Periodista / Kazetaria

El lince ibérico reconquista sus tierras

El proyecto Life Lynx Connect, un ambicioso programa financiado por la Unión Europea, logra recuperar una especie que estuvo al borde de la extinción hace veinte años y concluye la primera fase con la suelta en campo abierto de una joven hembra reproductora que, a partir de ahora, será supervisada por Gabone Iturrarte, una zoóloga de 29 años de Andoain.

(Ricardo Lourenço)
(Ricardo Lourenço)

Vírgula era el trazo ondulado que utilizaban los aztecas para pintar la cola del quetzal, una de las aves más bellas y escurridizas del mundo. Tanto que al hombre blanco le costó creer en su existencia porque algo tan hermoso no podía existir. Así se llama también la última hembra de lince ibérico -Lynx pardinus- que ha recobrado la libertad en el Valle de Matachel, Badajoz. Vírgula. Pura hermosura envuelta en misterio. El día de su suelta corrió rauda a perderse entre matorrales alejados del sonido del ser humano. Ágil, rápida y fuerte, aunque aún le quede un largo trecho por aprender.

Con un año de edad, el juego de la vida ha comenzado para ella. Durante los próximos meses perfeccionará la técnica para emboscar conejos, su alimento vital, y no desperdiciar ni un gramo extra de su asombrosa energía. Vírgula es casi el último símbolo en la recuperación de una especie que hace dos décadas estuvo al borde de la extinción. De 94 ejemplares que había a principios de siglo en la Península Ibérica, se ha pasado a 2.100. Un milagro portentoso.

Su cuidadora ha sido Gabone Iturrarte, zoóloga andoaindarra de 29 años, máster en biodiversidad por la Universidad de Barcelona. «Es una satisfacción personal formar parte de algo tan importante», asegura mientras otea a la lince perderse entre la espesura de las colinas. «Va a ser una hembra muy destacada. Será una buena amante y una excelente madre para sus futuras camadas», añade con una tibia sonrisa de complacencia.

Es mediodía en uno de los parajes más aislados y hermosos de Extremadura. En la Sierra de Hornachos, la que se eleva sobre las comarcas de Tierra de Barros, La Serena y la Campiña Sur, la abundancia de lluvias registrada esta primavera ha hecho más fértil un paraje silvestre inabarcable. Gabone conoce el lenguaje de los linces. Como técnica de seguimiento del proyecto Life Lynx Connect, una iniciativa internacional financiada por la Unión Europea desde 2020 para salvar a este indómito felino de la perdición a la que parecía condenado, ha consagrado incontables horas de atención a Vírgula, sabiendo qué límites no se deben traspasar cuando la ciencia interviene sobre la fauna salvaje. «Es una hembra que nació en libertad en Campo de Montiel, Ciudad Real, en marzo de 2024, pero completó su adaptación a la vida adulta en el centro de recuperación de la localidad portuguesa de Silves, en el Algarve, uno de los cuatro centros de cría que hay en la Península Ibérica, porque su madre Sirfi murió atropellada cuando ella aún era un cachorro», explica. A partir de ahora, también será la encargada de seguir sus pasos por estos bosques mediterráneos con la ayuda del collar de radiofrecuencia que la lince lleva colgado del cuello y de las cámaras de vigilancia instaladas en puntos estratégicos de la dehesa.

«El trabajo realizado por veterinarios, biólogos, cuidadores y agentes medioambientales con estos animales se basa en la coordinación. Evitamos el contacto, ni siquiera visual, con ellos para facilitar su adaptación al medio natural y que se valgan por sí mismos. No pueden acostumbrarse a la presencia humana para que aprendan a cazar presas vivas y a relacionarse con otros ejemplares. Porque la cría ex situ -en condiciones de control científico o zoológico- debe preservar su hábitat natural al máximo para el desarrollo de sus habilidades sociales que, al final, serán las que le permitan emparejarse y reproducirse», comenta la zoóloga vasca. No es para menos. La destreza del lince para la caza es implacable. Gracias a su visión nocturna y al finísimo oído que les proporcionan unas orejas pinceladas, su efectividad está entre las más altas del reino de los félidos. Agazapado entre la maleza, estudia con detenimiento a sus delicadas presas, analiza la distancia y las vías de escape que pueden encontrar. Y, una vez calculado todo, ataca. Sin embargo, la joven Vírgula está hoy un tanto desorientada, demasiado aturdida para prestar mucha atención a lo que tiene por delante. La libertad puede ser peligrosa. Tardan poco en aprender que deben andar con cuidado. Es lo normal en animales que desconocen su nuevo campo de expansión, un terreno de cientos de hectáreas por el que deberá competir con sus actuales dueños.

