TERESA MOLERES
SORBURUA

Solucionar un terreno

T enemos la oportunidad de comenzar a cultivar un terreno con hortalizas y/o con plantas ornamentales. Al comienzo, todo resulta bastante frenético: visitas a viveros y jardines, y lectura de muchos libros sobre el tema. Para empezar se impone saber la clase de tierra con la que contamos. Para abreviar, tenemos tres tipos que podemos corregir con productos ecológicos.

El suelo con tierra ácida tiene un pH inferior a 7 y características propias. Es pobre en calcio y en él crecen bien las plantas llamadas de brezos, pero es nefasto para el cultivo de hortalizas con fruto, como los tomates. La falta de elementos alcalinos, sobre todo magnesio, en el suelo ácido hace que salgan manchas marrones en los tomates. Para remediar este problema, hay que hacer una enmienda, o sea, cambiar esta tierra aportando calcio, normalmente en forma de dolomía calcinada (óxido de calcio con magnesio) o en su lugar, cal apagada. El aporte de dolomía va bien al pie de los manzanos, porque, en tierra ácida, las manzanas salen harinosas y aportándoles calcio, serán crujientes. Es en este suelo donde las hortensias toman sus intensos tonos azules.

El suelo húmico es una tierra empapada de agua que perjudica a plantas sensibles, como las clematites. Se mejora con aportes de materia orgánica sin descomponer, paja y ramas picadas, que van a ayudar a airear el terreno húmedo para que las raíces no se asfixien. No se tapa esta cobertura. Los árboles que desecan el terreno, como sauces y chopos, pueden mejorar estos suelos.

El suelo calcáreo es el tercer tipo. Conviene medir el pH en diversos lugares y cuando en alguno de ellos encontremos uno superior a 8, hay que intervenir aportando un corrector, como azufre en polvo o sulfato de hierro. Estos productos dan acidez al suelo sin contaminarlo. Además se utilizan para tratar la clorosis amarillenta que su falta produce en las plantas. También viene bien añadir a la superficie los cortes del césped, que a la larga aportan acidez a esa capa. Incluso utilizando estas enmiendas, es poco inteligente pretender cultivar en un suelo calcáreo ericáceas e irán mejor amapolas, camomilas, saucos, serbales y endrinas. Sin embargo, brezos, retama, digitales, helechos, mimosas y pinos, entre otros, crecerán felices en este suelo.