Beñat Zarrabeitia

Athletic Herria

La mala temporada deportiva del Athletic, tanto a nivel de juego como de resultados y muy lejos de optar a una plaza europea, sitúa al club en la necesidad de dar otro paso adelante para reforzar su capacidad competitiva para el futuro más inmediato. Un borrón en medio de uno de los ciclos más exitosos de la historia moderna del Athletic. Ya desde el curso pasado se advierten síntomas de cierto agotamiento en futbolistas capitales y de inmenso legado por lo que se requiere de una perspectiva global para encarar de forma adecuada los cambios que ahora mismo necesita la entidad.

Durante lustros, entre 1986 y 2011, gestionado por una casta dirigente endogámica, el club llegó tarde y mal a todos sus retos, por lo que sus resultados deportivos fueron sensiblemente inferiores a los acumulados durante toda su historia. La tendencia, invertida gracias a la llegada de Marcelo Bielsa como absoluto antídoto contra la cultura de la derrota y reforzados por Ernesto Valverde, el mejor entrenador de La Liga y extraordinario en la gestión del grupo y el entorno rojiblanco. Es por ello por lo que el Athletic necesita tranquilidad para afrontar las mejoras pertinentes en los aspectos deportivo, económico y social. Elementos para los que es necesario entender y explicar el contexto global, la situación del mercado, las perspectivas y tendencias en lo que respecta a ingresos audiovisuales, de marketing o extrafutbolísticos. Sin olvidar nunca el impacto de la globalización en jugadores, técnicos, metodología e incluso la forma de percibir el fútbol por parte de los hinchas.

Todo, partiendo de una base, la política deportiva del Athletic es la principal fortaleza del club, la piedra filosofal que sustenta la relación entre el club y su comunidad. El elemento de unión que permite un feedback que supera ampliamente lo futbolístico en una sociedad tradicionalmente fragmentada. La importancia de Lezama seguirá siendo capital en el futuro, la base de todos los éxitos del Athletic, en el que las mejoras en las instalaciones tendrán un papel clave. En ese sentido, además de todas las innovaciones técnicas, metodológicas y tecnológicas serán imprescindibles, con la conjunción del talento local con el internacional en lo que a preparadores se refiere, así como la imprescindible transmisión de valores rojiblancos, humanos y sociales a todos los niños, niñas y adolescentes que pasen por el club. Jugadores y personas, ciudadanas y ciudadanos.

Unos retos para el futuro entre los que se cruzan muchas variables, desde las demográficas hasta las sociales, el contexto futbolístico global, la captación y fidelización de los futbolistas, la progresiva llegada de jeques o dueños multimillonarios, los desequilibrios económicos en lo que a ingresos se refiere, el escudo objeto de deseo de alrededor de 15 transnacionales deportivas de contar con un sistema similar al de la Euroliga de baloncesto, la presencia de empresas con multipropiedades en varias Ligas, los fondos de inversión, el progresivo desapego de las entidades respecto a sus hinchas, la gentrificación de algunos clubes, el auge de la extrema derecha en los estadios europeos o la progresiva mutación de los hinchas en consumidores.

Son claves a los que el Athletic debe dar respuesta de una forma integral y ganadora. Las preguntas han cambiado y las respuestas también, por tanto, las soluciones antiguas o del pasado hace tiempo que caducaron. El club lo pagó en primera persona, por lo que es imprescindible no repetir errores. En 1986, tras el mejor ciclo de la historia moderna del club, las decisiones estratégicas que se adoptaron fueron las más desacertadas de todas. Ahora, en medio de un periodo sumamente exitoso y brillante, toca reforzar lo que se ha hecho bien, realizar ajustes que conviertan y blinden al club en forma de entidad más popular y adelantarse a los tiempos. Hay que evitar el dormirse en los laureles y volver a un pasado de mediocridad.

 

Balance de la temporada actual

Una serie de cuestiones que voy a desarrollar en el artículo. El primer capítulo, obviamente, es el deportivo. El primer equipo masculino no está cumpliendo los objetivos inicialmente previstos. Lejos de Europa en Liga, en Copa aún resuena el estruendoso batacazo ante el Formentera. El más que aceptable papel continental y las irrupciones de Unai Núñez e Iñigo Córdoba, plusvalías en el futuro, son las notas más positivas de una campaña decepcionante.

 

Optar por Kuko Ziganda y su cuerpo técnico fue una decisión coherente y lógica en un club como el Athletic, quien suscribe estas líneas así lo estimó. Le avalaban su gran trabajo en el filial, el conocimiento de parte de la plantilla y haber sido uno de los jugadores más carismáticos del club en los noventa. Era una apuesta continuista, mirando a Lezama, igual que antes se había hecho con Rafa Iriondo, Koldo Agirre, Javi Clemente, Iñaki Sáez, Joxe Anjel Iribar, Txetxu Rojo, Jose Mari Amorrortu, Ernesto Valverde o José Luis Mendilibar. Experiencias con éxito dispar, pero necesarias en un club como el Athletic.

Es obvio que los resultados no han acompañado. El equipo ha carecido de un plan de juego claro, se ha visto lastrado por el bajo rendimiento de algunos futbolistas esenciales, ha sufrido físicamente en los tramos finales de los partidos, no ha contado con una dupla fija en el eje del centro del campo cambiando lo que funcionaba a principio de curso, le ha costado ganar en San Mamés y no ha sido capaz de conectar emocionalmente. Sin embargo, no conviene olvidar que la temporada ha estado llena de dificultades, empezando por el hecho de tener que sustituir a un mito como Ernesto Valverde en el banquillo.

Las lesiones, empezando por el golpe psicológico y el estrés que supuso la recaída de Yeray, han afectado de forma sustancial al equipo. Ziganda, que apenas ha podido repetir una alineación, ha visto como todo su sistema defensivo se caía debido a los problemas físicos, quedándose en diferentes tramos con una zaga no habitual. Al margen de la situación de Yeray, Kepa Arrizabalaga, De Marcos, Balenziaga, Beñat, Muniain, Iturraspe o Mikel Rico, entre otros, han sufrido algún tipo de percance. Unido a la escasez de fondo de armario, las apariciones y desapariciones de algunos futbolistas del once, la citada ausencia de patrón claro de juego y la merma del rendimiento de jugadores capitales cuya edad avanza hacia el tramo final de sus carreras, han provocado un bajón en la capacidad competitiva del equipo.

El buen inicio se vio rápidamente ensombrecido por las dudas mostradas en numerosos encuentros, la incapacidad para mantener una mínima regularidad, los sustos europeos y el batacazo copero han mermado la ilusión. Sin embargo, no conviene olvidar que han existido y permanecen determinados elementos extradeportivos que tampoco ayudan en exceso. En el entorno del club, la temporada comenzó marcada por un nerviosismo general poco explicable. Así, la situación contractual de Kepa Arrizabalaga protagonizó buena parte de los comentarios, artículos, portadas, noticias, textos destinados al clickbait, tertulias de todo tipo y tuits de la primera mitad de la temporada. Finalmente, el portero de Ondarroa renovó por el Athletic. A diferencia de lo que hizo en 1986, se asegura el concurso de un guardameta listo para marcar una época. La casa por los cimientos. Ahora bien, la película deja dos debes: La necesidad de mejorar y reforzar aspectos en la fidelización, el debatir internamente sobre la necesidad de imponer cláusulas de rescisión - ¿se debe poner precio a los futbolistas si el club no quiere vender? – y la relación con determinadas agencias de intermediación.

