BERTA GARCIA
CONSUMO

Nuevas bombillas

E l cuento de nunca acabar se llama obsolescencia programada y tiene un mago que saca de la chistera nuevas necesidades y productos. Y es que, &discReturn;desde hace unas décadas, los que mandan descubrieron que, como consumidoras, las personas somos insaciables en eso de comprar lo novedoso. Lo último que se lleva, vamos.

Si te resistes y no compras, te lo exigen mediante Decreto-ley. Es el caso de las bombillas (o focos) halógenas, que se apagarán este año y pasarán al baúl de los recuerdos. La Unión Europea ha puesto en marcha un plan para que estos productos, menos eficientes, dejen de comercializarse a partir de este mes de setiembre. No obstante, aún podrán encontrarse (y comprar) los que queden en stock en las tiendas. 

Lo que se pretende con esta medida es que los consumidores cambien a focos con tecnología LED, capaces de sustituir a los halógenos en términos de calidad, eficiencia energética y durabilidad. Las bombillas halógenas (las que no son focos) podrán seguir vendiéndose hasta 2018. 

Y es que, la electricidad y sus soportes están dando un juego la mar de cantarín. En pocos años hemos pasado de la bombilla filamentosa y lúgubre al no va más de la iluminación vanguardista, la denominada LED (por sus siglas en inglés) es decir, diodos emisores de luz como fuente lumínica. «A su favor tienen que son las más duraderas y las que menos electricidad consumen. Apenas tardan en dar toda su intensidad lumínica y, aunque su precio es más caro, son las más eficientes a la larga. En contrapartida, son las más nocivas para el medio ambiente por la cantidad de materiales que se usan en su fabricación y porque no reproducen del todo bien el color», afiman desde la OCU.