Pello Guerra
Redactor de actualidad / Aktualitateko erredaktorea

Iruñea apura emocionada los últimos preparativos, porque ya falta muy poco para los sanfermines

A escasas horas de que arranquen las fiestas, Iruñea apura emocionada los últimos preparativos, en medio de una masa de turistas de las más variadas procedencias, que pulula entre las tiendas de ropa y de bocadillos y bebidas que han salido como setas, y entre repartidores que trabajan sin descanso.

La camiseta con el cartel de este año, elemento habitual en el paisaje iruindarra.
La camiseta con el cartel de este año, elemento habitual en el paisaje iruindarra. (Aitor KARASATORRE | FOKU)

Con emoción contenida, Iruñea apura los últimos preparativos de las fiestas entre una legión de turistas, tiendas ocasionales y repartidores trabajando sin descanso, porque ya falta muy poco para que empiecen los sanfermines.

Las prisas que suelen presidir el 5 de julio para dejar todo cerrado antes de que arranquen las fiestas se han trasladado a este viernes día 4, último día laborable para la mayoría de los mortales. Así que ese estrés que suele presidir ‘el día del fin del mundo’, como se suele conocer al 5 de julio, se ha adelantado un poco en una ciudad que ya se ve asaltada por lo que está a punto de comenzar.

De hecho, un simple paseo por los puntos neurálgicos de Alde Zaharra arroja un panorama totalmente marcado por las fiestas. En la cuesta de Santo Domingo, han aparecido en unos pocos metros tres tiendas de ropa sanferminera con los logotipos más variados y peculiares, pero todo marcado por el blanco y el rojo.

A escasos metros, siete niños subidos en el vallado próximo a la parte posterior del Ayuntamiento de Iruñea posan para una señora que, acto seguido, les traslada hasta la vacía hornacina de San Fermín, ya que la figura ha sido retirada esta misma mañana para ser colocada cada día poco antes de comenzar el encierro.

La ausencia del inquilino habitual no es un obstáculo para que el grupo infantil se convierta en un coro de voces blancas para hacer el cántico de rigor, que se ve interrumpido por la irrupción de la villavesa, que genera entre la chavalería el grito de «Toro, toro», como aventajados corredores del encierro que da término extraoficial a las fiestas el 15 de julio.

El mismo grito generan los vehículos que aparecen a continuación y que son la furgoneta de una televisión y un camión de reparto de bebida, como símbolos de otros elementos más de la fiesta.

De hecho, la zona de la plaza Consistorial se ve atravesada por los cables más diversos que servirán para llevar a la pequeña pantalla momentos como el txupinazo, protagonizado en esta ocasión por Yala Nafarroa con Palestina, y los encierros, y que recogerán esas cámaras que se ven asomando el objetivo por diversos puntos del recorrido.

Los que corren que se las pelan por esa zona son los repartidores, que viven con frenesí estas últimas horas previas al comienzo de los sanfermines adentrándose en varios establecimientos con carros de ruedas a rebosar de bebida, hielos, lo que toque...

Lo hacen esquivando a una pareja con un hijo pequeño al que le van cantando el clásico «A San Fermín pedimos...» y a los grupos de turistas que se quedan clavados en mitad de la calle escuchando las explicaciones de su correspondiente guía, que, en la curva de Estafeta, explica a sus clientes cómo tomarla de la forma más apropiada si se animan a correr el encierro.

En otro caso, el grupo se viene arriba en el sentido más literal y no tiene ningún problema en protagonizar un ‘gusanito’ en plena plaza Consistorial, con sus integrantes luciendo el pañuelo rojo como si la fiesta ya hubiera empezado.

El que también parece tener mucha prisa es otro guía que se las tiene que ver con un nutrido grupo de 30 turistas, a los que intenta arrancar del vallado de la bajada del callejón, donde no dan descanso al móvil sacándose fotos, para seguir su ruta. Se desgañita vociferando sin parar «Let´s go, go, go, go!!» para acercarlos al Monumento al Encierro, como un corredor que intenta llevar a corrales a un toro rezagado a punta de periódico.

