger a los manifestantes.

En una demostración de fuerza, sus «Brigadas de la Paz» han realizado en los últimos días desfiles y paradas en su bastión de Sadr City en Bagdad.

Los sadristas ya tomaron al asalto en 2016 la Zona Verde y ocuparon la mayoría de las sedes gubernamentales.

Moqtada al-Sadr, vencedor de las últimas elecciones legislativas y parte de la coalición gubernamental. reclama ahora la caída del gobierno y elecciones anticipadas.

Protestas similares tienen lugar en las principales ciudades chíes del centro y del sur, como Najaf, Nasiriya y Diwaniya. El movimiento estalló en clave antipolítica y antisectaria. El apoyo de los sadristas le puede dar un fuerte impulso, pero puede a su vez condicionar la futura caracterización de las protestas.

Estas últimas no tienen eco alguno en el  Kurdistán iraquí y en el norte y oeste suní, donde la gente no se atreve siquiera a salir a la calle por temor a ser tachada de «terroristas» o de nostálgicos de la era de Saddam Hussein.

Por de pronto, todos en Bagdad están a la espera del discurso del rezo del viernes del gran ayatollah Al-Sistani, máxima autoridad religiosa chií del país y cuyo ascendiente pone y quita primeros ministros en Irak.

«Tiradores no identificados»

El actual, Abdel Mahdi, prometió en la primera semana de protestas medidas como la creación de puestos de funcionarios para los jóvenes universitarios en paro y pensiones para las familias de los manifestantes «mártires».

Pero no anunció ninguna reforma en profundidad en 12º país mas corrupto del mundo y que, pese a nadar en un mar de petróleo, sufre una penuria crónica de electricidad y de agua potable.

El primer ministro se dirigió anoche al país, coincidiendo con el repunte de las protestas y el primer aniversario de su llegada al poder, para defender a su gobierno y acusar a sus predecesores de dejarle un país «con una economía exangüe y debilitado por la inseguridad».

Su Ejecutivo cuenta con el apoyo de la coalición Hachd al-Chaabi, coalición paramilitar dominada por las milicias chiíes pro-iraníes, que son la segunda fuerza parlamentaria y forman a su vez la coalición gubernamental. Los líderes de estas milicias han amenazado con sofocar la revuelta.

El pasado martes, el Gobierno hizo público un informe en el que reconoce el «uso excesivo de las fuerza« por parte de la Policía, pero no resuelve la cuestión de los «tiradores no identificados». Más de un 70% de las víctimas mortales lo fueron por disparos en la cabeza o en el pecho.