Una vez solventadas las renovaciones de Kepa y Williams, lejos de lo que sucedió con Zubi y Julio Salinas, llegó la marcha de Aymeric Laporte. El central fichó por el City a cambio de 65 millones, siguiendo la senda impuesta al resto de clubes de pagar íntegramente las cláusulas y no negociar por sus futbolistas. El Athletic, acto seguido, protegió sus intereses fichando a Iñigo Martínez por la misma vía. Un cambio en el que el club logró una plusvalía de más de 30 millones y con el que se asegura un central llamado a ser uno de los líderes del grupo.

 

Contexto preelectoral

Cerrado el mercado invernal, el foco se situó en generar un debate tan artificial como interesado en torno a las elecciones para presidir el club. Con más de un año por delante para agotar el mandato de la junta directiva actual, desde diferentes entornos contrarios a la gestión y estilo de los actuales rectores de Ibaigane, se ha intentado alimentar la idea de que es necesario adelantar las elecciones al mes de junio. El objetivo es bastante claro, por un lado, pretender que los comicios en torno al club sean un zoco de nombres al mejor postor, evitar los debates de fondo y calado, volver a la controversia social y, finalmente, dificultar las opciones de la junta actual para firmar un nuevo entrenador o director deportivo para más de una temporada.  No obstante, con casi total seguridad, las elecciones se celebrarán la próxima temporada.

Los movimientos no son nuevos. Es evidente que la confianza entre Ibaigane y Sabin Etxea se mermó en la primavera de 2015 con las declaraciones de José Luis Bilbao en torno a la disputa de la final de Copa en el Camp Nou o el discurso de Josu Urrutia tras la consecución del título femenino marcaron un antes y un después.

Dicha situación abre el abanico de forma evidente, pero tampoco clarifica nada, ni coloca al presidente actual o a miembros de su junta fuera de la pole para repetir. El 12 de febrero, el empresario Juan Antonio Jainaga, presidente de Sidenor, anunciaba en unos premios de El Correo -principal medio opositor de la junta y destinatario diario de las filtraciones en otro tiempo- su intención de presentarse a las elecciones. Incluso, llegó a calificar de “lastimosa” la actual situación. Un hecho bastante hilarante e incierto si se tiene en cuenta que el Athletic está inmerso en uno de sus ciclos más brillantes de su historia moderna. Desde aquellas declaraciones, al menos en público, nada se ha vuelto a saber. Por otra parte, al igual que ocurrió en 2015, el entorno de un expresidente y varios exdirectivos pretenden volver a lanzarse al ruedo electoral. Sus opciones de optar al triunfo son sumamente exiguas, aunque para evitarlo traten de convencer al mismo exjugador al que criticaron sin piedad en la campaña electoral de 2007.

 

Con dicho runrún de por medio, la situación del equipo no ha logrado conectar con una grada que parece haberse acostumbrado a los éxitos y a la que le está costando digerir una temporada de transición. La asistencia a San Mamés ha caído y la actitud general de desafección debe ser analizada con detenimiento. La exigencia es imprescindible, la autocrítica necesaria y revolucionaria -más en un proyecto como el del Athletic- y la responsabilidad capital. Las quejas, pitos o el ruido es parte del fútbol y los profesionales, guste o no, deben asumirlo, pero el público tampoco es infalible ni siempre tiene razón. Quizá, valía más un “Ernesto quédate” que un “Kuko vete ya”. Y también, respecto a referencias, estilo propio y personalidad, sería sociológicamente digno de estudiar cómo en 23 años se ha pasado del “Irureta kanpora” al “Kuko vete ya”. La crisis que padece la conciencia nacional de este pueblo, refrendada con preocupación por Ortuzar y Otegi en diferentes entrevistas, es un elemento que también afecta a uno de los principales referentes del país como es el Athletic. A más iguales al resto, más débiles.

Finalmente, en el marco de esta amalgama de circunstancias también ha aparecido la violencia en el fútbol con episodios lamentables que no deben de volver a repetirse y consecuencias colaterales trágicas. Lo que pasó con el Spartak o el OM no debe volver a repetirse nunca en Bilbao. Es evidente que han existido fallos evidentes a la hora de aplicar los protocolos de seguridad, que cabe una reflexión en todas las partes implicadas y que se ha intentado mirar con gafas de cerca, quizá con intereses poco edificantes, a un problema al que hay que mirar con las luces largas puestas. El fútbol se ha convertido en el mejor escaparate continental para la extrema derecha y diversos grupos violentos, la Eurocopa de 2016 fue la prueba de ello y los habituales incidentes en la Champions o la UEL deben alertar de la magnitud de un fenómeno en el que la UEFA debería tomar cartas en el asunto.

1986-2011: Inestabilidad deportiva, endogamia institucional

Este es el contexto actual, pero cabe hacer un balance más profundo. En las últimas décadas, el Athletic ha vivido temporadas muy similares a la actual e incluso bastante peores en repetidas ocasiones. Así las cosas, cabe resaltar, que el club no disputó ninguna final entre 1985 y 2009, hablamos de 24 años, toda una generación viendo vídeos en VHS o imágenes antiguas de la Gabarra, alimentándose de hazañas contadas -el boca a boca es una de las máximas fortalezas del club- o viviendo de pequeñas alegrías como el subcampeonato con Luis Fernández, la irrupción de Julen Guerrero, alguna noche europea como la del Newcastle, la Champions Luis o la plusvalía social de la creación del equipo femenino.

Sin embargo, a nivel deportivo, los resultados fueron bastante flojos. Entre 1987 y 2002, el Athletic ni siquiera se clasificó para las semifinales de la Copa del Rey, sufriendo históricas derrotas ante el Castilla o el Xérez, además de ser eliminado en numerosas ocasiones por el Racing o el Zaragoza, cayendo la temporada del centenario ante el Mallorca o siendo incapaz durante años de eliminar a equipos de Primera. En Liga, además, el equipo apenas obtuvo clasificaciones para Europa, fue en 1988, 1994, 1997, 1998 y 2004. En 2005, se jugó la Intertoto y no se pasó de la primera ronda. Únicamente en la primera etapa de Valverde, el Athletic superó la navidad inmerso en la competición europea. En 1992 y 2005, el Athletic certificó la permanencia en la penúltima jornada, en 1996 hubo que esperar a la última para esquivar la promoción y en 2007 se disputó el dramático partido ante el Levante.

