TERESA MOLERES
SORBURUA

Camelias en San Valentín

En Japón las camelias son el símbolo del amor y la armonía, mientras en Europa se pusieron de moda cuando Alejandro Dumas escribió la historia de “La Dama de las Camelias”, conocida por sus amores con famosos escritores y músicos. Siguiendo este rastro y aprovechando la coincidencia de que esta especie florece cerca del día de San Valentín, se la considera la flor de los enamorados.

Se trata de un arbusto o arbolito de hojas persistentes, lustrosas, de un verde intenso y cuya función decorativa abarca todo el año. La floración, a menudo perfumada, dura hasta dos meses sin interrupción.

La Camellia japonica de color rojo es la variedad más popular y, probablemente, fue la primera en entrar en Europa, aunque lo hizo debido a un error. Un lord inglés quiso plantar té (Camellia sinensis) en Gran Bretaña para que sus compatriotas, que son grandes consumidores de esta infusión, pudieran romper el monopolio chino y evitar los costes de su importación. El lord llevó a Inglaterra la Camellia japónica pensando que transportaba una variedad del té y se encontró con una flor maravillosa que, sin embargo, no valía como infusión.

La Camellia sasanqua –de flores blancas y rosadas, con perfume a verde fresco– soporta el frío intenso si no es prolongado. De esta variedad se han conseguido híbridos de crecimiento más rápido. La C. reticulata es rosada y con flores grandes y la tenemos por aquí porque, aunque es bastante frágil, crece perfectamente en la costa atlántica en lugares como Biarritz, por ejemplo. Otros híbridos como la C. lutchuensis tienen hojas pequeñas y flores miniaturas. A las camelias les gustan los suelos ligeros y libres de cal, los riegos programados en verano y una atmósfera algo húmeda. Por el contrario, les desagrada la orientación a pleno sol y las corrientes de aire frío. Es importante vigilar el ataque de pulgones y cochinillas. Escogiendo la variedad apropiada se utilizan para formar setos libres o recortados, junto a otros arbustos, en macizos arbustivos como fondo de vivaces, al calor de un muro, o en tiestos. En tiesto van bien tanto las variedades rústicas como las delicadas, siempre que estén bien protegidas de las bajas temperaturas invernales. Crecen lentamente hasta un metro de altura y aceptan la poda de formación. Los Pazos de Pontevedra, famosos por sus camelias excepcionales debido a la acidez del suelo y la humedad ambiental, son un lugar a visitar.