Amalur ARTOLA

‘Dasatskisi’, cuando tu mayor opresor duerme contigo

La directora georgiana Dea Kulumbegashvili se estrena en Zinemaldia con su ópera prima, ‘Dasatskisi’. El filme arranca con un ataque a una comunidad de Testigos de Jehová y retrata la realidad de Yana, que verá cómo esa misma comunidad se convertirá en su mayor opresora.

David Zerat, Dea Kulumbegashvili e Ilan Amouyal, de la película ‘Dasatskisi’. (Juan Carlos RUIZ/FOKU)
David Zerat, Dea Kulumbegashvili e Ilan Amouyal, de la película ‘Dasatskisi’. (Juan Carlos RUIZ/FOKU)

La Sección Oficial a concurso se ha iniciado este miércoles con ‘Dasatskisi/Beginning’, ópera prima de la directora georgiana Dea Kulumbegashvili. La cinta presenta una comunidad de Testigos de Jehová que es atacada cuando procede a celebrar una de sus reuniones. En un principio parece que el opresor viene de fuera, pero según va avanzando el metraje el espectador de mete en la piel de Yana, la esposa del guía espiritual de la citada comunidad.

Yana siente que algo no va bien en su vida pero todo en su comunidad la empuja a no abandonar a su marido y a seguir viviendo una vida que no es la suya. Poco a poco, la directora nos muestra que los mecanismos de la opresión saben de sutilezas, y que el mayo opresor puede ser quien duerme a tu lado.

En la rueda de prensa posterior a la proyección, la directora ha explicado la película trata el tema de las religiones, del fundamentalismo. A este respeto, ha recalcado que le interesa «la condición humana», porque «el diálogo es absolutamente necesario». «No quería hablar solo de un grupo religioso en particular, quería examinar la estructura que establece las normas y los escenarios, y que no permiten una elección personal. Eso fue lo más interesante a la hora de explorar», ha relatado. Sobre el personaje central, ha explicado que quería «que la gente mirara a esta mujer, que no es una mujer convencional en cuanto a lo que puede esperar de un personaje principal». 

Kakha Kintsurashvili interpreta al supuesto detective que interroga a Yana (Ia Sukhitashvili). Sobre este papel, la directora ha explicado que no le interesaba hablar sobre el bien y el mal, «las ideas abstractas no me interesaban, quería ver lo que surgía en esta persona. Creamos una historia de trasfondo, queríamos saber si es la primera vez que este personaje actúa así, como le ha avisado el mismo sistema que el ahora utiliza. Y si es posible la redención a través de la vida que él vive». Por su parte, el actor ha señalado que «era importante poder determinar si es el sistema el que determina al ser humano o si es al revés, por lo que hemos hecho una investigación sobre ese tema».

Planos interminables

La película cuenta con una poética delicada, con planos largos que obligan a la contemplación y al ensimismamiento. «Yo crecí en ese pueblo, la belleza lleva ahí desde que nací y seguirá cuando yo no esté», ha detallado la directora, y ha añadido que «la belleza del mundo está ahí pero también la violencia, son parte de un único tejido», por lo que al igual que muestra la belleza del paisaje y las montañas, debía mostrar también las escenas de violencia extrema que forman parte de la vida de la protagonista. «Cada paso mundano que da en su vida lo seguimos de cerca, y con estos episodios de violencia que están presentes en su vida… no podía mirar para otro lado. Como sociedad, no podemos mirar a otro lado, y yo lo asumí».

Sobre los largos planos-secuencia que, duran incluso minutos, la directora ha destacado que «los silencios eran necesarios, porque es así como vive esa mujer. Es un abordaje diferente de cara a los abordajes y el sonido, y lo importante era escuchar al personaje, oír sus propios pasos. La esencia de esta película está en mirar, invitar al público a poder ver y observar»

Sobre la duración de los planos y la dificultad para interpretarlos, la protagonista, Ia Sukhitashvili, ha expresado que fue «difícil e interesante» a la vez. «Hemos hablado mucho acerca de mi personaje, de cómo abordarlo. Para mí el trabajo empieza desde el guion, intentando descubrir cómo es su vida cotidiana, qué es lo que piensa, para así descubrir y matizar mi personaje», ha explicado. Por su parte, Rati Oneli, que interpreta al líder de la comunidad, ha añadido que «interpretar el papel fue una sorpresa», porque él no es actor profesional. «Nunca tuve duda alguna de si el personaje era real o tenia motivaciones reales, y eso fue importante. Ia me trató de de igual a igual desde el principio, así que en esos momentos tan importantes me sentía bien. En estos planos-secuencias tan largos, con la presión de rodar en 35 mm, estaba muy nervioso, pero todavía estaba más nerviosos en las escenas cortas», ha relatado.

Kintsurashvili interpreta una de las escenas más violentas de la película. «Fue una escena muy larga –ha asegurado la directora–, vemos cómo cambia su comportamiento y se convierte en una cosa totalmente diferente. No quería hacer muchas tomas porque empiezas a perder energía, se vuelve en algo mecánico. Es cierto que empezamos a ensayar la escena tres meses antes, pero cambiamos el guion constantemente, porque lo importante para mí es mantener la esencia de la escena pero también explorar los matices con los actores». Sobre esta escena, el actor ha explicado que «es una escena muy delicada, se tiene que desempeñar el papel con cuidado porque cualquier cosa nos haría sacar de esa magia».