En ese mismo tiempo, el Atlético, el Deportivo o el Valencia fueron campeones de Liga, la Real Sociedad estuvo a punto de conseguirlo en 2003, mientras que otros como el Zaragoza, el Mallorca, el Espanyol o el Betis ganaron la Copa. Una competición de la que fueron finalistas Valladolid, Celta, Recre, Osasuna y Getafe, algunos de ellos en varias ocasiones. Los maños, el Valencia y el Sevilla ganaron la Recopa o la UEFA, mientras que los bermellones, los periquitos o el Alavés, también disputaron finales continentales. El Athletic ni se asomaba a las grandes citas, ni de cerca casi.

Fue un tiempo en el que muchos buenos jugadores y entrenadores pasaron por el club y en el que los presidentes y directivos formaban parte de una casta endogámica repetitiva. Capaces de pasar de una junta saliente a una nueva candidatura que enmendaba la plana a su propio trabajo. Un entorno poco adecuado para la consecución de resultados deportivos.

Entre 1986 y 2009, el fútbol vivió un cambio enorme, dando continuidad a lo que ya se podía advertir anteriormente, profundizando en su vertiente más mercantilista y monetizando los avances tecnológicos. En el Estado español, la irrupción de la Quinta del Buitre, el final del derecho de retención, la aportación de Toshack y Venables -procedentes de un fútbol dominante en los ochenta como el británico-, el tercer y cuarto extranjero, la llegada de Cruyff al Barcelona con su cambio de paradigma incluida su opa hostil al fútbol vasco, la decisión de la RFEF de implantar el modelo de éxito formativo de la federación portuguesa y los cambios reglamentarios de 1992 modificaron el fútbol.

 

Procesos cíclicos repetidos a lo largo de la historia del club

Hasta la década de los 50, el Athletic había sido uno de los clubes más laureados de Europa, pero el inicio de la competición continental o la llegada de futbolistas extranjeros hizo al club perder parte de su peso. La hazaña de “los 11 aldeanos” queda para el recuerdo glorioso, un #InYourFace en toda regla al Madrid en el campo y a Franco en el palco. Pero, eso comienza a marcar un progresivo declive a la hora de sumar títulos.

Al Estado español llegaron Di Stefano, Puskas, Kopa, Kubala, Czibor, Wilkes o Ben Barek, entre otras muchas estrellas. Al italiano, Gary Charles, Jair, Sivori, Niedholm o Luis Suárez, por citar algunos. El Athletic de Iribar perdió las finales de Copa de 1965 y 1966, ganó la final de 1969 ante el Elche y se le escapó la Liga de 1970 en el último suspiro. La Copa de 1973 supuso otra alegría en el tardofranquismo.

No obstante, el mayor legado de esa época, de forma estratégica, es la creación de Lezama bajo el mando de Felix Oraá, unas instalaciones que se han convertido en la piedra filosofal del club. A nivel deportivo, la sustitución de futbolistas como Sáez, Larrauri, Uriarte o Arieta no fue fácil en el marco de la llegada de extranjeros. La operación retorno con fichajes de futbolistas vascos consolidados, el fichaje de Manolo Delgado Meco, la consolidación de jóvenes en el primer equipo, la apuesta por Koldo Agirre tras la renuncia del inglés McGarry acabaron construyendo la mágica temporada 1976-1977, en la que por primera vez se disputaron dos finales.

 

Eran tiempos socialmente convulsos y simbólicamente el Athletic y sus jugadores realizaron gestos que quedan grabados en el imaginario social. La imagen de la ikurriña en Atotxa, los brazaletes negros en Granada tras los fusilamientos de septiembre de 1975, la reunión con refugiados durante la gira por México o la propuesta pública de Miren Edurne Salsamendi para que las mujeres pudieran adquirir la condición de socia.

Beti Duñabeitia llegó a la presidencia del club con la promesa de “un socio, un voto”, arrasó en las elecciones y se puso punto final a la casta de Neguri que había mandado en el club. No todo fue fácil, quiso fichar a Bobby Robson en 1979 pero el Ipswich pidió 30 millones de pesetas, un año más tarde la RFEF impidió la contratación del exiliado Ruperto Sagasti como director deportivo. Meses más tarde, después de haber sufrido un infame 7 a 1 en el Bernabéu, tras el que la prensa española anunció el inminente descenso del Athletic, algo convertido en un clásico en cada crisis rojiblanca, sentó a Iñaki Sáez en el banquillo. El verano de 1981, eligió a Javi Clemente para dirigir al primer equipo, una apuesta estratégica de éxito indudable. En su presentación, El Rubio dijo que iba “a hacer campeón al Athletic”, un club que llevaba 25 años sin ganar la Liga, y como dice Andoni Zubizarreta “la carcajada se escuchó hasta en la punta del Gorbea”. Sin embargo, lo cumplió.

Ya con Pedro Aurtenetxe como presidente, los leones ganaron las Ligas de 1983 e hicieron triplete en 1984. Un equipo minusvalorado fuera de Bilbao, incuestionable en Euskal Herria. Eran tiempos duros, los años del plomo, violencia política, guerra sucia, reconversión industrial, paro, represión, las inundaciones, droga y depresión colectiva. Con el nuevo himno de Zubikarai y Bernaola poniendo letra, sonido, sentido y significado a lo que representa el club para su sociedad, el euskara entra de forma oficial en el club. La explosión de alegría compartida que supusieron los títulos para nuestra sociedad, como cohesión identitaria -en 1980, 1 de cada 3 habitantes había nacido fuera de la CAV- y punto de unión colectiva fueron inmensos. Más, en una sociedad necesitada de alegrías compartidas, con la imperiosa necesidad de salir a calle y festejar en positivo. Lo negativo impregnaba de forma angustiosa el día a día. Ese es el principal legado de un equipo fortísimo en lo deportivo y al que únicamente le faltó poner la guinda en Europa. Se cruzaron el espectacular el Liverpool de los ochenta y un Girondins cimentada en la Francia campeona de la Euro en 1984.

Tal era la división existente en el país, que las discusiones cainitas y pasionales se extendían a todos los ámbitos. Por ello, en medio de la crispación, no sorprende que el mismo año en el que se escindió el PNV, partido central y hegemónico en la sociedad, también se parta en dos el principal referente deportivo del país. La bronca entre Clemente y Sarabia, con el secuestro de Guzmán de por medio -aquel equipo también se vio golpeado por el GAL, que mató a Xabier Galdeano, consejero delegado de Egin y suegro de Endika-, acabó por fracturar al club de forma traumática y generacional. Tras el 25 de enero, nada volvería a ser lo mismo. El Athletic pulsó el botón de autodestrucción y se sumergió en 25 años de oscuridad, en los que pocas veces se encendió la luz. Lo dicho, se llegó tarde a todas las citas y costó entender los profundos cambios que vivía el fútbol. Las prisas, impulsividad, la ansiedad y las reacciones a base de talonario eran parches a carencias estructurales.

