El principio

La creatividad es inherente a nuestra manera de relacionarnos. En ocasiones, como una forma de supervivencia, a veces, como una pulsión irremediable a la que respondemos como buenamente podemos. Se dice también que, durante la infancia, nuestra relación con lo creativo es directa. Funciona sin intermediarios como la cultura o la educación y se basa en un descubrimiento constante del entorno y de nuestro lugar en él. Aprender quiénes somos y quiénes somos respecto al mundo.
Es habitual ver a niñas absortas en el dibujo. Una herramienta que haga alguna marca sobre un soporte es ya un principio de esto. Un palito en la arena, el roce de una piedra sobre una pared, un dedo sobre un cristal sucio, todo sirve para dar lugar a un gesto tan puro. Durante nuestra infancia, el dibujo nos ayuda a conocer los colores, las texturas e incluso desarrollar la capacidad motora de nuestras manos. Más adelante aparecen cuestiones como la representación o la narración y se abre como una manera de comunicación. ¿En qué momento dejamos de dibujar? ¿En qué momento nos hacen pensar que ya no somos válidas para ello? El dibujo forma parte de nuestra expresión más primigenia y siempre ha estado ahí. Diferentes sociedades, contextos y épocas lo han tenido presente y es una de las disciplinas más importantes del arte a lo largo de la historia.
Desde finales del pasado mes de febrero, cuatro salas del Museo Guggenheim de Bilbo acogen la exposición “Obras maestras sobre papel de Budapest”. En colaboración con el Museo de Bellas Artes - Galería Nacional Húngara de Budapest y hasta principios del mes de junio, podremos conocer una selección de piezas que abarca desde el S.XV hasta la actualidad. El dibujo y el grabado vuelven a la primera plana del museo bilbaino y reivindican la relevancia de su papel en la historia del arte. Varios son los grandes nombres que completan el elenco. Podemos valorar obras de Durero, Leonardo Da Vinci, Goya o Rembrandt. Así como disfrutar de los cuerpos retorcidos de Egon Schiele, la sutileza de Dóra Maurer o la abstracción de Moholy-Nagy. Apuntes rápidos, estudios y bocetos son también elementos importantes de esta vastísima muestra.
Desde el planteamiento comisarial, una exposición que abarca tantos siglos posibilita, de un solo vistazo, entender las variaciones técnicas correspondientes a cada época y a cada contexto. Pero, además, la relevancia de la representación gráfica y el papel que ha asumido a lo largo de los años hasta la llegada de otras disciplinas. “Obras maestras sobre papel de Budapest” es una interesante propuesta que da claves para entender el presente de la imagen, pues nada nace de manera espontánea sin formar parte de una cadena en constante evolución. Cerca de ciento cincuenta piezas elegidas para la ocasión nos ayudarán a dar buena cuenta de ello.
No mirar arriba

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