«Saber que no estás solo es fundamental»

La cita está fijada en una soleada tarde de primavera en el parque Juan Urrutia de Amurrio, junto a la acogedora sombra de la escultura GUK, una mole de 31 toneladas de acero con la que Ángel Camino quiso representar a todos los vecinos y vecinas de esta localidad de Aiaraldea, a la que Koldo Zurimendi regresó en 2019 tras más de tres décadas en la deportación. Se dice pronto. Se siente agraciado y se declara agradecido por el modo en que sus convecinos le recibieron y facilitaron su regreso a Euskal Herria, a él y a su familia, llegada de Venezuela, y pone en valor el papel que desempeña en casos como el suyo Harrera Elkartea, una asociación que, enfatiza, «llueva o no llueva, sea día impar o par, siempre está ahí».
Hace cinco años le hicimos una entrevista sobre las circunstancias de la deportación. Ahora nos gustaría preguntarle por las del regreso a Euskal Herria. ¿Ha sido difícil? Yo aterricé en dos tiempos, porque tuve que volver inmediatamente a Venezuela, y ya empecé a masticar parte de lo que estaba viendo. Después de tantos años, no solo cambia la decoración del pueblo, las infraestructuras, cambia también un poco la forma de pensar, de socializar. He encontrado una sociedad, a raíz de la globalización, un tanto más parecida, no igual, pero más parecida a las sociedades donde la globalización ha fijado patrones culturales que hacen que seamos más predecibles y reconocibles. No existe tanto ese diferencial que había antes. Obviamente, nos habían contado cosas que nos hacían entender que iba a ser diferente. Si bien que sea diferente no quiere decir que estemos peor. No necesariamente. Yo no puedo quejarme en absoluto, porque hubo bastante gente que me ayudó a absorber todo esto, a insertarme, a volver a trabajar, a rehacer el tejido con mis amigos de toda la vida, mis amigos laborales, algunos jubilados. Mi caso ni siquiera es extrapolable a otros, creo que soy una persona bendecida en ese sentido. He tenido mucha suerte, mi aterrizaje en el pueblo ha tenido muchas almohadillas, no puedo compararme con otros que lo han tenido mucho peor.
En su caso había formado una familia en Venezuela. ¿Cómo afecta eso al regreso? Yo no eduqué a mis hijos en la idea de que íbamos a volver aquí, eso no estaba dentro de los parámetros que tenía en ese momento. Sí es verdad que se dieron una serie de circunstancias que permitieron el volver, eso, y ciertos aspectos en el plano económico que hacían dificultoso que me pudiera quedar de forma sostenible. Por eso lo hice por escalas. La primera vez vine con mi hija pequeña, para tratar de meterla rápido en el sistema educativo de aquí. A mi hijo mayor, sin embargo, le quedaba poco para terminar el bachillerato y era mejor que lo terminase allá. Y en medio nos pilló la pandemia, y lo que iba a ser rápido se alargó un año y medio más. Fue una separación que puso a prueba la fortaleza de la familia. Pero estamos aquí, estamos contentos, mis hijos siguen estudiando y mi mujer y yo estamos bien, porque aquí la vida es mucho más tranquila de lo que puede ser en una ciudad de millones de habitantes.
Ha mencionado el trabajo. ¿Qué inquietudes pesan más, la económica y laboral, los papeles, el encaje en esta sociedad...? Es un poco de las tres cosas, entre otras. La percepción que puedes tener de tus amigos, cómo vas a poder rehacer tu vida aquí. Esa es la principal. Luego, si rehacer tu vida puede entrar dentro de un proyecto económico sustentable. Por la edad, voy a hacer 66 años enseguida, no era el momento más idóneo, pero las cosas vienen como vienen y así hay que tomarlas. Sí es verdad que de alguna forma venía sabiendo de qué iba a trabajar, por una conversación que tuvimos en la empresa hace muchos años y porque había un compromiso de palabra de hace 35 años que han cumplido. Por eso digo que yo no puedo considerar que mi caso sea extrapolable. Son esos elementos que tú has citado, pero sobre todo, el personal. Porque en el exilio ya nos ha tocado vivir con muy poco, en condiciones mucho peores, entonces eso ya está, digamos, en la carpeta. Luego se trata de ver si eres capaz de insertarte, de que tu familia se inserte, esa era la mayor preocupación que podía haber, y eso no puedes aplicarlo como hipótesis, eso lo tienes que bajar a la realidad.
En ese proceso de regreso para las personas deportadas, o presas, ¿qué papel juega una entidad como Harrera Elkartea? En Venezuela se dice «no es cayendo a coba»... Es fundamental. Porque Harrera, de alguna forma, es como ese enganche que hace que la solidaridad se sostenga. Muchas cosas que pueden ser imperceptibles, porque no las tenemos en el foco de nuestra propia experiencia, son los que se encargan de organizarlas. Para mí eso es esencial, aparte de que fue mi colchón, porque vine con una mano delante y otra detrás. Yo sigo participando, y considero que es una organización que debe existir hasta unos cuantos días después de todo.
Porque a veces se piensa que cuando una persona ha salido de prisión o ha regresado de la deportación acaba todo, pero queda camino, ¿no? Cuando una persona vuelve, cuando sale y regresa al pueblo, es un alivio para sus afectos. Luego, el día a día tiene muchas aristas, tiene muchas cosas, y algunas son ácidas, difíciles. Una organización que está ejerciendo la solidaridad de una forma profesional y en un proyecto sostenible merece la pena apoyarla siempre. Porque es una esperanza. Yo vine con sesenta años, y va a haber gente que va a volver mayor que yo, en una condición de dependencia total. Puede que su familia directa ya no exista por edad... Son muchas cosas, y el hecho de saber que no vas a estar solo, estar seguro de que hay alguien que va a estar, más allá de que los demás tengan mayor o menor conciencia a la hora de apoyarte o de sostenerte, saber que hay una organización que va a estar ahí sin que dependa de si hoy es día par o impar, de si llueve o no llueve, es fundamental.

«La idea fundamental es que los presos pasen por la prisión, pero que la prisión no pase por ellos y, sobre todo, que no salgan peor que cuando entraron»

El derecho y el deber de escapar de prisión

Kartzelako euskal literatura, gaur egungoa bezain zaharra

Escapada a unos sanfermines de 1985 con mucha caspa y barracas políticas