En ese sentido, se pueden enumerar como erróneas las salidas del club de Zubizarreta y Julio Salinas -al final, lo que no se le pagó a él se acabó gastando en Uralde, Loren y Ziganda-, los no fichajes los emergentes López Rekarte y Valverde del Alavés, Goikoetxea y Bustingorri de Osasuna o Deschamps y Lizarazu del Girondins. Asimismo, descartes del club como Pizo Gómez y Ayukar dieron buen resultado en otros equipos de Primera, mientras que Roberto Martínez y De Diego fueron buenos goleadores en Segunda. Mientras tanto, apellidos como Arrate o Lertxundi ya formaban parte de la junta directiva.

Los nubarrones negros se extendieron con varios cierres de campo, un robo en las antiguas oficinas de Bertendona, la frase de fichar “al crack del vecino” cuando los equipos más potentes de la Liga estaban poblados de vascos, los petardos que explotaron una noche de invierno de 1991 tras ser eliminados por el Cádiz en Copa, los tomatazos a Lertxundi en la presentación de 1993 tras vender a Rafa Alkorta al Madrid, sangrantes subidas de cuotas, el runrún de San Mamés contra ciertos jugadores que acababa convirtiéndose en una losa insalvable para muchos, el descenso del Bilbao Athletic a Segunda B y prolongado durante 20 años, los problemas económicos del club o la deuda con Hacienda.

Pese a ello, el club siguió siendo un nexo en el marco de una sociedad dividida y que vivía una realidad terriblemente dura. El Athletic consiguió seguir siendo un referente pese a sus dificultades deportivas, maximizando sus virtudes en otros ámbitos. Prueba de ello es también que fue un motor de integración y canalización de nuevos referentes sociales. Uno de los grandes legados sociales del club en aquel tiempo es la presencia e integración de numerosos futbolistas de origen inmigrante, hijos de las personas que llegaron durante los cincuenta y sesenta a Euskal Herria en busca de un futuro mejor. Es el caso de los Ferreira, Luis Fernando, Jabo, Tabuenka, Karanka, Javi González, Jorge Pérez o Manu Núñez Carapeto entre otros. Vasco es aquel que vive y trabaja en Euskal Herria y, obviamente, tiene las puertas del Athletic abiertas. Asimismo, cabe señalar el establecimiento de Ibaigane como sede social, el boom reactivador que supuso la irrupción de Julen Guerrero o la creación del equipo femenino en 2002.

 

A mediados de los noventa, Arrate contrató a dos futbolistas de Iparralde como Lizarazu e Ithurria, además de tentar a Franck Histilloles. Fue en la recta final de la pretemporada de 1996, pero el que finalmente llegó fue Jose Mari García. Una contratación que abrió la veda de una progresiva llegada de futbolistas procedentes de La Rioja, algo que ha disminuido de forma sustancial durante los últimos años.

Fue el año en el que la Liga española conoció el maná televisivo que permitió que los ingresos de los clubes se multiplicasen, grandes contratos que acabaron en gestiones ruinosas para muchas entidades. Una temporada marcada por la Ley Bosman y la libre circulación de futbolistas, algo que se multiplicó con las sentencias Mills y Malaja o la ampliación comunitaria, los grandes contratos publicitarios, la expansión global de la Premier League, la ampliación de la Champions hasta el cuarto puesto, la desaparición de la Recopa o la reformulación de la UEFA y, cómo no, la burbuja inmobiliaria y futbolística que explotó durante la crisis sistémica que todavía padecen el Estado español y Euskal Herria. Todo parecía conspirar contra el Athletic, fuentes bien informadas de Madrid aseguraban el pronto descenso de los leones o la inviabilidad del proyecto rojiblanco. Sin embargo, el club siempre ha sabido levantarse. La clave, en el último lustro, se ha basado en ganar con regularidad.

 

Legado y nexo comunitario, también en las malas

Hay que ser justos y reconocer los buenos momentos deportivos también anteriormente citados, la presencia en el primer equipo de muchos y buenos jugadores de Lezama en el primer equipo como Andrinua, Ferreira, Mendiguren, Alkorta, Ander Garitano, Josu Urrutia, Eskurza, Lakabeg, Larrazabal, Julen Guerrero, Valencia, Karanka, Fran Yeste, Asier del Horno, Andoni Iraola, Carlos Gurpegi, Aritz Aduriz, Fernando Llorente, Gorka Iraizoz o Markel Susaeta. Así como buenos fichajes, Valverde, Ziganda, Alkiza, Urzaiz, Ezquerro, Tiko, Orbaiz, Javi Martínez o Gabilondo por poner algunos ejemplos.

Asimismo, la aportación de Kendall y su entusiasmo con el “UEFA posible”, el rombo de Heynckes, el carisma de Luis Fernández, el retorno del germano o la democratización de la camiseta con los casos de Koi o Toquero por parte de Caparrós supusieron aire fresco para el club. Es más, su aportación a modificar y mejorar métodos en Lezama, inculcar nuevos hábitos y dejar su impronta en la escuela técnica vasca ha sido muy importante.

Entre todos, lograron mantener a flote al Athletic. Sin títulos, sí, pero en Primera. Y es que al igual que hemos enumerado los éxitos de otros, caben resaltar también los fracasos ajenos. Desde 1986 hasta hoy, Valencia, Celta, Espanyol, Málaga, Betis, Sevilla, Sporting, Atlético, Zaragoza, Real Sociedad, Depor, Osasuna o Villarreal han descendido a Segunda, algunos en varias ocasiones. Finalistas europeos como Alavés y Mallorca han conocido o sobreviven en Segunda B, categoría de sobra conocida para Oviedo, Racing, Logroñés, Burgos o Castellón.

 

Así las cosas, realizado el repaso histórico, cabe resaltar en qué puntos estamos: El Athletic vive una mala temporada en el marco de uno de sus mejores ciclos en su historia moderna. El equipo ha vuelto a ganar un título 31 años después, un hito generacional, ha jugado las finales de Copa de 2009, 2012 y 2015. La de Mestalla y la del Camp Nou fueron ejercicios masivos de autoestima para todo el entorno del club, una reafirmación identitaria en el marco de la capacidad competitiva. Y qué decir de la Europa League de 2012, un curso mágico, maravilloso. Desde 2011, el Athletic ha ganado en Europa -al menos un partido- al PSG, Slovan de Bratislava, Red Bull Salzburgo, Lokomotiv de Moscú, Manchester United, Schalke 04, Sporting de Lisboa, Napoli, Shakhtar, Bate Borisov, Augsburg, Partizan, Olympique de Marsella, Valencia, Sevilla, Genk, Rapid de Viena, Sassuolo, Apoel Nicosia, Dinamo Bucarest, Panathinaikos, Hertha Berlín y Spartak de Moscú, entre otros. Son cifras y resultados muy por encima de lo común en la historia del club. Además de la final de 2012, en 2016 se alcanzaron los cuartos de final cayendo a penaltis frente al pentacampeón Sevilla.

Asimismo, el equipo femenino conquistó la Liga en 2016, además del subcampeonato de 2013 y fue finalista de Copa en 2012 y 2014. Ahora, tras la transición deportiva y generacional culminada con las retiradas de Amaia, Saioa, Iraia, Eli, Irune o Maite Lizaso, el equipo cuenta con cinco campeonas de Europa sub19 en su plantilla.

