KOLDO LANDALUZE
CINE

«Mission Pays Basque»

Cuando parecía que el efecto de “Ocho apellidos vascos” se había diluido y tan solo quedaba el eco de las constantes reposiciones televisivas programadas por Mediaset, el imaginario cómico que se le presupone a un pueblo tan serio y poco dado a la broma como el vasco ha vuelto a inspirar un nuevo producto de consumo rápido que vuelve a incidir en los tópicos guiñolescos y el subrayado de la caricatura. En esta oportunidad y dejando a un lado prolongaciones como “Ocho apellidos catalanes” y sucedaneos catódicos como la serie “Allí abajo”, quienes han sido representados en la gran pantalla desde una perspectiva lindante al trazo grueso han sido los vascos “tribales” de Ipar Euskal Herria en la comedia firmada por Ludovic Bernard que lleva por título “Mission Pays Basque”.

Ateniéndonos a lo que hemos podido visionar en los trailers promocionales, lo que se escenifica en esta propuesta no es más que una simple variante de lo que Emilio Martínez-Lázaro ya plasmó en la pantalla: un choque frontal de culturas diversas desarrollado mediante un encadenado de arquetipos convenientemente maquillados para que la risa aflore sin excesivos problemas.

En esta oportunidad, lo que Bernard nos quiere contar no es más que una repetición de los consabidos esquemas del urbanita cuya mecánica cotidiana salta por los aires en cuanto entra en contacto con otro tipo de gente muy alejada de sus cánones. En este caso se trata de una parisina cuya compañía le ordenará trasladarse a Ipar Euskal Herria para llevar a cabo una operación comercial. En este auténtico descenso a la “jungla vasca” la protagonista se adentrará en un universo encerrado en sí mismo y apegado a costumbres tan arcaicas y anacrónicas como su constante pasión por cantar a pleno pulmón, las txapelas, los irrintzis e incluso los kalashnikov. Todo ello en una comedia de enredos sentimentales dirigida por un autor que hasta el momento se ha fogueado como director de segunda unidad en varias propuestas orquestadas por la productora de Luc Besson y que este año ha debutado como cineasta con dos filmes: el que hoy nos ocupa y “L'ascension”, otra comedia igual de amable que “Mission Pays Basque” en la que un joven, sin tener ni idea de alpinismo, no duda en ascender el Everest para demostrar su amor eterno a su compañera sentimental.

Visto que la originalidad no parece ser el fuerte de Ludovic Bernard, conviene recordar que toda esta fenomenología en torno a lo vasco no es más que una mera y poco lograda reiteración de “Bienvenidos al norte” (“Bienvenue chez les Ch'tis”), una película rodada por Dany Boon que recaudó la nada desdeñable cifra de 100 millones de euros solo en el propio Estado francés. En ella se narraba el choque cultural que padece un hombre del sur francés que es destinado a Norte-Paso de Calais. Ya en esta propuesta se tomaban las peculiares tradiciones, el choque de filosofías de vida y las expresiones lingüísticas como fuente de inspiración para todo tipo de situaciones que bordeaban el surrealismo.

Un breve paseo por este mapa de contrastes caricaturizados nos lleva hasta Italia donde, visto el gran éxito que logró Dany Boon, sacaron de la chistera una especie de remake titulado “Bienvenidos al sur” cuya trama respetaba los códigos del original y tan solo incluía un cambio en la escenografía: el viaje rodado por Luca Miniero arrancaba desde el norte de Italia hasta un pequeño pueblo de Campania, un lugar conocido por ser cuna de la Camorra y por el talante pétreo de sus habitantes. Finalmente, topamos con otra propuesta del Estado francés que cosechó un gran éxito, “¿Qu'est-ce qu'on a fait au bon Dieu?”. Filmada por Philippe de Chauveron, esta comedia incidía en los sobresaltos de una familia aristócrata, conservadora y ultracatólica cuyas hijas quieren casarse con hombres de diferentes culturas –gitanos, negros y musulmanes– que provienen de varios rincones periféricos.