Iñaki Zaratiegi
cita y despedida en iruñea

Delorean y Oreka TX, cruzando los atrevidos puentes de Mikel Laboa

Los zarauztarras Delorean han terminado su ensayo para la noche en el club donostiarra Dabadaba con dos atentos espectadores: los txalapartaris Harkaitz Martínez de San Vicente y Beñat Iturrioz Pérez. El primero es la mitad del dúo Oreka Tx con Mikel Huarte y se ha unido a Beñat para una cita especial: el concierto de Delorean el domingo 30 en el espacio Baluarte de Iruñea. El cuarteto de sonidos electrónicos ha anunciado su separación como grupo, el bolo de hoy en Donostia es el penúltimo con su espectáculo sobre la obra de Mikel Laboa y el de la capital navarra será la despedida de ese repertorio. Sucederá en la tercera edición del Festival Santas Pascuas, con Joseba Irazoki eta Lagunak en el cartel, y han querido contar para la ocasión con la presencia en vivo de la txalaparta. Mientras Guillermo Astrain y Unai Lazkano ultiman detalles técnicos de su cacharrería sónica, Igor Escudero y Ekhi Lopetegi comparten charla con sus colaboradores de Oreka.

¿De dónde surge la unión Delorean-Oreka Tx?

Harkaitz Martínez de San Vicente: No es exactamente una unión entre ambos grupos, porque lo que Beñat y yo hemos hecho es básicamente trabajar su repertorio con el material de Mikel Laboa, añadirnos a su propuesta.

Igor Escudero: Fue idea de Albaro Arizaleta, del grupo El Columpio Asesino, para el Festival Santas Pascuas. Hemos coincidido bastantes veces con ellos, nos decían que les gustaba mucho nuestro disco sobre Laboa y tuvieron la brillante idea de proponernos que lo hiciéramos con Oreka.

En el disco «Mikel Laboa» hay mucha txalaparta.

Igor E.: Metimos bastante. Hay cachos enteros que son de las canciones originales y muestras que hemos cogido y hemos tocado con el sampler.

Y Oreka Tx añadirá sus aportaciones personales.

Harkaitz M.: Llevamos tres meses enfrascados. Ya has visto los vídeos de Delorean en mi móvil.

Beñat Iturrioz: En las revisiones de Delorean hay pistas originales de txalaparta de los hermanos Artze.

Igor E.: Hay muestras enteras de las bobinas originales y trozos hasta de una nota concreta que tocamos con el sampler de aquella manera.

¿Cómo funciona el encuentro entre la nobleza simple de la madera y la electrónica?

Igor E.: La txalaparta ha tenido siempre una sonoridad como de trance, sin golpes de un instrumento rítmico muy hipnótico al que si le pones un bombo sería tecno.

Ekhi Lopetegi: Canciones trance que escuchábamos hace más de diez años nos recordaban a la txalaparta como elemento percusivo, sentíamos esa familiaridad aunque se tratara de un productor británico. Le he visto siempre un punto muy moderno, totalmente adaptable a sonidos contemporáneos.

¿Los sidreros trasladaban sus ritmos de trabajo a compases de fiesta disfrutando del doble trance del txotx y el ttakun?

Ekhi L.: Algo de ritual habría allí, sí. Por lo menos festivo, de juerga.

Harkaitz M.: La txalaparta proviene de los ritmos del trabajo, que son cíclicos, repetitivos, monótonos. La nueva, la de los Artze, fue una revolución y ya en 1972, en los Encuentros de Pamplona, presentaban un instrumento tradicional, tan primitivo como contemporáneo.

Programados por Luis de Pablo junto a vanguardistas como John Cage o Steve Reich.

Harkaitz M.: Reich actuó en Pamplona y viajó a Usurbil con los Artze.

Ekhi L.: Se entiende bien porque escuchas el minimalismo tipo Reich y una pieza de txalaparta y la fusión surge fácil.

