TERESA MOLERES
SORBURUA

Un paseo por Doñana

Mientras el pueblo de Almonte (Huelva) se prepara para la romería de la Blanca Paloma, entre adornadas carretas tiradas por mulas o tractores y caballistas vestidos a la andaluza, cogemos un autobús todo terreno para realizar un corto recorrido por el espacio natural de Doñana. En ese lugar, por el que pasaron tartesos y romanos y fue coto de caza real, hay dos paradas imprescindibles: una en el aula de la naturaleza y otra de vuelta en el propio camino sin asfaltar, donde el conductor-guía saca un telescopio con trípode e invita a contemplar flamencos de tonos rojos. Se advierten más ejemplares, blancos con pinceladas rosadas, pero no son las únicas aves que hunden sus patas en el limo, puesto que también andan por allí ánsares o garcillas.

En el aula de la naturaleza nos invitan a ver un video sobre el parque natural, pero preferimos observar desde unos miradores construidos con juncos de las marismas a flamencos y garzas, ahora más cercanos, reflejados en el agua. Llama la atención la extensión de pinos piñoneros (Pinus pinea), hasta el extremo de que parece un monocultivo. Ya desde el avión se percibe esta parte de Andalucía cubierta de estos pinares como una inmensa colcha de pompones verdes. Contemplamos ejemplares majestuosos de encinas, fresnos y alcornoques. Estos últimos, viejos y retorcidos, todavía producen corcho. La plantación masiva de piñoneros para obtener piñones se logró después de descartar la opción de cultivar eucaliptus para fabricar papel.

En nuestro camino de vuelta nos encontramos con una laguna que a la luz del atardecer parece blanca porque está cubierta de flores diminutas, manzanilla de agua dicen que la llaman. Hasta que la realidad se impone: no son variedades acuáticas de esta hierba con propiedades digestivas sino ranunculus tóxicos. A lo lejos se puede ver una manada de ciervos, mientras de los linces, hasta hace poco casi extinguidos, nos comentan que se están recuperando.

El guía explica que los conejos, alimento importante en la dieta de las rapaces, están desapareciendo, algunos a causa de la enfermedad y otros de los depredadores. Para ayudar a su recuperación les construyen madrigueras entre los tocones y raíces de los alcornoques cortados.