El Bilbao Athletic, tras 20 años en Segunda, logró el ascenso en 2015, además de la paulatina consolidación de jóvenes jugadores en el primer equipo, siendo Laporte, Williams, Kepa o Yeray buena prueba de ellos. Un filial que también disputó los play-offs de 2013. Es decir, 2 veces en 7 años, en los 15 precedentes apenas los había hecho en 1998 con Terrazas y en 2003 con Valverde. El juvenil, que volvió a ganar la Copa en 2009, también jugó la final de 2013. Actualmente, en la perspectiva de Lezama, el BA de Gaizka pelea por entrar entre los cuatro mejores y el juvenil División de Honor de Aritz Solabarrieta aspira también a grandes cosas con una gran camada. La gran decepción, la mala campaña del Baskonia.

 

Cambios en el banquillo y dirección deportiva

El de Derio y el de Ondarroa, además de dos técnicos sobradamente preparados y quizá ocupen el banquillo de San Mamés algún día, también aportan un plus en conocimiento, cercanía, valores y apego hacia la sociedad. Algo que en la burbuja en la que se pueden instalar muchos profesionales del fútbol es vital. Por eso es importante su presencia en Lezama, al igual que la de Bingen Arostegi, Iban Urkiza, Imanol Etxeberria, Tiko, Luis Prieto, Armando, Iraia, Edu Estibariz y otros muchos y muchas.

El Athletic ha sobrevivido a muchos malos momentos, anteriormente se ha relatado, y muchos han dado al club por finiquitado en numerosas ocasiones. Sin embargo, después de las salidas de Sáez, Larrauri, Uriarte y Arieta llegó el curso del 77, al ocaso de Iribar o Rojo le siguió la consecución de los títulos de los ochenta, tras el mal inicio de los noventa eclosionó Julen Guerrero, después del año de Stepi con Luis Fernández se consiguió una doble participación europea o en 2007, mientras el primer equipo luchaba por mantener la categoría, el filial contaba en sus filas con Beñat Etxebarria, Markel Susaeta, Xabi Etxeita y Anaitz Arbilla, mientras que en la plantilla del juvenil estaban Iker Muniain, Ander Iturraspe, Mikel San José o Yuri Berchiche. Por todo ello, es imprescindible mantener la tranquilidad, actuar con altura de miras y trabajar para mejorar aquello en lo que no se ha conseguido el objetivo deseado.

Parece evidente que habrá que abordar cambios tanto en el banquillo del primer equipo como en la dirección deportiva. Se necesita un revulsivo y apostar por un proyecto que plasme a un Athletic protagonista y ambicioso sobre el césped, vigoroso y con una idea clara de juego. Tanto Eduardo Berizzo como Asier Garitano son opciones acertadas. El primero es una evolución europeizada y actualizada de Marcelo Bielsa. Su Celta fue uno de los equipos europeos más atractivos de 2016. Es más, el propio rosarino es y fue su principal aval en el entorno del club.

Asier Garitano es un ganador, ha conseguido un absoluto milagro como ascender al Leganés desde Segunda B con un presupuesto bajísimo hasta Primera, mantenerlo durante dos temporadas consecutivas e incluso llevarlo a semifinales de la Copa. Se ha ganado la oportunidad de dirigir al Athletic.

Han aparecido más nombres, como una segunda etapa de Mendilibar, al que a finales de febrero veían fuera de Ipurua y ahora todo hace pensar que seguirá comandando la nave de una aventura espectacular. El alemán Tuchel “ha firmado por un equipo”, así lo aseguró el director deportivo Hasan Salihamidzic la pasada semana, un día antes de la portada de L’Equipe lo vinculase al PSG. El mercado arroja otros nombres interesantes como los del portugués André Vilas Boas, campeón de la Europa League con el Oporto. Sin olvidar nunca a Joseba Etxeberria y su proyección en el Tenerife.

Una tesitura en la que también se ha visto anteriormente el Athletic. Así, además de los mencionados McGarry o Robson, también fueron sonando otros nombres como Stielike, Svensson, Morten Olsen, Dusan Uhrin, Camacho, Scala, Le Guen, Elie Baup, Pacheco, Martin Jol, Lotina o Javier Aguirre. Por su parte, Romantsev, Muslin o Del Bosque sonaron en contextos electorales. Esto, también es cíclico, al igual que las apuestas por hombres de la casa o las operaciones retorno. Con resultados dispares, siempre.


Apuntalar la plantilla, gestionar transiciones y maximizar virtudes en la caseta

En cuanto los fichajes, están confirmados los fichajes de Ander Capa y Cristiana Ganea, mientras que el de Dani García también es un hecho. Probablemente, habrá que incorporar a más jugadores, algunos que conocen la casa y otros sin relación anterior con el club. Eraso se ha ganado volver al Athletic, Mikel Merino podría ser un jugador interesante e Ibaigane está atento a la situación de algunos futbolistas de la Real Sociedad. Y, cómo no, mirar siempre a Lezama, que hay jugadores que se están ganando hacer la pretemporada con el primer equipo.

Es importante gestionar la transición y relevo paulatino de los futbolistas con mayor edad de la plantilla. Introduciendo poco a poco a jugadores jóvenes y manteniendo el bloque de aquellos que han logrado ser los pilares de estos años de éxitos.

En este contexto, cabe explicar que los futbolistas vascos que juegan en clubes que esta temporada han disputado la Champions League cuentan con sueldos elevadísimos aunque podrían darse opciones interesante como la de Yuri.

Respecto a los que salieron del club, conviene hacerse algunas preguntas ¿Sería positivo plantearse un hipotético retorno de Llorente, Javi Martínez o Herrera¿ ¿Cuánto rendimiento deportivo les queda¿ ¿Qué efectos tendría en lo social, sumaría o restaría? ¿Se descarta de inicio a uno y no se cierra la puerta a otros dos? ¿Hay que pasar página? Son muchas las preguntas. Quizá, la respuesta más simple, sea cerrar dicho capítulo. Ahora bien, el fútbol es muy imprevisible y cosas más raras se han visto.

Lo que no hay que descartar nunca es hacer apuestas por jugadores incipientes, al igual que en su día se hizo con Etxeberria y Javi Martínez, el pasado verano se realizó un movimiento similar con Areso y de cara a futuro el lateral del PSG Alexis Giacomini o el extremo de Osasuna Kike Barja podrían ser futbolistas interesantes.

