TERESA MOLERES
SORBURUA

Preparando el terreno

La preparación del suelo es esencial en invierno, por eso se impone un análisis previo para saber si es arenoso, arcilloso, neutro o ácido. Dependiendo de su estructura, añadiremos los elementos necesarios para mejorarlo. Un suelo pesado y húmedo no reacciona igual que un terreno arenoso y bien drenado; para empezar tarda más en calentarse. Y eso que la temperatura varía según sea la exposición y situación del sitio de ubicación. Así, un lugar rodeado de una tapia o situado junto a ella se calentará más y mantendrá mejor la temperatura que la parte expuesta a los cuatro vientos. El lugar abrigado se aprovecha para la plantación de legumbres, también para tomates y berenjenas que demandan muchos grados. Tampoco hay que olvidar las zonas sombreadas y a qué hora lo están. De esta manera, escogeremos las verduras y legumbres de acuerdo a sus necesidades de horas del sol.

Antes de plantar los macizos florales hay que enriquecer la tierra con materia orgánica para que las flores comiencen su nuevo ciclo en una tierra rica. Para ello, hay que extender 4 ó 5 puñados de mantillo por metro cuadrado y luego incorporarlo rastrillando un poco. Si la tierra es muy pobre o arenosa, se impone doblar la cantidad. Puede ser necesario regar un poco antes para que materia orgánica y tierra se mezclen bien.

La materia orgánica de residuos de cocina, mantillo de algas o de estiércol es la más conveniente. Este fertilizante de temporada excluye cualquier otro aporte hasta el verano. Podemos aprovechar los terrenos ácidos donde proliferan los helechos para recogerlos, ya que actúan de aislantes contra el frío al proporcionar un estupendo acolchado, con la ventaja de que se descompone y mezcla en el suelo con rapidez. En general, una vez que la tierra alcanza los 12 grados ya se pueden sembrar verduras y flores siempre que las temperaturas nocturnas no desciendan demasiado a causa de las heladas.

También ahora es buena época para escoger las semillas. La diferencia de climas y temperaturas puede provocarnos cierto desfase para la plantación, que puede ser hasta de quince días a un mes entre los terrenos cercanos al mar y los de montaña. También la lluvia es otro factor a tener en cuenta para los primeros riegos de las semillas, que hay que llevar a acabo siempre de acuerdo a las características de cada clima.