TERESA MOLERES
SORBURUA

Hongos en los rosales

Oídium u oídio es una enfermedad criptogámica muy frecuente que cubre las hojas del rosal de una capa blanquecina. Surge en tiempo seco y húmedo, sobre todo con los primeros calores de primavera, porque las variaciones fuertes de temperatura entre la noche y el día pueden activar un ataque. Al igual que con el mildiu, es aconsejable distanciar las plantaciones y podar entre las ramas para que el aire circule y no utilizar el riego por aspersión, con la finalidad de que no se mojen las hojas. Un tratamiento tradicional es a base de leche descremada, porque el ácido láctico es fungicida: Mezclaremos 50 cl de leche diluida en 4,5 litros de agua y pulverizaremos por la mañana (nunca al calor de mediodía) semanalmente hasta la desaparición de la enfermedad.

El mildiu es un hongo difícil de erradicar que produce manchas purpúreas o blanquecinas en las hojas. Aparece con humedad alta, temperaturas suaves y en días de niebla en verano. Cortaremos las partes enfermas y trataremos el rosal con un fungicida sistémico. La misma operación será necesaria en primavera y verano.

Por su parte, la roya es un hongo letal en muchos casos. Primero salen unos bultos en las hojas, luego unas manchas anaranjadas que se vuelven pardas, como oxidadas. Se presenta en el rosal tras las lluvias primaverales, con humedad muy alta, aunque su propagación también se debe a la acción del viento, los insectos y el agua. Para prevenir el ataque hay que eliminar las esporas con una mezcla de aceite mineral y un fungicida.

La mancha negra o marssonia produce manchas oscuras que se agrandan y que hacen que la hoja amarillea y caiga. Aparece con temperatura suave y humedad ambiental. Como con el oídium y mildiu, hay que eliminar las hojas enfermas. Se aconseja un tratamiento con oxido de cobre y decocción de cola de caballo.

Otros remedios para los hongos son el azufre aguado y el caldo bordelés. Además, como prevención se utilizan la decocción de cola de caballo mezclada con purín de ortiga, que resulta ser un fungicida muy eficaz y fertilizante, el bicarbonato de sosa e incluso lejía diluida (2,5cl por un litro de agua) para rociar el suelo. Eso sí, las hojas y flores infectadas son inservibles para hacer compost, por lo que todo el material recogido enfermo hay que quemarlo para evitar el contagio al resto de plantas del jardín. No debemos olvidarnos tampoco de desinfectar la podadora antes de usarla con plantas sanas.