 

El peso del fútbol vasco en el escena mundial

La escuela vasca, que ha bebido influencias de la británica, alemana, francesa o argentina, es una de las más influyentes de Europa. Pese a que actualmente la germana, la española y catalana parezcan los movimientos de vanguardia. No cabe olvidar la influencia vasca en las mismas, especialmente en la española durante todo el siglo XX y en la catalana desde los ochenta. No en vano, fue en aquella etapa en la que el Barcelona contó con numerosos futbolistas de Euskal Herria, claves en el equipo de Cruyff o el Espanyol sentó en su banquillo a Clemente, Azkargorta o Maguregi en aquella etapa. Poco tiempo después, Mané hizo historia el Lleida. Asimismo, Lillo ha sido una gran influencia para Guardiola, Azkargorta para Pochettino, mientras que Valverde, Unzue, Zubizarreta y Begiristain han tenido u ostentan un peso evidente en el Barcelona.

Actualmente, casi un tercio de los entrenadores de la Liga son vascos, un total de seis (Txingurri, Ziganda, Imanol, Mendilibar, Asier Garitano y Unzue), la segunda nacionalidad más numerosa, además buena parte de los cuerpos técnicos cuentan con algún vasco, como es el caso del Real Madrid, Villarreal, Valencia o Betis. En Segunda, hay un total de cinco como son Enrique Martín Monreal, Joseba Etxeberria, Aritz López Garai, Jagoba Arrasate y Natxo González. 11 de 42, más de un cuarto de los entrenadores del fútbol profesional en el Estado español son vascos. Unai Emery dirige al PSG, Javi Gracia al Watford, Aitor Karanka al Forest, Mikel Arteta y Xabier Manzisidor forman parte del cuerpo técnico de Guardiola en el City mientras que Rafa Alkorta acompañó a Michel en Marsella o Olympiacos. Asimismo, los seleccionadores de España y Francia también son vascos, Julen Lopetegi y Didier Deschamps. En el Mundial, Iñaki bergara será el entrenador de porteros de Bélgica e Imanol Ibarrondo el coach de México.

En lo que respecta a los despachos, Andoni Zubizarreta es el director del Olympique de Marsella y Txiki Begiristain del Manchester City. En Euskal Herria, Roberto Olabe ha vuelto a la Real y Fran Garagarza está demostrando ser un maestro en Eibar. El donostiarra Txema Indias hace lo propio en el Leganés. Son algunos nombres, hay más, precisamente para dotar de estabilidad a un proyecto deportivo que tiene dos retos principales: Seguir ganando de forma regular a través de un proyecto basado en la implicación colectiva y que Lezama sea la pieza angular del mismo. Por ello, más que los nombres, que son pasajeros, lo que marca la diferencia es la concepción respecto al club. Saber qué es el Athletic, qué significa para su comunidad y cómo conseguir maximizar sus fortalezas.

 

Lezama, la piedra angular

En ese sentido, Lezama se encuentra inmerso en un proyecto físico de mejoras a nivel de equipamientos, instalaciones y recursos materiales y tecnológicos. Unas reformar con las que se quiere minimizar la distancia respecto a las novedosas instalaciones con las que cuentan algunos de los mejores clubes del mundo. Desde nuestras armas, cuanto más cerca mejor.

La dirección deportiva, no obstante, nunca ha sido una figura fácil. De las antiguas comisiones internas, los respetadísimos Piru Gainza e Iñaki Sáez, la figura de Txutxi Aranguren a principios de los noventa, Amorrortu después, Andoni Zubizarreta pasó por el cargo con muchas críticas que después se han demostrado exageradas, Txema Noriega, la comisión deportiva de Lamikiz o el carrusel vivido con García Macua. Cuatro responsables de Lezama en cuatro años. Muy probablemente, buena parte de la masa social del club no recuerde a Iñaki Urkijo, Luis Solar o Julen Masach. Finalmente, Jabo Irureta estuvo dos años en el club.

Amorrortu volvió en 2011 y desde entonces ha ostentado el cargo de director directivo. Los resultados anteriormente citados, así como ser el club de Europa con más jugadores de la cantera en su primera plantilla avalan el trabajo general en Lezama. Sin embargo, hubiera sido conveniente explicar de forma más nítida lo sucedido en primavera de 2015 y que concluyó con la salida de Aitor Larrazabal del Athletic. Ahora, el deustuarra encara su última etapa profesional con la jubilación llamando a su puerta.

Mejora de las instalaciones, profesionales que forman futbolistas y personas, trabajo diario, implementación de metodologías de vanguardia, monitorización audiovisual y de datos, éxito en la captación, acierto en la formación y gestión del paso al fútbol profesional. Son los retos de una de las mejores escuelas del mundo. La base formativa de uno de los 25 mejores equipos de Europa en los últimos 7 años. Unos resultados absolutamente fuera de lo común.

Y es que no cabe olvidar que el Athletic opera sobre un país de tres millones de habitantes. Un milagro únicamente equiparable a las conquistas futboleras de Uruguay, el triunfo de Eslovenia en el Eurobasket de 2017 o las medallas de Noruega en los últimos Juegos de Invierno por poner algunos ejemplos gráficos. Países pequeños con grandes éxitos deportivos, aunque no siempre ha sido así, los eslovenos han estado a la sombra de serbios y croatas mientras que los charrúas faltaron a los Mundiales de 1978, 1982, 1994 o 2006.

En Lezama, además, el trabajo diario se realiza en el marco de una competencia directa fortísima. La Real Sociedad es uno de los mejores equipos de Europa en trabajo formativo, Osasuna tiene una escuela inagotable y tanto Alavés como Eibar están decididos a crear potentes estructuras de base. Asimismo, Girondins, PSG, Troyes o Lyon han echado sus redes sobre futbolistas de Ipar Euskal Herria en los últimos años. Sin olvidar la constante red de ojeadores, informantes y colaboradores con las que los grandes clubes de todo el mundo controlan la cantera vasca.

Captación y fidelización, en la base y también en el primer equipo. Mucho se ha hablado en los últimos años de la salida de futbolistas, parte del precio del éxito deportivo. Sin embargo, no es algo nuevo, a lo largo de la historia del Athletic, muchos han sido los futbolistas que han salido del club, algunos por decisión o necesidad de la entidad y otros por deseo propio. La lista es larga, aunque el derecho de retención probablemente nos lleve a ofrecer una visión mucho más romántica de carreras completas como rojiblancos de algunos jugadores. Con la venta de Jesús Garay se construyó una tribuna decisiva para el crecimiento del club, años después salió Alexanko.

Desde entonces, las ventas o marchas han sido cíclicas cada tres o cuatro temporadas. Son los casos de Zubizarreta, Julio Salinas, Andoni Goikoetxea, Patxi Ferreira, Rafa Alkorta, Ander Garitano, Bixente Lizarazu, Aitor Karanka, Txomin Nagore, Bittor Alkiza, Santi Ezquerro, Asier del Horno, Aritz Aduriz, Javi Martínez, Fernando Amorebieta, Fernando Llorente, Ander Herrera, Irene Paredes y Aymeric Laporte. Incluso, ha habido salidas en categoría juvenil al Barcelona, la Real Sociedad o clubes de la Premier como ocurrió con los casos de Iñigo Gamboa, Mikel Arteta, Mikel Yanguas, Diego Álvarez, Imanol Agirretxe, Mikel San José o Yuri Berchiche.

