XANDRA ROMERO
SALUD

Avances en nutrición: el colesterol (I)

Con el de hoy, comenzamos una serie de artículos sobre actualización en materia de nutrición y que iniciamos con uno sobre los nuevos avances acerca del colesterol. A menudo, a través de la televisión e incluso de los profesionales sanitarios, recibimos mensajes arcaicos y confusos sobre cómo afecta la alimentación, para bien o para mal, sobre distintas patologías. En relación al colesterol, resulta primordial conocer que es una molécula grasa necesaria para la vida que se encuentra en la sangre. Como la sangre es acuosa y el colesterol grasa, este tiene que circular dentro de unas “burbujas” llamadas lipoproteínas, que en su interior transportan el colesterol.

En función del tipo de colesterol que llevan dentro estas lipoproteínas, existe el conocido como colesterol bueno (HDL), que es el que viaja en dirección al hígado para allí ser destruido, de ahí lo de “bueno”, ya que indica que el cuerpo está eliminando colesterol de la sangre. Y por otro lado, tenemos el colesterol malo (LDL), que se encuentra circulando por la sangre continuamente (de ahí lo de “malo”) para cuando una célula necesite colesterol, tenerlo a su alcance.

Ahora bien, ¿qué es lo que se ha dicho, se sigue diciendo y hasta dónde, lo que sabemos hoy, coincide? Se dice que si tus niveles de colesterol total superan los 200 mg/dl, entras a formar parte de los señalados para tomar estatinas (fármaco para tratar la hipercolesterolemia). Y lo que sabemos hoy es que esta cifra, por sí sola, no indica todo lo necesario para poder ver cómo está el colesterol. Además, la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda que ante esta situación, primero se haga una dieta pautada y controlada durante un año antes de acudir a los fármacos. Además, es necesario aclarar que no vale cualquier dieta de cualquier profesional o seudoprofesional.

También se dice que si el colesterol LDL supera los 100-160 mg/dl, el riesgo cardiovascular es elevado y aquí sí que sí, tenemos todas las papeletas para tomar estatinas.

Lo que sabemos hoy es que los últimos estudios indican que el factor principal de aumento del riesgo cardiovascular es principalmente el número de lipoproteínas LDL (número de partículas), no la cantidad de colesterol que contienen, que es lo que miden actualmente nuestros análisis de sangre. Por lo tanto, este indicador puede ser útil, pero en ocasiones es ineficaz mostrando el riesgo.

Además, se dice que existen alimentos ricos en colesterol, como los embutidos, algunas carnes y alimentos ricos en grasas en general.

Lo que sabemos hoy es que aunque esto es cierto, la realidad es que el colesterol que ingerimos es un factor poco relevante, porque nuestro cuerpo sintetiza por sí mismo la mayor parte del colesterol que utiliza. Comamos mucho o nada de colesterol, en nuestro hígado y otros órganos se sintetiza esa misma o mayor cantidad.

Asimismo, gran parte del colesterol que comemos, lo expulsamos directamente, ya que suele estar esterificado, es decir, en uno de los extremos de la molécula tiene un componente adherido que impide que sea absorbido por nuestro organismo. El colesterol que podríamos absorber es el libre o no esterificado, que es difícil de encontrar en cualquier alimento.

Entonces, ¿podemos hacer algo?