El lince es un cazador infalible de conejos, su alimento vital. (Ricardo Lourenço)

Queda la posibilidad de que busque otro lugar como refugio para terminar de crecer y multiplicarse. Porque, aunque el lince es un animal solitario, introvertido y territorial, también es capaz de recorrer enormes distancias. Hay infinidad de casos sorprendentes. Uno es el de Magallanes, un gran macho nacido en el centro onubense de El Acebuche que en 2016 inició un asombroso viaje desde el sur de Portugal y, tras atravesar ríos y montañas, caminos y autopistas, llegó al área metropolitana de Barcelona, a Santa Coloma de Cervelló, donde fue capturado dos años más tarde en un campo de cerezos como si tal cosa. Los científicos que analizan a diario el comportamiento de este animal protegido, sus actitudes y reacciones frente a cualquier estímulo externo, quedaron entre admirados y absortos ante semejante proeza.

MUCHO TRABAJO POR HACER

Gabone Iturrarte no olvida tampoco a una hembra llamada Silene, el primer ejemplar que seguía de cerca. «Su dispersión fue muy ordenada pero alucinante porque recorría 15 kilómetros y volvía al punto de suelta. Luego, otros 15 hacia otro lado, y regresaba. Terminó dibujando un patrón de movimientos en forma de estrella», comenta. Hay decenas de historias indescifrables entre los linces ibéricos.

Iturrarte es una bióloga de curiosidad insaciable a la que no agrada dejar de lado las emociones ni la imaginación a la hora de entender que el medio ambiente es un todo interrelacionado. Su interés por el amenazado lince comenzó pronto. «Se lo debo a mi tía que es bióloga y socia de World Wildlife Fund (WWF). Recibía revistas que contaban que la especie estaba a punto de desaparecer, que se encontraba en una situación muy delicada y había que hacer algo para salvarlo de la extinción. Me enteré que buscaban voluntarios en el centro de cría de Zarza en la localidad de Granadilla, Cáceres, y con 24 años me fui para allí», cuenta. Desde entonces, mantiene una relación con la naturaleza que inspira respeto. «Ahora soy feliz», añade, «y, aunque hemos avanzado mucho en su preservación, aún queda mucho trabajo por delante».

La zoóloga vasca Gabone Iturrarte. (Gorka Castillo).

ESPECIES PROTEGIDAS

Atendiendo a las cifras, puede decirse que el lince ibérico ha regresado de las sombras de la extinción. Según el último censo publicado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), ya hay más de dos mil explorando los campos y montes de diversas zonas de la península. Unos datos extraordinarios que han servido para sacar a este peculiar felino de la lista roja de especies en peligro crítico y situarlo junto a otros trece grupos catalogados de “vulnerables” como el leopardo, el león o la pantera de las nieves. «Es la mayor prueba de que las acciones coordinadas entre ciencia, administraciones públicas y sociedad civil dan resultado», reconoce una de las coordinadoras principales del ambicioso proyecto europeo Life Lynx Connect, María Navarro, que ha armonizado las exitosas medidas implementadas para la supervivencia de una especie endémica de la Península Ibérica durante las dos últimas décadas.

Las organizaciones conservacionistas como WWF consideran que la recuperación experimentada por este felino es una gran noticia para todas las personas y entidades que han formado parte de un proyecto mundial ejemplar. «Nos sentimos orgullosos de haber apostado por el lince ibérico cuando quedaban menos de 100 ejemplares y demostrar con nuestro trabajo que recuperar especies en peligro es posible», se congratulaba el experto en lince ibérico de WWF, Ramón Pérez de Ayala, tras anunciarse el éxito cosechado por esta iniciativa de conservación.

Las crías de lince imitan la técnica de caza que emplean sus madres. (José María Benítez Cidoncha)

Entre las claves de la mejora se encuentran la abundancia de su presa predilecta, el conejo europeo, la restauración de los hábitats de matorrales y bosques mediterráneos donde se asienta, la disminución de muertes causadas por el ser humano, la colaboración de las principales organizaciones ganaderas y cazadoras, los avances experimentados en la cría en cautividad y el incremento de la suelta de ejemplares al mundo silvestre. «Los principios fueron duros. Había que cambiar un sistema. Tuvimos que aprender a sacarlos adelante en cautividad y a preparar a los cachorros para vivir en la naturaleza», rememora María Jesús Palacios, bióloga de conservación y responsable de la sección de Vida Silvestre de la Junta de Extremadura, una de las personas con mayor experiencia en especies en riesgo de extinción en el mundo.