Los hijos del baby boom y la llegada de miles de inmigrantes a Euskal Herria comenzaron a jugar en el club en los ochenta y noventa, épocas en las que el club ganó los títulos con Clemente y posteriormente tuvo el mencionado declive. Paradójicamente, la etapa actual está marcada por presencia de futbolistas que nacieron durante el periodo en el que nuestro país tuvo la tasa de natalidad más baja de Europa. Algo que se repite actualmente. Cifras que nos muestran la necesidad de afinar al máximo en un trabajo que requiere un mimo y perfeccionismo extraordinario.

Actualmente ocurre algo similar, una tasa de natalidad y la presencia de miles de nuevas y nuevos vascos llegados desde cualquier parte del mundo. Son los cambios sociológicos que se dan en un mundo donde unos pocos adquieren una gran riqueza a costa del resto. Eso, también se nota en los cambios sociológicos o procesos de migración. Y al igual que Jonás o Williams han llegado al primer equipo, pronto veremos muchos más ejemplos como el de Ganea. Casos clave a la hora de generar nuevas referencialidades y apegos.

 

Panorama internacional: Capitalismo salvaje sin medidas correctivas vs Lezama

El fútbol, mientras tanto, vive un proceso en el que la vertiente más salvaje del capitalismo se hace más presente que nunca. Traspasos que oscilan en cifras absolutamente obscenas como los de Neymar, Countinho, Dembelé o Van Dijk, presencia de jeques, propietarios chinos o estadounidenses, despersonalización y gentrificación en los estadios, aparición de nuevos mercados y mecas como es el caso de China o EEUU, sueldos que se parecen cada vez a los de la NBA pero sin factores correctivos como los que goza el deporte norteamericano, la pronta incorporación de plataformas como Amazon o Facebook al negocio audiovisual, la sobrexposición de las redes sociales, burbujas televisivas, mercantilización, presencia invasiva de patrocinadores, casas de apuestas o agentes y la creación de una élite europea formada por transnacionales futbolísticas que aspiran a una competición similar a la Euroliga de baloncesto. No hay más que analizar el Football Money anual de Deloitte para conocer quienes son los 20 equipos más poderosos del mundo.

Mientras que históricos como el Forest, Aston Villa o Leeds subsisten en Segunda, al igual que el Parma, el Hamburgo quiere evitar un desastre que parece inevitable, mientras que Celtic, Rangers, PSV, Ajax o Feyenoord defienden su identidad. Todos ellos han ganado competiciones continentales. Un negocio en el que también existen los partidos pirateados en streaming o las camisetas réplica por 15 euros, lo mismo que ocurrió con la música y el cine.

En ese contexto, ¿qué debe hacer el Athletic? Ser fiel a su proyecto, no caer en los errores del pasado y trabajar para estar siempre en vanguardia. Ser conscientes de que habrá años de transición, pero con un proyecto y estrategia clara, será más fácil ganar que en medio de los vaivenes. Todos los indicadores, sociales, económicos y deportivos indican que el Athletic debe tratar de pelear por entrar entre los siete primeros, alcanzar las rondas finales en Copa y superar la fase de grupos en Europa.

Hay indicadores que así lo demuestran como los resultados de los últimos años, el valor de la plantilla, la base que supone Lezama, el seguimiento social y audiovisual o la masa social en forma de socios. Son variables que deben situar dicho objetivo como premisa por la que luchar, sabiendo que lo conseguido en los últimos años es excepcional, para nada habitual.

También es necesario contextualizar otros datos, existen prácticamente 300 ciudades con más población que Bilbao, existen alrededor de 100 áreas metropolitanas más importantes, la tasa de natalidad es de las más bajas del continente -a lo que hay que sumar la marcha de miles en edad de ser padres o madres en los últimos años- y vivimos en un país que a nivel masculino cuenta con 5 equipos de élite en fútbol, 3 en basket, 5 en rugby y una pasión infinita por el ciclismo o la pelota. Es decir, de habas contadas se crean futbolistas competitivos. El PIB per capita en Euskal Herria es superior al del Estado español y otros lugares del sur de Europa, pero notablemente inferior a la de los países más avanzados en lo económico, social y gestión democrática se refiere.

 

A más democracia, más sentido popular, más Athletic

La sostenibilidad económica del club es otra de las claves, siendo un pilar sobre la que asentar la tranquilidad institucional y acometer mejoras deportivas tanto coyunturales como estructurales. El precio del éxito también se ha notado en la caja, vía la acertada decisión de no vender por debajo de la cláusula o los ingresos derivados del buen rendimiento deportivo del equipo. Eso ha provocado que no sea necesario sangrar a las y los socios con subidas de cuotas. Un clásico en otros tiempos, acompañado de ventas por debajo del precio estipulado o rogando a los futbolistas para bajarse el sueldo.

En pocos años, el Athletic se encamina hacia disponer de presupuestos que oscilen o superen los 150 millones de euros. Con la normativa actual a la hora de presentar avales, va a limitar de forma considerable la posibilidad de la inmensa mayoría de socios a presentarse. Por tanto, es imprescindible trabajar desde el club como desde la masa social, para proyectar a medio un club con las herramientas correctivas y democráticas para ampliar los procesos y oportunidades de participación. Es evidente que no podrían aparecer jeques o dueños chinos, pero sí testaferros. Asimismo, es una obviedad que buena parte de las mayores acumulaciones de capital en Bizkaia está en algunos de los sectores socialmente más conservadores y menos dinámicos. Por eso, es imprescindible que los jugadores y dirigentes del club se parezcan lo más posible a su masa social, de lo contrario el Athletic tendrá problemas. Trabajar para rebajar ese aval al 1%, que no es una cantidad menor, sería una medida imprescindible para profundizar en la raíz democrática. Así, probablemente, habrá menos dependencia de poderes fácticos del herrialde y se abrirá la baraja.

 

Profesionalización completa del equipo femenino

Quedan frentes por abordar, el club debe contar con una estructura femenina absolutamente profesional. En un plazo lo más corto posible, las jugadoras deben contar con la posibilidad de vivir únicamente del fútbol. Se han dado pasos importantes, en lo relativo a la seguridad social, becas, medios y servicios. Es importante, al igual que la creación del nuevo equipo cadete o el convertir en mixto el equipo de veteranos y veteranas, pero es importante que ese proceso se complete cuánto antes.

El fútbol femenino está creciendo mucho, los principales clubes europeos (Lyon, PSG, Wolfsburg, Barcelona, Atlético, Chelsea, Liverpool, City, Bayern…) están formando equipos sumamente potentes y el Athletic debe trabajar para blindarse. Estructura profesional completa, más equipos, el retorno de Irene Paredes convertida en emblema referencial para muchas niñas en Euskal Herria, más mujeres en los cuerpos técnicos -que ya las hay y muy capacitadas- y en un periodo corto una entrenadora para el primer equipo son otros de los retos. La demanda es global, el 8 de marzo enseña el camino, y el Athletic no puede estar al margen.