Harkaitz M.: De hecho hay la teoría de que cuando, un año después, Reich compuso “Music for Pieces of Wood” lo hizo influido por la txalaparta.

Oreka Tx ha colaborado hasta con Pat Metheny, ¿fue el trabajo con los vizcaínos We Are Standard la incursión más atrevida?

Harkaitz M.: Bueno, mucho antes, en el primer encuentro Party Aparta de Hernani, tocamos en el Yausika con DJ Kreator. Y después ha habido diferentes experiencias. Lo de WAS fue un tanto puntual, un proyecto en el estudio Red Bull de Madrid.

Oreka Tx estaba antes que Delorean en el universo Laboa porque la relación de Mikel con el mundo de los Artze fue crucial.

Harkaitz M.: Seguramente. Pero desde que Delorean nos propuso esta colaboración, Beñat y yo, que no habíamos tocado juntos, estamos metidos en el universo Laboa desde un punto de vista totalmente diferente que es el aportado por ellos. Es como un homenaje muy desde casa: escuchar de nuevo los temas, pero de manera diferente, darles vueltas y buscar otra versión de lo que Mikel era.

La despedida de Delorean coincide con el décimo aniversario del fallecimiento de Mikel Laboa y un aluvión de iniciativas: caja de CDs, plaza dedicada en Donostia, el documental «Gu Laboa» de EITB, el nuevo libro «Non dago Mikel Laboa?» en la Universidad, murales callejeros… ¿Cuál es la clave de ese reconocimiento?

Ekhi L.: Quizás su lado más experimental. Que no interese solo como intérprete folk de canción vasca. En mi última visita a Nueva York puse su música a amigos que no tienen conocimiento de lo vasco y les maravillaron los “Lekeitio”. También les gustan las canciones tradicionales recuperadas, pero igual no tienen tanta conexión por el idioma, por un montón de cosas. Pero les pones un “Lekeitio” y les suena cercano, lo aprecian. Hace de puente.

Igor E.: Es que la música experimental es un lenguaje universal, no depende de un idioma transmisor sino de la atmósfera, y todo el mundo la puede entender. Hemos explicado que antes de meternos con el disco lo que conocíamos de Laboa eran las típicas canciones que oyes desde pequeño y lo que nos fascinó fue el universo que había detrás: sobre todo los “Lekeitio”.

Mikel Laboa introdujo el pre sintetizador Moog.

Ekhi L.: La casa Elkar nos pasó material original y hemos podido escuchar esas pistas de sinte; son maravillosas. Las lanzamos en una canción en directo. Suele haber atrevimientos que no pasan la prueba del tiempo, pero la virtud de Laboa es que los escuchas hoy y no pierden valor.

Tras la cumbre de público y crítica con «Subiza» (2010), ¿hubo en Delorean un cierto bajón (discos «Apar» y «Muzik») y «Mikel Laboa» (2017) encendió una nueva chispa creativa en el grupo?

Igor E.: Con aquella propuesta que nos hicieron entró de repente aire fresco. Crees que sabes hacer una cosa y de pronto te sacan de tu zona de confort y te obligan a estudiar algo que no conoces, a hacer algo diferente y, como músico, es lo mejor que te puede pasar.

¿Viviendo fuera y girando por medio mundo, ese inesperado encuentro con Laboa, movió la fibra íntima del grupo con su origen, la lengua…?

Ekhi L.: A mí sí: en ese disco dejé de cantar. Recuerdo perfectamente el primer concierto con el disco ya grabado, en Bilbao. Cómo retumbaba la voz de Mikel. Lo hacíamos en inglés básicamente por la influencia de la música que escuchábamos y por desmarcarnos un poco. Y de pronto hubo una conexión íntima con las letras que antes no teníamos. No había interpretado nunca una canción cuya letra estuviera tan en sintonía con nosotros.

Igor E.: Es que tocas “Kantuz” en directo, con Mikel a tope contando lo que cuenta, y te emociona.

Parece entonces significativo que, tras 18 años de andadura, el ciclo Delorean se cierre con Laboa.

