Fermin MUNARRIZ

La cuarentena tiene consecuencias, pero se pueden prevenir

La cuarentena es una de las medidas más drásticas para contener la expansión de una epidemia. Sin embargo, el aislamiento, voluntario u obligado, tiene también unos efectos psicosociales secundarios que pueden proyectarse en el tiempo. Un equipo de investigadores británicos ha analizado diversas experiencias y apunta las recomendaciones para minimizar las secuelas. La cuarentena tiene salida.

Personas confinadas, hablando de ventana a ventana en Rumanía. (Andrei PUNGOVSCHI | AFP)
Personas confinadas, hablando de ventana a ventana en Rumanía. (Andrei PUNGOVSCHI | AFP)

«La cuarentena es una experiencia desagradable para quien la sufre; conlleva separación de los seres queridos, pérdida de libertad, incertidumbre sobre el estado de la enfermedad y aburrimiento, que en ocasiones puede crear efectos dramáticos». Esta es una de las conclusiones presentadas por un equipo de siete psicólogos del King's College de Londres que han analizado las cuarentenas en crisis previas a la pandemia del Covid-19.

El trabajo, publicado por la prestigiosa revista médica "The Lancet", analiza experiencias recientes como las del SARS, ébola, gripe H1N1, síndrome respiratorio de Oriente Medio y gripe equina en diez países diferentes.

Según el estudio, el aislamiento de la cuarentena tiene en las personas un impacto psicológico con consecuencias como ansiedad, desapego, estrés, irritabilidad, insomnio... Estos efectos pueden provocar, además, problemas mentales a largo plazo, llegando hasta el estrés postraumático. Pero existen recursos para prevenirlo.

Las consecuencias son más acentuadas entre quienes conviven con las epidemias en primera fila, los profesionales sanitarios. Las experiencias del SARS desvelaron que, inmediatamente después del periodo de cuarentena (en aquel caso, nueve días), los sanitarios presentaban síntomas de estrés agudo. Además, se constató agotamiento emocional, desapego hacia los demás, ansiedad al tratar a pacientes febriles, irritabilidad, insomnio, poca concentración y resignación. En ocasiones, aquellas secuelas fueron confirmadas tres años después, junto a otras nuevas como evitar locales cerrados abarrotados o personas que tosen.

Los doctores del King's College han descubierto condicionantes sociales y demográficos en las reacciones ante el aislamiento. En los grupos de jóvenes sometidos o no al aislamiento, las diferencias posteriores eran menos significativas que en otros sectores de edad con más responsabilidades sociales.

La duración de la cuarentena también arrojó luz: las que sobrepasaron los 10 días mostraron más efectos negativos que las más breves. El confinamiento, la pérdida de la rutina habitual, la reducción de la vida social y del contacto físico con otros se tradujo en aburrimiento, frustración y una sensación de aislamiento del resto del mundo que resultaba «angustiante».

Muchos participantes señalaron como una de las causas principales de su malestar la falta de transparencia sobre la gravedad de la pandemia o el propósito de la cuarentena y la deficiente información por parte de las autoridades sanitarias; o, incluso, como en el caso de Toronto, la confusión y falta de coordinación de la comunicación pública.

Los autores del estudio catalogan como «pérdida financiera» otras consecuencias del aislamiento, tales como la reducción de ingresos o la pérdida del trabajo o negocio. La cobertura ofrecida por algunos gobiernos, como el de Canadá, para hacer frente a esas pérdidas aminoró el efecto psicológico del aislamiento. Todos los estudios confirmaron, no obstante, que las familias con menos ingresos son las más vulnerables a los síntomas depresivos y de estrés postraumático.

Disponer de los suministros adecuados es otro de los factores prioritarios para hacer frente a las consecuencias del aislamiento. En opinión de este grupo de psicólogos, las administraciones públicas deben «asegurar que los hogares cuentan con los suministros para las necesidades básicas».

El teléfono móvil, una necesidad

No pasan por alto los dispositivos tecnológicos. «El teléfono móvil ahora es una necesidad, no un lujo –indican–; la capacidad de comunicarse con la familia y los amigos es también esencial». En particular, las redes sociales pueden jugar un papel importante; comunicarse con los seres queridos «reduce los sentimientos de aislamiento, estrés y pánico».

Los doctores del King's College desvelan un factor singular entre los aislamientos obligados y los voluntarios. «Sentir que otras personas se beneficiarán de la decisión de uno mismo puede hacer que las situaciones estresantes sean más fáciles de soportar». Pero el altruismo tiene sus límites si a las personas se les pide que se pongan en cuarentena sin información adecuada.

«El impacto psicológico de la cuarentena es amplio, sustancial, y puede ser duradero –concluye el grupo de expertos–. Esto no sugiere que la cuarentena no deba aplicarse; los efectos psicológicos de no realizar cuarentena y permitir que la enfermedad se propague podrían ser peores. Sin embargo, privar a las personas de su libertad para el bien público en general es, a menudo, polémico y debe manejarse con cuidado».