Sería la mejor forma de cerrar un círculo que inicio Miren Edurne Salsamendi con sus cartas a La Gaceta del Norte en 1973, 13 años antes de que unos jóvenes estudiantes de la Universidad de Deusto lo planteasen en una iniciativa contraria a la gestión de Aurtenetxe y 30 de que el club definitivamente crease su estructura.

 

Nueva casa, recuperar la esencia, grada de animación Iñigo Cabacas a la europea

En lo social, el club ha vivido el traslado del campo antiguo al nuevo, con bastante éxito en general. Se trata de un proyecto firmado en la temporada 2006-2007 y concluido en 2014, con algunos cambios posteriores. Una modificación esencial en la historia del Athletic. Con diferentes efectos colaterales. Por un lado, se ha rejuvenecido parte de la masa social, se ha feminizado la misma con mayor presencia de mujeres en San Mamés y se ha conseguido una mayor democratización de la presencia en San Mamés debido a la movilidad de carnés. Eso, a su vez, ha provocado cierta distorsión a la hora de analizar el sentir real de las y los socios. También es destacable la renovación de la asamblea de compromisarios, con una mayor pluralidad política, social e incluso estilística, remarcando la gran cantidad de miembros con los que cuenta la ICHH.

 

Sin embargo, faltan cosas, más allá del tema de la lluvia, donde alguno de los impulsores del proyecto tendrá que explicar por qué se extendió la idea fuerza de que nadie se iba a mojar en una ciudad en la que cae agua con bastante frecuencia. Es necesaria una grada de animación -con el nombre de Iñigo Cabacas- al estilo europeo, como las que se ven y palpan en la Bundesliga, la Ligue 1, Mendizorrotza, el fútbol escandinavo, El Sadar, Vallecas u Oviedo, por poner algunos ejemplos. El Athletic tiene que hacer de San Mamés una caldera con identidad propia, de lo contrario seguiremos viendo desfiles al minuto 80, asientos vacíos, asistencias que serían bajas en el antiguo campo, palcos VIP que no se llenan o se escuchará a los futbolistas más que a los hinchas.

Se han dado pasos, con los tifos, iniciativas conjuntas, el abono joven y otras medidas. Hay que profundizar en ello, rebajar algo la cantidad a fondo perdido para ser socio, recuperar la figura de las y los abonados por temporada, penalizar a quienes tengan su asiento vacío durante más de 8 partidos, premiar a quienes acuden a todos los encuentros, bonificar la asistencia a Lezama para ver al femenino o al BA, bien económicamente, bien con el acceso a descuentos en material, recibir contenidos audiovisuales exclusivos y personalizados.

 

El extraño mantra de la comunicación

En los últimos años se ha hablado mucho de comunicación, casi como un mantra. Es cierto, que en muchas ocasiones, Bielsa o Valverde han ejercido como portavoces del club. Sin embargo, la comunicación es mucho más que el hecho de ver a presidente monolingües o no vascoparlantes haciendo tours por periódicos, radios o teles. Para empezar, hay que decir algo con fuste y después, ser coherente entre lo que se dice y se hace. El Athletic, por desgracia, ha padecido a presidentes y directivos especialmente mediáticos y desafortunados en lo que a comunicar bien se refiere. Hablar mucho, no significa construir nada.

En la última etapa se han acabado las filtraciones y privilegios permanentes a determinados medios y eso se ha vuelto hacia el presidente en forma de críticas, es algo bastante antiguo. Pero eso, no es comunicar. Porque evidentemente ha habido errores, como la tardanza en reaccionar en el caso Cabacas, con los jugadores como vanguardia en redes sociales, o la infausta nota en la que se llamaba “empleado” a Bielsa en su incidente con Balzola. Sin embargo, es curiosa la vara de medir que existe respecto a la comunicación, mediáticamente muy dura respecto a los rectores del Athletic y excesivamente laxa con, por ejemplo, el alcalde, el diputado general o el lehendakari por citar tres ejemplos.

Que el euskara esté más presente en el día a día del club es una forma de comunicar, que se emitan los partidos de Lezama vía streaming, la implementación de canales de comunicación directa con las y los socios, tanto presenciales como por mensajería instantánea o la gestión de las entradas o los abonos vía web son elementos vinculados a la comunicación. Evidentemente, se puede profundizar, con elementos audiovisuales “inside” con el día a día de los jugadores, escritos o docus con los jugadores como narradores como en Players Tribune, maximizar las interacciones, entrevistas y momentos con exjugadores, encuentros entre jugadores y jugadoras con referentes culturales y sociales, espacios exclusivos, profundizar todavía más en los highlights de partidos históricos… la lista sería larguísima. Asimismo, se podrían encontrar puntos de acuerdo o ajustes respecto a los momentos de la emisión de las noticias, la cuestión de los viajes y la prensa o la gestión del fenómeno de los medios digitales.

 

“… Jakin nahi nuke irabaztea zer den zuretzat…”

La Fundación es una referencia a nivel internacional y el trabajo que se realiza a través de Thinking Football, Letrak eta Futbola o Bertso Derbia para difundir la marca y cultura Athletic es impagable, entre otras muchas actividades, al igual que hay que destacar la existencia del equipo de La Liga Genuine. En ese sentido, reforzar y ampliar estas actividades dan otra dimensión al club, más social, real, comunitario y popular. Activar iniciativas con la diáspora -la tradicional y la nueva-, ampliar la gama de embajadores, crear materiales didácticos y de juego para las escuelas e Ikastolas, poner al alcance stocks de material en forma de outlet con descuentos en centros educativos, aulas de formación, colectivos en riesgo de exclusión o la propia diáspora.

Tiempo habrá, gracias a la reforma de Lezama, a hablar también de la inclusión de deportistas de otras modalidades como centro de alto rendimiento e incluso de abrirse a analizar la posibilidad de ampliar secciones a otros deportes, otra tendencia muy en boga de nuevo en Europa.

En definitiva, el Athletic salta y pelea por los tres puntos en el césped, pero juega en muchos más ámbitos. Tener claro lo que significa en club para su sociedad y comunidad, la fortaleza de su simbolismo y aspecto comunitario, ya que únicamente a través de esas premisas se pondrán las bases adecuadas para un buen proyecto. Todo, obviamente, junto a un buen grupo profesional y humano. Lo escribió el ondarrutarra Antton Zubikarai en la letra del himno -al que por cierto habría que incluir lo de “aupa neska-mutilak”- “Erritik sortu zinalako maite zaitu erriak”.

Así las cosas, qué mejor que tener claro que hay que cuidar, mimar y hacer crecer en este siglo XXI a nuestra comunidad, Athletic Herria. Si la misma es fuerte y sana, el equipo seguirá ganando. Y es que cómo canta Berri Txarrak “jakin nahi nuke irabaztea zer den zuretzat”. Que un proyecto tan contracultural como el Athletic se haya instalado entre los 40 mejores equipos de Europa en los últimos 9 años, tal y cómo lo atestigua el ranking actualizado de la UEFA, es un enorme triunfo a cuidar.

 

Beñat Zarrabeitia


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