IñIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Equilibrio inestable

El mirador de Utsikten, en Gaularfjellet, es la última estructura que se ha construido a lo largo de las rutas turísticas nacionales de Noruega. Desde hace casi una década, el Gobierno noruego ha ido equipando las carreteras comarcales que recorren los espectaculares paisajes del norte del país. Dada la cercanía del círculo polar ártico, estas rutas son únicamente visitables en verano, lo que atrae a un gran número de turistas.

Con el paso del tiempo se ha ido construyendo una red de miradores, puntos de servicio, merenderos o áreas de descanso que incluyen por lo general arquitecturas contemporáneas de gran calidad, firmadas por arquitectos de reconocido prestigio como Peter Zumthor o Ramstad Reiulf.

Conocido como “La vista del inglés” –en noruego, Utsikten–, el lugar era una parada habitual en la ruta que atraviesa la montaña Gaular, situada en la carretera que discurre a lo largo de la costa occidental de Noruega. La zona, que se había convertido en zona de descanso improvisada para los viajeros, ofrece una panorámica espectacular del paisaje de la región. Dada la altitud, el solar se eleva por encima de los 700 metros sobre el nivel del mar y los días despejados el fácil contemplar con una visión clara las altas montañas y los profundos cañones que se sitúan hasta a 15 kilómetros de distancia.

Es en este singular enclave donde Code Arkitektur, un estudio noruego, ha construido una plataforma de hormigón que, mediante una placa continua de 80 centímetros de espesor, resuelve todas las necesidades de la intervención. La planta triangular de la pieza se une a la sutileza de su implantación para ofrecer la sensación de que la estructura parece apoyarse ligeramente en el terreno, como si hubiese quedado suspendida gracias al azar en el borde del barranco. Las dos esquinas más cercanas a la carretera se levantan levemente, y esa forma de alas que sobresalen hacia afuera y hacia arriba elimina la visión directa de los coches, por lo que los visitantes son libres de experimentar el paisaje desde una gran variedad de ángulos, en contacto directo con la naturaleza.

Futuros problemas. Antes del inicio de los trabajos de construcción, con la ayuda de una grúa, maderas y cuerdas, los arquitectos levantaron una maqueta a escala real en el mismo lugar. La estructura se visualizó como un modelo tridimensional, que fue ajustado, corregido y finalmente transferido a una versión informática en tres dimensiones. Este ejercicio aseguró la colocación óptima del proyecto futuro y facilitó al equipo de diseño explotar al máximo las cualidades paisajísticas del lugar, pero también permitió anticiparse a futuros problemas constructivos.

La región queda prácticamente aislada en invierno y la imposibilidad de uso de hormigón armado a bajas temperaturas obligó a planificar con especial cuidado toda la ejecución. La ubicación en el extremo de la montaña y su geometría compleja acrecentaban el reto del futuro proceso de construcción, por lo que esa maqueta previa a tamaño real sirvió también como simulacro, como un ensayo en el que los constructores pudieron palpar el pulso y los retos que ofrecía el lugar. El mirador aparece ahora como un objeto geométrico independiente en el paisaje, y la plataforma de observación utiliza materiales y tecnología que son a la vez ligeras y robustas. Con el tiempo el hormigón adquirirá una pátina musgosa, en la que se irá incorporando la vegetación natural y su color se mezclará con el de la cordillera montañosa. Las barandillas se han realizado con tubos de acero que recorren los bordes de la plataforma de hormigón, y que sirven de apoyo a unas redes de acero inoxidable extendidas, diseñadas para ser lo más transparentes y ligeras posibles, de forma que el visitante quede expuesto al paisaje. Las superficies de hormigón han sido tratadas para conseguir la máxima continuidad entre las diferentes fases de la obra y evitar así las juntas, con el fin de acentuar la forma dinámica de la plataforma y ofrecer la idea de que se trata de una única pieza continua de hormigón. Las esquinas elevadas contienen gradas que proporcionan espacios para sentarse y descansar, así como el acceso a los baños y al terreno contiguo. Además tienen unas aberturas que sirven como salidas para el agua de lluvia acumulada, mientras que durante el tiempo lluvioso es posible buscar refugio debajo de los aleros levantados.

Solo cabría preguntarse si ese equilibrio inestable que el mirador quiere generar era realmente necesario y no hubiese sido más efectivo buscar un equilibrio más natural, en el que la arquitectura no se hubiese erigido como protagonista de la intervención sino como parte de la propia naturaleza.