GAIAK

Remando en un océano de ruidos


La segunda edición del Boga Boga Festibala donostiarra botó anoche su primer gran cartel en una sala Gazteszena que sustituyó al parque de Aiete. Con aforo lleno, las sesiones de Ithaka, Melenas, Lisabö y Mudhoney bogaron en un mar de altos ruidos y matices sonoros.

Las iruindarras Melenas, durante su concierto en Gazteszena de Donostia. (Jon URBE | FOKU)

No paró de jarrear en toda la semana y era difícil imaginar cinco horas de rock al aire libre, como prometía el festival Boga Boga. El previsto escenario en el parque de Aiete fue sustituido a última hora por la sala Gazteszena, al coincidir con otro concierto vecinal. Y alguien en las alturas cerró el grifo regalándonos un soleado viernes. Pero la audiencia bogabogarra no pareció contrariada y se apiñó feliz en el emblemático espacio de Egia.

Le tocó el honor de romper amarras en Jareño al grupo costero Ithaka. Josune Freire, Arantza Igartua, Leire Olariaga y Eneko Eizagirre parecen querer llegar lejos con ese nombre artístico, quizás por su alma remera oriotarra. De momento, están defendiendo en público las canciones de su debut “Biluzten”, del año pasado. Los animosos sonidos de las tres chicas y el bajista han sido comparados con los de los bizkaitarras Belako y navegan por una paleta de matices post-rock. Para oficiar en el siempre difícil papel de banda más temprana de cartel festivalero, tuvo buena asistencia y salió airosa del reto.


Fiesta colorista


Cambiando los pasajes más oscuros a luminosos y el ruido pesado a las canciones saltarinas, Melenas, formación enteramente femenina, dibujó después un horizonte multicolor. Oihana Herrera, Leire Zabala, María Zubiaur y Lauri Torre acumulan ya mucho escenario pisado desde su debut en disco en 2017 y el “Días raros” de 2020. Las iruindarras presentaban la grabación “Ahora”, del año pasado.

Han dejado en el camino su espíritu más juvenilmente pizpireto para dar más protagonismo a teclados y efectos, que dominan su ‘dream pop’ con un constante tintineo tecno. Sonaron “K2”, la efervescente “Ciencia ficción”, los toques exóticos de “Flor de la frontera”, la nostalgia de “1.000 canciones”, las urgencias de “Primer tiempo” o la rasgada “No puedo pensar”. Una colorista y contagiosa fiesta que exportarán durante esta temporada a México, París o Londres

Catarsis


Por si la audiencia se había relajado en exceso con el presentismo de las pamplonesas, ahí estaba Lisabö para mostrarle la cara oscura de la luna en forma de set descarnadamente intenso. La rueda de dos voces y guitarras, dos bajos y dos baterías de los de Irun gira veloz, saturada de watios, en crescendo, cual bola de fuego, sin apenas despistes ni concesiones. Así llevan viajando un cuarto de siglo y no parecen chirriar por oxidados: el grupo de colegas sigue exudando sincera inmediatez, compañerismo escénico y hasta pasión amical. Aunque en esta ocasión su guitarra y voz Txap Osinaga pareció justo de tono vocal e incómodo.


Los cálidos Joxe Ripiau, de su fallecido paisano Iñigo Muguruza sonaron de ambiente, antes y después de la tronada y como viene siendo habitual, la bandera palestina adornó el escenario. Desgranaron pasajes de su novedad del año pasado “Lorategi izoztuan hezur huts bilakatu arte”, que presentan como cierre de una bilogía con “Eta edertasunaren lorratzetan biluztu ginen” (2018). Con cimas como “Hosto zehargarriak”o “Gutariko bakoitza gara denok”. Una catarsis de rugido y estruendo que Eider Rodríguez ha apropiadamente definido como «poder escuchar cómo suena el vacío y el guijarro cayendo en nuestro precipicio interior».

Padrinos del grunge


Leyenda rockera, Mudhoney siguen siendo emblema del particular ruido que emergió a comienzos de los noventa del siglo pasado en el norteño Seattle. Puede que ya no se lleven los obsesivos trenzados guitarreros, melena al viento y en camisa de cuadros, y que, ya en la sesentena de edad, el frontman Mark Arm, el baterista Dan Peters, el guitarrista Steve Turner y el bajista Guy Madison parezcan viejunos. Que, como se ha dicho, puedan recordar hoy «un momento musical capturado en ámbar». Pero si ellos disfrutan en sesiones honestas y su público lo disfruta igual, más que ámbar, miel sobre hojuelas.


Alternativos en su día, melancólico recuerdo en el presente, su mezcla de actitud punk, de ambiente sicodélico o garajero, de energía puramente rock dibujan un muro de sonido que no deja indiferente. El cuarteto trabajó anoche un generoso repertorio, mayormente de vitamínicas píldoras cortas de metraje, con muchos momentos brillantes como el incendiario y primerísimo “Touch Me I’m Sick”, el deje punkarra de “Little Dogs”, el desgarro en “You Got It”, el compromiso progresista en “21st Century Pharisees” o las pantomimas de “Next Time” y “One Bad Actor”. No sonaron los bises habituales porque la asistencia no los pidió y la organización fue rauda en dar las luces de sala. No se lo merecían los veteranos yanquis que, muy profesionales, se habían desfogado como en sus gloriosos tiempos jóvenes.


Boga Boga, que continuará el próximo fin de semana, cierra hoy su primera fase con el encuentro en Chillida-Leku con el particular dúo catalán Los Sara Fontán, la creadora local Sara Zozaya y el ex Berri Txarrak Gorka Urbizu, con el repertorio de “Hasiera bat”, su debut en solitario.