Palacios empezó a participar en los programas de cría de lince en cautividad en 2012, pero antes trabajó en la reintroducción de otros carnívoros en graves dificultades de subsistencia como el ocelote y el jaguar en las provincias argentinas del Chaco y Corrientes. Dice que todos los esfuerzos tienen su recompensa. «Ver a una hembra de lince parir cachorros es absolutamente emocionante», añade la bióloga extremeña.

En Portugal, el proyecto se relanzó en 2009 en el Centro Nacional de Reprodução de Silves, en el Algarve, tras la donación de la hembra de lince llamada Azahar, que vivía en el Zoobotánico de Jerez, y que meses después alumbró dos vástagos tras un cruce con Drago, un peso pesado de cuatro años nacido en cautividad. Pero el momento culminante se produjo el 28 de marzo de 2005, cuando Saliega, una hembra procedente de Sierra Morena, dio a luz a la primera camada nacida en un centro de cría. Otro recuerdo imborrable para los responsables del proyecto Iberlince, antecedente del Lynx Connect, ocurrió el 14 de marzo de 2018 cuando liberaron a Opala en el parque natural del Vale do Guadiana. Desde entonces, la población de lince ibérico, extinguida por completo en Portugal a finales de los años 80, no ha dejado de crecer. En la actualidad hay censados más de 300 ejemplares, de los que 53 son hembras reproductoras con cien cachorros, distribuidos por diferentes puntos del Alentejo y el centro del país. Un éxito de la reintroducción de especies silvestres gracias a una selección genética que ha favorecido una reproducción exitosa. «Estamos hablando de un total aproximado de 400 ejemplares liberados desde 2010 en España y Portugal, que se mueven en una extensión de al menos 3.320 kilómetros cuadrados cuando en 2005 eran solo de 49 kilómetros cuadrados», apunta Palacios.

De hecho, el crecimiento se ha vuelto exponencial gracias a las técnicas de reintroducción acometidas y a la colaboración de organizaciones ganaderas y cazadores. Actualmente, la presencia de lince ibérico se divide en 10 núcleos: Doñana, Sierra Morena oriental y central, Montes de Toledo, Vale do Guadiana, el valle extremeño de Matachel-Ortiga, Valdecañas-Ibores, Sierras Béticas, Campos de Hellín y las tierras altas murcianas próximas a Lorca, donde el felino presta unos servicios especiales al campo. Por ejemplo, ayuda a controlar la población de cuatreros insaciables como el zorro o el meloncillo, cuyas incursiones ocasionales en granjas y fincas de cultivo son la pesadilla de gallinas y conejos. Y cuando es el felino quien provoca un “thriller rural”, la administración pública paga a los propietarios los daños que haya podido causar. Pero es raro que suceda.

Con la suelta de la lince, Vírgula concluye la primera fase del exitoso proyecto Life Lynx Connect. (Life Lynx Connect)

El lince es, a su manera, un carnívoro razonable. Desconfía de las intenciones del ser humano. Hubo un tiempo en el que se practicó una guerra sucia contra él. Algunos le combatieron bárbaramente, con veneno, a tiros. Un río de enfermedades le debilitó. Hoy sería impensable. Cazarlo es un delito contra la Protección de la Flora y Fauna castigado con multas altísimas e incluso la cárcel. Por eso, en el espacio silvestre donde habita, el lince se ha convertido en el rey. Y tiene sus responsabilidades. «Actúa como el superdepredador. Está en lo alto de la cadena alimenticia, estructura el ecosistema, maneja el terreno e impide que los depredadores más pequeños invadan el territorio. Los expulsa, les mantiene la amenaza a raya», certifica la bióloga María Jesús Palacios. El zorro sabe que en lucha abierta con el lince saldría noqueado. O algo peor.

Pese a los avances, este imponente felino sigue amenazado debido principalmente a las fluctuaciones que sufre la población de conejos y a la enorme susceptibilidad de la especie a las enfermedades como la temible mixomatosis, un virus letal que afecta a los conejos transmitida por las pulgas y las garrapatas. La caza furtiva es casi inexistente, pero las alteraciones del hábitat relacionadas con el cambio climático constituyen otro factor de riesgo cada vez más acuciante. Luego están los atropellos que se producen en carreteras de alto tráfico que atraviesan sus lugares habituales de movilidad. «El reto que tenemos ahora es que las poblaciones no se queden desconectadas unas de otras», plantea la responsable del proyecto Lynx Connect, María Navarro. Muchos especialistas no olvidan el caso de Kentaro como gran metáfora del drama.

