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Ravel y sus colegas franceses al violonchelo

Int.: Ángel Luis Quintana, violonchelo. Miguel Ángel Castro, piano. Prog.: ‘Dos melodías hebreas’ y ‘Sonata para violín Póstuma’ de Maurice Ravel, ‘Sonata para violonchelo’ de Claude Debussy, ‘Sonata para violonchelo’ de Francis Poulenc. Lug.: Donostia, Sede del Orfeón Donostiarra. 15/08/2025

Ángel Luis Quintana (violonchelo) y Miguel Ángel Castro (piano). (Andoni CANELLADA | FOKU)

El dúo formado por dos músicos canarios, el violonchelista Ángel Luis Quintana y el pianista Miguel Ángel Castro, dio fin al Ciclo de Música de Cámara de la Quincena Musical con un recital que, si bien se pudo disfrutar de principio a fin, no estuvo al mismo nivel que las veladas anteriores del ciclo, por el que han pasado agrupaciones de categoría mundial como el Cuarteto Casals. Tampoco ayudó la acústica un tanto seca del pequeño teatro ubicado en la Sede del Orfeón Donostiarra, pero resultó evidente que, tratándose de dos músicos sobresalientes, su propuesta camerística tenía difícil encaje en la programación de este capítulo concreto de la Quincena.

El programa, sin embargo, no pudo ser más interesante. Centrado en la música francesa, comenzó con las ‘Dos melodías hebreas’ de Ravel, que tienen en el violonchelo la contraparte instrumental más natural al original para voz. Pero lo más interesante llegó justo después, con la oportunidad de escuchar la raramente interpretada ‘Sonata Póstuma’, una obra juvenil para violín que Ravel compuso con 22 años pero que adelanta ya todos los mejores rasgos de su producción posterior. Siendo una obra para violín, la adaptación al violonchelo pareció incidir demasiado en el registro más agudo del instrumento, lo que quizá desnaturalizó un poco el resultado, pero la defensa que hizo Quintana fue muy notable y expresiva.

A Ravel le siguió una de las creaciones más relevantes del repertorio para violonchelo, la ‘Sonata’ de Claude Debussy. Sobre la sólida base que imprimió Castro al piano, Quintana se movió con facilidad por la plétora de recursos tímbricos que pone en juego Debussy en esta partitura de extraordinaria factura compositiva, aunque quizá algunas partes virtuosas resultaron un poco emborronadas. Para coronar el recital, los músicos canarios escogieron la ‘Sonata para violonchelo’ de Francis Poulenc, una creación tan personal como heterogénea en su contenido, que el dúo supo encajar con habilidad en todas sus peculiaridades.