Igor E.: Y hacerlo con Oreka es cerrarlo a lo grande. No sabemos cómo saldrá, pero en mi cabeza lo veo grande. Luego hay cuatro fechas de despedida con el repertorio general: el 26 de enero en Donostia (Intxaurrondo), Barcelona, Madrid y el 10 de febrero en el Arriaga de Bilbao.

¿Hay cansancio, vacío creativo, necesidad de cambio?

Igor E.: Un poco de todo. Pero no es porque no hay nuevo disco o por cansancio creativo. Ekhi y yo llevamos un par de años haciendo mogollón de maquetas. Cuando buscas un proyecto, las primeras canciones que haces no van a ser el disco; son pruebas y aparece el camino. Estábamos en ese proceso, pero a la vez todos tenemos otros trabajos y, a la hora de ponernos más serios y llevar a otro nivel lo de las maquetas (grabar otro disco, volver a hacer promo, a girar…), aparecieron puntos de vista diferentes y, al final, estuvimos de acuerdo en dejarlo.

Ekhi L.: Ha sido una maduración natural. Habíamos hecho juntos muchas cosas y si hubiéramos forzado un poco tendríamos otro disco, que no sería continuista y que estaríamos tocando ahora. Pero no resultaba, era ya una cuestión más biográfica de los cuatro: se cerraba un ciclo vital. Cerrar etapa tiene también un punto liberador porque esto es un compromiso grande, implica casi toda tu vida y lo haces con gusto, con aprecio y orgulloso de los logros. Pero cuando lo cierras se te abren cien mil puertas. Es una sensación que creo hemos tenido todos y que es bonita...

Oreka Tx sí sigue. Hay nuevo proyecto: «Maitale».

Harkaitz M.: Cuando se planteó esta colaboración vi a Beñat como pareja más apropiada por las referencias que tenía. Y estoy trabajando en un proyecto de aleak (piezas) no con mi pareja habitual Mikel Ugarte sino con diferentes txalapartaris, maitaleak o amantes para una sola experiencia. Es importante no solo la relación con el maitale específico sino también su entorno. En Canarias con Perdi, de Gerla Beti, que vive allí. Con Javier Olaizola “Jimmi” en el Antic Teatre barcelonés, uniendo txalaparta y frontón. Con Paxkalin Chabagno, en un centro de equinoterapia de Vic, con txalaparta, caballos y danza. Con Ander Sánchez en un experimento de gong y vibraciones…

¿A qué referencias hace alusión Harkaitz?

Beñat I.: Siempre me ha gustado el mundillo de la electrónica. He tocado con muchos otros txalapartaris, pero nunca he tenido pareja estable. He andado siempre de un lado para otro probando cosas nuevas.

¿Con interés por propuestas como Delorean?

Beñat I.: Claro. Los vi ya en Barcelona hacia el 2003, en la sala Sidecar. Estaba estudiando Historia allí.

Harkaitz M.: El último proyecto de Beñat que yo he visto ha sido “Hysteron”, en Biteri de Hernani.

Beñat I.: Fue con la fotógrafa Nagore Legarreta, con fotos mostrando las tensiones que existen entre las mujeres. Las hizo con latas utilizando la técnica estenopeica de cámara oscura. Y construimos instrumentos con latas de atún para las melodías, percusiones… Había también danza o recitados. En la txalaparta me gusta cada vez más el rollo de una sola madera, volver a ese juego que es como un partido de pelota. Porque lo más experimental está ahí: lo que tocaban los viejos.

De momento, el reto está en esa noche del Baluarte.

Harkaitz M.: Sí, desde que empezamos a escuchar el disco nos ha preocupado cómo empastará lo nuestro, que es tan acústico y directo, tan básico (piedra, madera, calabazas, bambús…) con los sonidos de Delorean. Es una incógnita y no sabemos si vamos a enredar más que aportar.

Ekhi: Yo soy más confiado: resultará.