Kentaro nació en el centro de cría de Silves en 2013. Un año después fue liberado junto a su hermano Khan en los Montes de Toledo, donde este depredador llevaba tiempo desaparecido. Y, a diferencia del resto de linces reintroducidos, los dos hermanos emprendieron un extraordinario periplo. Khan tomó rumbo sur y regresó a Portugal. En cambio, Kentaro se desplazó hacia el norte y no se detuvo durante los dos años siguientes. Recorrió casi 3.000 kilómetros a través de Castilla-La Mancha, Madrid, Aragón, La Rioja, Castilla y León y Galicia hasta que, finalmente, entró en Portugal, caminó hacia Maia y allí fue atropellado. Pese al jarro de agua fría que supuso la noticia, Pérez de Ayala resaltaba la «información magnífica» que proporcionaron los collares con sistemas de GPS que ambos ejemplares llevaban insertados y que sigue permitiendo a los científicos conocer su comportamiento y ubicación. Alrededor del 30% de los linces en libertad están hoy radiomarcados. Como lo está Vírgula. De aquella experiencia extrajeron una valiosa conclusión: Es posible conectar las distintas áreas de movilidad del lince en la Península. Aunque Kentaro no miró atrás, «los linces pueden recorrer entre 40 y 50 kilómetros pero suelen volver a la zona inicial», añade Gabone Iturrarte.

Es por esto que el nuevo programa Life Lynx Connect, dotado con 18,7 millones de euros hasta 2026, centrará buena parte de sus esfuerzos a partir de ahora en la creación de núcleos que permitan la conexión entre poblaciones diferentes. «Ese es el objetivo de la segunda fase del proyecto Lynx Connect que ahora comienza», remata María Navarro. La meta que se marcan es evitar el aislamiento de las poblaciones a través de reintroducciones en Aragón, Madrid, Zamora, Granada, Palencia y, quizá, también en zonas del Sistema Pirenaico donde llegó a campar a sus anchas cuando el conejo abundaba.

Pese a los grandes avances experimentados, el Lynx Pardinus todavía no ha alcanzado la variedad genética de la que ya gozan otras especies emparentadas como el lince boreal, el canadiense -Lynx Canadensis- incluso el gato montés. Por eso, en centros de reproducción como el de Silves, el Acebuche en Doñana o la Olivilla en Jaén se seleccionan los ejemplares que más puedan enriquecer a las poblaciones donde se introducen. «Estimamos que, para alcanzar esa buena situación, se necesitan más de 700 hembras pero, si tenemos en cuenta la tendencia a la endogamia, deberíamos aumentar el número de hembras reproductoras y llegar a un censo de más de 3.000 ejemplares. Con estas cifras, la supervivencia del lince a largo plazo es viable», asegura la bióloga María Jesús Palacios.

El entorno del Valle de Matachel, en Badajoz, se ha convertido en un paraíso natural para el desarrollo del lince ibérico. (Gorka Castillo)

CONSERVACIONISMO AMBIENTAL

Para los especialistas del proyecto Life Lynx Connect, el momento de cantar victoria aún no ha llegado. «Estamos a medio camino, pero continuaremos trabajando para garantizar su recuperación definitiva. Nosotros pondremos el foco en cuidar al conejo de monte y profundizar la coordinación entre diferentes administraciones y las organizaciones involucradas, desde conservacionistas hasta ganaderos», afirma María Navarro. Pero un nuevo peligro se cierne sobre este sensible felino: el turismo. Para los científicos es una fuente de excitación e incertidumbre para el pausado mundo de estos animales. El director de sostenibilidad de la Junta de Extremadura, Germán Puebla, rechaza tajantemente la posibilidad de atraer visitantes con el lince como señuelo. «Se puede observar acompañado de un guarda y la autorización de la dirección de sostenibilidad que previamente comprueba el lugar del guardo para poder verlo de manera ordenada», asegura. En la sierra de Andújar ya se convirtió en reclamo para una nutrida concurrencia y, según diversas fuentes, traspasó algunos límites intangibles. El número de conejos decreció peligrosamente y, con ello, el de su principal depredador. «Hay que regular los ‘safaris-lince’ porque no son buenos para preservar a una especie como esta. Y la gente debe entender que con estas medidas restrictivas también se puede disfrutar de ellos», añade Puebla.

El lince ibérico, el cazador infalible que sale de su guarida cuando el sol declina al atardecer, ha empezado la reconquista de los bosques que otro depredador aún más fiero le arrebató un día. La lástima es que Vírgula no hable. A partir de ahora, tendrán que descifrar sus más íntimos secretos.