
¿Quién nos iba a decir que, en menos de siete meses íbamos a ver en directo (y por cierto, en el mismo sitio) a Delirium Tremens primero, y ahora a Hertzainak? Estamos hablando, seguramente, de dos de las bandas más especiales que ha dado el rock euskaldun, y a ambas las hemos visto en este 2022 en el BEC de Barakaldo, un lujo con el que ni podíamos soñar hace unos años.
En el caso de Delirium Tremens, las buenas sensaciones han hecho que el sonado regreso de los de Mutriku fuera el principio de una nueva etapa, en la que incluso han publicado un nuevo disco, y próximamente van a comenzar una gira por las salas de toda Euskal Herria.
Una revolución musical
Pero lo de Hertzainak es distinto, es un adiós definitivo, una despedida para siempre del grupo que, en medio de la vorágine del mal llamado rock radical vasco, a mediados de los años 80 del pasado siglo, provocó una revolución, demostrando que había otra forma de hacer música sin renunciar a los sonidos tradicionales, adaptándolos a un concepto más amplio en el que cabía prácticamente todo: el rock, el punk, los ritmos caribeños, el ska… todo ello tomando como referencia lo que años atrás habían hecho en Inglaterra bandas como The Clash, la gran influencia de los alaveses, tal y como ellos mismos siempre han reconocido.
Podríamos seguir contando la historia de Hertzainak, pero aparte de que ya conocemos de sobra su trayectoria, sería absurdo seguir anclados en el pasado de la banda, después de haber vivido un conciertazo que, a buen seguro, recordaremos durante mucho tiempo, así que vamos allá: la fiesta de despedida comenzaba a las 20:00, y a ella estaban invitados grandes amigos y amigas que amenizaron la espera hasta que llegaran los auténticos protagonistas de la velada. Por el escenario del BEC pasaron las bertsolaris Maddalen Arzallus, Maddalen Elustondo, Onintza Enbeita, Ane Labaka y Erika Lagoma, Aiora Renteria y Piti Imaz, de Zea Mays, Jon Maia con su proyecto ‘Kantu bat Gara’, Xabi Aburruzaga, Mikel Markez, y los incombustibles Tapia eta Leturia, que demostraron que todavía son capaces de mover masas. Un inicio de fiesta prometedor y que, a su vez, servía para que las más de 15.000 personas que acudían al BEC fueran entrando poco a poco, evitando las molestas aglomeraciones, habituales en este tipo de eventos.
Emoción y nerviosismo
Tras estas breves actuaciones de los y las invitadas especiales de la noche, todo estaba preparado para el gran momento: ojos brillantes, emoción en los rostros de la gente y cierto nerviosismo por volver a ver el que, para muchos y muchas de las que allí estaban, ha sido el grupo de sus vidas.
22.14, se apagan las luces y empiezan a sonar los primeros acordes de ‘Rokanrol batzokian’, el primero de los muchos himnos que pudimos escuchar a lo largo de las más de dos horas que duró un concierto, en el que la banda alavesa de nacimiento, pero vizcaina de adopción, no se dejó nada en el tintero. ¡Qué maravilla volver a ver juntos sobre las tablas a Josu, Txanpi y Gari!... y además, con esa energía.
Desde el principio, Hertzainak dejaron claro que esto no iba a ser uno de esos conciertos de despedida para hacer caja, y se vio que se lo habían tomado muy en serio y tenían ganas de dejar un buenísimo sabor de boca en su despedida; así lo demostraron en cada uno de los temas, perfectamente preparados, cosa que el público, sin duda, agradeció y disfrutó.
Sorprendió la magnífica puesta en escena del espectáculo, con dos pantallas laterales y otra central en la que se iban proyectando animaciones relacionadas con las canciones que iban sonando. Así, por ejemplo, pudimos ver imágenes de Putin, Galindo, la prisión de Guantánamo, y otras que servían para denunciar la desinformación por parte de los medios que se vive en la actualidad, acompañando los ritmos de ‘Oroimen txarrak’, perteneciente al disco ‘Denboraren orratzak’.
Una banda valiente
A los tres miembros originales de la banda, se han unido para esta mini gira de tres bolos, que han denominado ‘Jaio eta Bukatu. Azkena gure alde’, Miguel Moyano a la guitarra y Oier Aldekoa al bajo, compañeros ambos de Gari en su proyecto Maldanbera. Y para la ocasión también han reclutado a la banda de vientos de Iruñea Broken Brothers Brass band, y al conjunto de cuerdas Alos Quartet, liderado por el virtuoso violinista Xabier Zeberio. Entre todos, forman un magnífico equipo que aporta a las canciones de Hertzainak un toque diferente, haciendo que crezcan y adaptándolas a este formato de macroconcierto, como sucedió, por ejemplo en ‘No time for love’, la versión que hicieron ya hace casi cuatro décadas de un tema de Christy Moore, que a su vez, es una adaptación de ‘If they come in the morning (No time for love)’ de Jack Warshaw. Una canción en la que la rabia se adueña de la voz de Gari en cada verso, al igual que en muchos momentos de la noche, ya que, si hay algo innegable cuando hablamos de Hertzainak, es que siempre han sido una banda valiente, que nunca se ha escondido y que siempre ha dicho las cosas de forma muy clara en las letras de sus canciones.
Buenos ejemplos de esta sinceridad y valentía son temas como ‘Si vis pacem, Parabelum’, maravillosa locura que mezcla el ska con toques jazzies, o ‘Amets prefabrikatuak’, crítica al capitalismo feroz imperante en nuestros días… y ya desde hace muchísimos años. Y es que, por mucho que pasen los años, hay temáticas que, por desgracia, no pierden vigencia en absoluto, como la de ‘Pakean utzi arte’ y, sobre todo, ‘564’, con la que se vivió quizá el momento más emotivo de la noche al recordar que ya no son 564, pero que todavía hay más de 170 presos y presas vascas en las cárceles… demasiadas aún. La solidaridad se adueñó en ese momento del BEC, que se fundió en un atronador grito para pedir la vuelta de todas estas personas a sus hogares: «Euskal presoak, etxera!».
Una noche perfecta
Y así, entre momentos de emoción, diversión y disfrute, fueron cayendo, uno a uno, prácticamente todos los himnos de la discografía de Hertzainak: ‘Hertzainak’, ‘Sigarrillos amariyos’, ‘Ta zer ez da berdin’… y alguna más que no desvelaremos para no destripar demasiado el plan de la gente que vaya hoy al BEC, o el 6 de Enero a Mendizabala.
Sólo diremos que la primera parte terminó con ‘Aitormena’, pero ésta cualquiera sabía que iba a sonar sí o sí, y que en el segundo bis hubo un momento tan festivo como emotivo al recordar el espíritu del malogrado Tito Aldama en ‘Eh Txo!’... y no hablaremos más del setlist, que bastante spoiler (que dicen los modernos) hemos hecho ya.
Así es como transcurrió una noche perfecta en la que todo fue como tenía que ir, y en la que Hertzainak demostraron por qué su nombre lleva años escrito con letras de oro en la historia de la música de Euskal Herria.
Todo lo bueno se acaba, así que lo mejor es que se acabe así de bien.
Eskerrik asko, Hertzainak!

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