Amaia Ereñaga
estreno de «lurralde hotzak»

Una exploradora solitaria a la caza de imágenes

Este es un viaje que comienza con el trabajo de un apicultor. Luego, en el camino, salta a la Bizkaia de principios del siglo y a las mujeres anónimas rescatadas del olvido por Eulalia Abaitua, la primera fotógrafa vasca de la que se tiene constancia, y sube después hacia el norte, a la caza del frío, de los paisajes donde ha dejado su huella el cine y también al interior del universo personal de Iratxe Fresneda. Sola, con su cámara, la cineasta vasca ha rodado su segundo trabajo, “Lurralde hotzak” (Tierras frías), a concurso en el Festival de Gijón.

Lo importante no es lo que enseñan las imágenes, sino lo que esconden». La frase, en euskara, se escucha en la voz en off de Iratxe Fresneda, autora también del guion, la producción y el rodaje, casi al completo, de “Lurralde hotzak” (Tierras frías), una hermosa película repleta de kilómetros, recovecos, sugerentes imágenes, ideas y capas superpuestas donde el espectador se convierte en una especie de explorador que sigue el rastro de una cineasta en su viaje desde el sur hasta el frío norte. Sola, con la única compañía de su cámara y de los fantasmas del cine que le acompañan, esta mujer nos lleva de viaje por paisajes actuales y del pasado de Euskal Herria, Aragón, Alemania, Dinamarca, Suecia e Islandia, por gente y oficios que ya no están o desaparecerán pronto, y también por su mundo interior... y, de paso, por el nuestro propio.

Después de “Irrintziaren oihartzuna” (2016), el documental con el que investigó y recuperó a Mirentxu Loyarte (Iruñea, 1938), la primera directora de cine vasca, Iratxe Fresneda ha rodado ahora una obra mucho más personal, un reto tanto en lo formal como en lo personal que ha sido seleccionado para competir en la edición número 56 del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX). Dentro del festival, que arrancó el pasado viernes 16 y se clausurará el día 24, se podrá ver “Lurralde hotzak”, esta película arriesgada que se estrena el 22 en la sección a concurso Llendes. Una sección que es, haciendo un símil con Zinemaldia, una especie de Zabaltegi-Tabakalera, ya que agrupa a las propuestas más vanguardistas seleccionadas por el certamen. En esta sección que, por cierto, refleja la eclosión de mujeres cineastas que están consiguiendo innovar el lenguaje cinematográfico, el cine vasco está representado por dos mujeres, con sendos títulos rodados en euskara: “Lurralde hotzak” y el nuevo filme de Maider Oleaga, de quien se estrenará “Muga deitzen da pausoa”, un documental muy personal sobre Elbira Zipitria (1906-1982), la mítica andereño, creadora de aquellas ikastolas clandestinas de la posguerra en Donostia y en cuya casa la cineasta descubrió, años más tarde, que ella misma estaba viviendo.

«Estrenar una película en euskara de riesgo, de cine independiente, en un festival como el de Gijón, en una competición internacional como Llendes supone muchísimo –reconoce Iratxe Fresneda–. Entre otras cosas, supone tener una visibilidad internacional y, sobre todo, la oportunidad de que obras que parten de presupuestos muy pequeños y de un riesgo formal y narrativo muy alto sean vistas fuera de nuestro territorio». Porque competir «fuera de casa» tiene su interés –su anterior película sí la estrenó en el Festival de Cine de Donostia–, pero también su parte de peligro. «La película la hemos finalizado en octubre –explica–. Ha sido un proceso muy largo y, en ese proceso, la han visto diferentes festivales y hemos podido escoger entre diferentes certámenes. Nos hemos quedado con el Festival de Cine de Gijón porque nos parecía que un festival FIAPF (certamen competitivo avalado por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos) nos ofrecía muchas cosas, pero sobre todo una visibilidad internacional y estatal muy importantes».