Las sombras están cotizadas en los alrededores del conjunto escultórico, donde algún visitante no puede resistirse y se encarama para colocarse ante las astas de uno de los toros de bronce y lograr una instantánea más potente. Una actitud inapropiada que le acarrea la bronca de una lugareña, que le grita cabreada: «¡Está prohibido subirse al monumento!».

Pero como quien oye llover, tal vez simplemente porque no le ha entendido, ya que un pequeño paseo por la Estafeta permite escuchar inglés, francés, alemán y alguna lengua asiática, probablemente japonés, a tenor del aspecto de sus hablantes.

El cohete y el encierro, dos momentos claves de la fiesta. (Aitor KARASATORRE/FOKU)


En otros puntos, cerca del pozo de San Santurnino, lo que se oye es la lengua de casa. «Urduri?», pregunta un paseante a un colega al que acaba de ver. «Bai!», reconoce su interlocutor. Es una de las muchas conversaciones que se cruzan entre los lugareños, que cierran agendas sobre el almuerzo de tal día, el vermut torero de tal jornada o la quedada para acudir con la chavalería a los gigantes.

Todo huele a sanfermines y la ciudad termina de prepararse para la que se avecina de diferentes maneras. Así, en algunos tramos del encierro, los adoquines han blanqueado a pesar de las elevadas temperaturas de los últimos días. Es producto de la aplicación de los 1.500 litros de antideslizante extendidos en 1.875 metros cuadrados de puntos críticos del encierro.

Esta sustancia se empezó a aplicar a modo de prueba piloto hace veinte años y se ha asentado, generando cambios en el encierro, hasta el extremo de que la carrera ha ganado en velocidad al no disgregarse la manada a causa de alguna caída, de tal manera que cada vez son más habituales marcas que se quedan en los 2 minutos y 30 segundos.

«No orines aquí»

Hay cosas que cambian en los sanfermines y otras que cuesta cambiar, como es el caso de los orines en la calle. Aunque cada día se encargan de limpiar las calles de la ciudad entre 245 y 317 personas, y que el Ayuntamiento invierte cada año cerca de 200.000 euros en el refuerzo de los aseos públicos, no falta ese comportamiento incívico.

Este año, el bando de San Fermín del Consistorio recuerda que «será sancionado quien orine en la acera o espacio público». Y para que nadie se pueda hacer el despistado, en lugares donde habitualmente se producen esas conductas, se colocará unas lonas con el mensaje: «¿De verdad? No orines aquí. Busca un WC cercano». Estará escrito en castellano, euskara, inglés y francés y, además, alertará del riesgo de multa.

En ese mismo bando firmado por el alcalde, Joseba Asiron, se recuerda otras cuestiones, como la obligatoriedad para todos los establecimientos del uso del vaso reutilizable con Sistema de Depósito, Devolución y Retorno frente al uso del vaso desechable y la obligatoriedad de la doble puerta estanca para los establecimientos ubicados en el ámbito de Alde Zaharra. Si no se cuenta con ella, se plantean alternativas o se limitará el horario de emisión musical.

También figura una cuestión primordial relacionada con el derecho a la igualdad, la diversidad y al empeño de ser una ciudad libre de agresiones sexistas. En concreto, se avisa de que no se tolerará «ninguna manifestación de LGTBIfobia» y se recuerda que «las agresiones sexistas contra las mujeres de cualquier edad y en cualquier situación, serán perseguidas y sancionadas», además de animar «a la ciudadanía a adoptar una actitud activa frente a cualquier tipo de agresión contra las mujeres, y a socorrer o apoyar a la mujer agredida y aislar al agresor».

De nuevo, la plaza del Castillo acoge el punto de información sobre agresiones sexistas y una mano roja gigante recuerda en la avenida de Carlos III ese espíritu de la ciudad.

Son más referentes de unas fiestas que están a la vuelta de la esquina y por las que suspira la población de Iruñea mientras contempla emocionada esa cuenta atrás que se aproxima inexorable a su final, porque ya falta muy poco para los sanfermines.