
Oscar Emmanuel Peterson, pianista y compositor de origen canadiense y ascendencia antillana fue el veloz maestro del swing y ayudó con entusiasmo a popularizar el jazz por medio mundo. En Donostia actuó en el Jazzaldia de 1975 y en el viejo Astoria a mediados de los años ochenta. Fue también asiduo del Festival gasteiztarra.
Cuando se cumplen cien años de su fallecimiento, el trío del pianista Sullivan Fortner, el contrabajista John Clayton y Jeff Hamilton a la batería presenta su variante del programa ‘Oscar Peterson Centennial Concert’, que incluye otras formaciones. Su excelente set fue bien celebrado por la afición jazzera en la última sesión del Kursaal, con la entrada más floja de las jornadas.
Los tres instrumentistas trabajaron en estrecha camaradería, sobriamente sabios. La batería de Hamilton medía una quinta parte de cualquier instrumento similar al uso, pero bastó para ofrecer una buena lección de eficacia rítmica. Lo pequeño es bello y menos es más.
Fluyeron la delicadeza de ‘Satin Doll’, el maravilloso swing de ‘Con alma’, de Dizzy Gillespie, o el intimismo romántico ‘Djange’, quizás la pieza más fina escuchada en todas las sesiones de esta edición en el cubo mayor. ‘Noreen's Nocturne’ cambió el ritmo a cabalgada. En ‘Someone to Watch Over Me’ regresó la delicadeza para proseguir por el cromatismo ‘I’Imposible’ o la bonita ‘On Green Dolphin Street’. La explícita declaración ‘Hymn to Freedom’ fue una magistral lección de sentimiento y ‘Blues for Big Scotia’ una defensa del papel como compositor de Peterson y su sentido del humor. ‘The \"C\" Jam Blues’ rubricó una sesión magistral de jazz impoluto. El mejor homenaje al maestro.
Un premiado desbocado
Al mediodía, el guitarra Marc Ribot celebró el recibimiento del Premio Donostia en el teatro Victoria Eugenia actuando con el experimento Ceramic Dog, en su tercer recital del Festival. Si en sus sets anteriores demostró atronadora habilidad guitarrera y preocupación por cómo anda el mundo, su despedida fue brutalmente distorsionante en lo instrumental y rabiosamente inconformista en lo social con crítica radical a la situación en USA y defensa expresa del ghetizado pueblo palestino. La íntima queja de ‘Sometime Jailhouse Blues’, poema de Allen Ginsberg, fue su mensaje de adiós.
El Museo San Telmo clausuró sus sesiones con el cornetista Kirk Knuffke, en formato de cuarteto. El capítulo Txikijazz dijo animosamente adiós con la tentadora The Amy Winehouse Band. Con el gran escenario playero ya clausurado, la despedida de las terrazas de la Zurriola vivió una entera presencia de creadores locales: Itziar Yagüe & Paul San Martín, el amplio conjunto Patax, la especial unión donostiarra Los Diversos, el quinteto Triz, con Beatriz González a la voz, y Arima Soul System del DJ Makala. XGFarru, Lidiuska y Sergio Vélez dieron las últimas sesiones naúticas junto al puerto y la pianista Jordina Millà y el contrabajo de Barry Guy dijeron adiós al espacio de Chillida Leku.
Puente intercontinental
A la plaza Trinidad, llena como en las tres jornadas precedentes, le correspondió echar el telón, como manda la tradición. Con la tarde inquieta en lo meteorológico regresó por quinta vez a la muestra el reconocido pianista Marco Mezquida, en total unión con el guitarra Juan Gómez ‘Chicuelo’ y la percusión de Paco de Mode. Presentaban la tercera parte de su experimento ‘Del alma’, un alegre puente inter continentes.
Las bulerías ‘Najando’ abrieron la espita de la furia festiva del tocaor, la sensibilidad pianística y una eficaz percusión. La tresena de músicos jugó en el ‘Carrer del perill’ y siguió haciendo disfrutar con la guajira-bulería lenta ‘De ida y vuelta’ (chaparrón y mar de plásticos en la plaza, incluidos) y las alegrías ‘De seda y miel’ y ‘Alalimón’.
También Mezquida discursó sobre lo mal que anda la humanidad, defendió la fraternidad y el boicot a Israel y dijo sentirse feliz de ver tanta bandera palestina por las calles donostiarras, antes de la romántica balada ‘El faro de los deseos’. La rumba ‘Engaños’ cerró otro gran recital del creador balear y sus colegas de proyecto.
Juerga flamenca
Francisco Gustavo Sánchez Gómez, alias Paco de Lucía, cumbre de la guitarra flamenca, está siendo homenajeado con alto apoyo institucional en el décimo aniversario de su muerte. Tras la magna gala que inauguró la iniciativa en Nueva York se ha conjuntado un elenco de nueve artistas que presentó la obra ‘Paco de Lucía Legacy’ en la Trinidad.
La sesión arrancó airosa con ‘Cafetal’ y fue un ir y venir de diferentes formatos grupales y alguna aparición individual que dio un cierto aspecto deslavazado al conjunto. El bajista Alain Pérez protagonizó los inicios con la canción ‘El ciego sin bastón’ y le sustituyó el cantaor Duquende, de cante roto y desgarrado en ‘Spain for bulerías’. Un nuevo chubasco estorbó momentáneamente, pero paró para dar paso a un trepidante recital del bailaor Farru.
Los guitarras Josemi Carmona, Antonio Rey y Antonio Sánchez, y Chano Domínguez al piano, dejaron constancia de su arte. El racial Antonio Lizana se dejó el alma cantando y al saxo en ‘Silencio de cristal’. El percusionista Israel Suarez “Piraña”, sólida base rítmica del conjunto, destacó en la juerga ‘La tumbona’ y la fiesta fue haciéndose contagiosamente colectiva con emblemáticas composiciones de Lucía:la fanfarre ‘Zyryab’ y la moruna ‘Entre dos aguas’. Caliente bajada de telón para un Jazzaldia que en su redondo sesenta cumpleaños ha vuelto a rubricar calidad creativa, organización y calor del público.

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