Un viaje por el presente y el pasado. “Lurralde hotzak” es la primera película de no-ficción de Iratxe Fresneda, doctora de comunicación audiovisual y profesora del departamento de audiovisual de la UPV/EHU, y firma habitual en las páginas de Kultura de este periódico, donde semanalmente sus columnas nos hacen reflexionar sobre lo que le apasiona: el cine... y también la vida. Aunque ficción y realidad no son lo mismo, ¿o, acaso, no existen fronteras? De eso, y mucho más, del oficio de hacer cine y de verlo, va precisamente “Lurralde hotzak”, un viaje cuyo punto de partida es anterior a su proyecto sobre la cineasta navarra Mirentxu Loyarte, ya que arrancó hace casi una década con su investigación sobre el reverenciado por unos, odiado por otros y siempre controvertido cineasta danés Lars von Trier. «El origen de la película son los estudios que yo llevo a cabo para realizar mi tesis doctoral (“Los estereotipos de mujer en la obra cinematográfica de Lars von Trier”), que son estudios en torno al concepto y al estatus de la imagen en nuestros días, en investigar qué es para nosotros, la gente común, el audiovisual y el cambio tecnológico que ha surgido, y qué ha significado en nuestras vidas, en el modo que tenemos de mirar al mundo, y de relacionarnos con las imágenes. Todo eso, con diferentes lecturas y reflexiones, lo he pasado a imágenes para darle la forma de una película de road movie documental en la que, a través de un viaje, lo que vamos haciendo es observar el mundo y de alguna manera, al mismo tiempo que observamos el mundo de nuestros días, vamos haciendo regresiones al pasado».

Lo cierto es que este viaje al pasado lo hacemos a través de imágenes de archivo inéditas, que nos llevan, por ejemplo, a la Euskal Herria de los años 80 –es un curioso material descartado de los Ikuskas rodados por los pioneros del cine vasco– o a recuperar los rostros de las mujeres trabajadoras de principios de siglo ninguneadas por la historia, y de las que dio testimonio con su cámara la pionera Eulalia Abaitua (Bilbo, 1853-1943).

«‘Lurralde hotzak’ tiene un planteamiento experimental, no solo en cuando al resultado final sino en cómo se ha hecho. Yo me puse un reto a mí misma cuando me planteé hacerla en solitario: por lo menos, rodarla yo sola, porque el montaje y la postpromoción conllevan un equipo y entran en juego distintos profesionales. Ha habido lugares, por ejemplo en Suecia, donde he estado sola con la cámara y grabando los sonidos. El resto del tiempo he tenido la ayuda de Txelu Medina, mi compañero, que ha grabado el sonido directo, y en Islandia he tenido una segunda cámara de apoyo, pero el 97% lo he rodado en solitario. El planteamiento es el de una mujer sola, viajando y retratando, de alguna manera escondida y camuflada, sin ser vista. Hay imágenes que hubiera sido imposible captarlas si hubiera estado acompañada de un equipo técnico».

¿Qué queda de la épica de las Cruzadas en el castillo de Loarre, en Huesca, donde Ridley Scott rodó “El reino de los cielos” (2005)? La tristeza que desprende el invierno de Berlín, donde parece que se nos va a aparecer alguno de los ángeles de Wim Wenders (“El cielo sobre Berlín”, 1987), el rastro de Chillida en Lund (Suecia), los restos, en forma de atrezzo, de las películas de Von Trier en Copenhague... En este viaje, introspectivo también y repleto de imágenes evocadoras, contadas con un estilo muy personal, nos «acompañan» cineastas y artistas como Theo Angelopoulos, Bego Vicario, Eulalia Abaitua o Rut Hillarp, y los sonidos del frío se mezclan en una banda sonora con las voces de Uxue Alberdi, Anari y unos acordes, a modo de homenaje, de Joseba Irazoki. «Esta, de alguna manera, se podría decir que es una película puzzle que nos lleva de viaje por el mundo de las imágenes, tanto las contemporáneas como por las que han quedado invisibilizadas y sepultadas por el exceso de las imágenes que nos rodean. Hay en ella distintas capas; cada uno puede escoger la que desee y visualizar la película como quiera, solo tiene que agarrarse al hilo narrativo que tiene que ver con este viaje, que empieza en el sur de Europa y finaliza en Islandia».

Por cierto, que Fresneda no quiere olvidarse de sus «cómplices» en este viaje, como su compañero, Itziar Amunategi, Xabier Iriondo y los museos que han colaborado cediendo archivo. «Es un proyecto en el que mucha gente no creía. Pero a mí me parece maravilloso que algo que parecía inviable pueda rodarse y estrenarse en un festival internacional». Mientras, prepara ya su tercera película, la última entrega de lo que denomina su “Trilogía del registro”: «En la trilogía hablo sobre esas imágenes que captamos y registramos. La primera película, ‘Irrintziaren oihartzunak’, tiene que ver con la invisibilidad, porque, de hecho, Mirentxu Loyarte había sido invisibilizada. En esta segunda parte, ‘Lurralde hotzak’, del exceso de imágenes que habitan en el mundo en el que nos movemos y que nos lleva a una especie de absolutismo audiovisual en el que estamos saturados. Y la tercera parte va sobre con el registro de la memoria, de cómo gestamos y registramos lo recuerdos y todo ello en relación con la personas migrantes de nuestros días».