TERESA MOLERES
SORBURUA

Tumores en los árboles

Bajo la corteza de los vegetales leñosos se encuentra el cámbium, que es el lugar donde las células se encargan de fabricar las ramas verdes nuevas durante la primavera. Está formado por una capa muy fina de células embrionarias. Cuando funciona adecuadamente aparecen en la madera dos anillos de crecimiento, uno espeso y claro que corresponde a la madera de primavera; el otro, más fino y oscuro, a la madera de verano. Pero sucede que el cámbium puede “trastornarse” y fabricar tejidos desorganizados en cualquier dirección.

Sobre el fresno, olivo, forsythia, aligustre o adelfas aparecen excrecencias oscuras debidas a una bacteria, la Pseudomonas savastonoi, que aprovecha para medrar las heridas pequeñas de la poda en épocas húmedas y lluviosas. Se dan en troncos, en ramas e incluso algunas veces en las hojas. Generalmente árboles y arbustos toleran bastante bien la presencia de estas colonias bacterianas, aunque las adelfas ven reducida su floración. Contra esta bacteria funciona el rociado de caldo bordelés, que evita nuevas infecciones sobre todo después de la poda.

En otros casos aparecen grandes tumores al pie de los troncos o en las ramas de plátanos, robles, nogales y arces formando unas bolas grandes o verrugas. Los vemos también con formas cilíndricas hasta rodear todo el tronco. En el interior de estas excrecencias, los tejidos leñosos proliferan de una manera anárquica generando fibras enredadas. El origen de estas bolas todavía está sin explicar y no parece ser responsabilidad de un agente parasitario. Su aparición puede verse favorecida por condiciones especiales del suelo, clima y agresiones al tronco. En cualquier caso, el árbol se acomoda bien a estas excrecencias voluminosas que no perturban su funcionamiento ni estabilidad. Como ejemplo, los pies de troncos de los plátanos de la Avenida de Donostia que parecen patas de elefante.

Curiosamente, los ebanistas consideran estos tumores auténticos tesoros pues proporcionan una madera con motivos y colores muy originales, siempre únicos y decorativos para fabricar láminas y tiras de taracea usadas en marquetería y en los salpicaderos de coches de lujo. Su valor varía en función de su dibujo, espesor y la variedad de árbol sobre la que se recolecta.