Xandra  Romero
Nutricionista

Comer viendo pantallas

Comer frente a las pantallas puede generar problemas de salud. Hasta hace unos años, se hablaba únicamente de los efectos de comer frente a la televisión. La irrupción del móvil y de otros dispositivos de presencia constante, también en la mesa, parecen normalizar una conducta poco recomendable.

A pesar de estar aún en verano y parece que pueda alargarse con tanta ola de calor, no es extraño observar en restaurantes y chiringuitos a adultos y menores pendientes absolutamente de sus móviles mientras comen (acompañados, por supuesto). Esta mala moda, cada vez más común en la sociedad, al margen de resultar nociva para las relaciones sociales de niños y adultos, puede acarrearnos otros tantos perjuicios de los que, hasta el momento, somos demasiado poco conscientes.

Y es que a pesar de que aún se desconoce mucho sobre el uso de pantallas mientras se come y las conductas alimentarias que se derivan de esta costumbre, ya se empiezan a investigar y el pasado año se publicó en la prestigiosa revista científica ‘Appetite’ un estudio de revisión que tenía como objetivo averiguar si esta mala costumbre, resultaba en un incremento de la ingesta alimentaria. En el mismo, se revisaron 7.181 estudios publicados entre los años 2010 y 2021 en los que se examinaba la ingesta individual durante el uso de pantallas como televisión, teléfono móvil o tablet. Se concluyó que el uso de pantallas durante el consumo de alimentos sí podía aumentar la ingesta alimentaria. Pero como fue un estudio poco concreto, este año y en la misma línea, se publicaba otro artículo similar que evaluaba el efecto que tiene comer usando pantallas sobre la regulación de la ingesta y las conductas alimentarias de riesgo asociadas. El estudio ‘Screen use while eating is associated with lower intuitive eating and higher disordered eating in Chinese adult men and women’ encontró evidencia de los vínculos entre el uso de pantallas mientras se come y la alimentación intuitiva y los trastornos alimentarios.

Y es que, los investigadores hallaron que un mayor uso de la pantalla mientras se come se asociaba significativamente con una menor alimentación intuitiva, esa que consiste en dedicar atención plena a la hora de alimentarnos para ser capaces de escuchar nuestras sensaciones, tanto físicas -el hambre, la saciedad y las señales de satisfacción- como mentales. También se asociaba a una mayor alimentación desordenada orientada a la delgadez y a la musculatura.

Es decir, que, al margen del contenido que se pueda estar visualizando, sobre lo que ya hemos hablado largo y tendido en esta sección, el simple hecho de comer frente a una pantalla nos pone en riesgo de perder no solo la capacidad de regulación de la cantidad ingerida sino también de todas aquellas señales corporales innatas asociadas a la ingesta así como nuestra salud mental.