MIKEL SOTO
gastroteka

El Escuadrón del Veneno

La adulteración de alimentos ha sido una constante a lo largo de la historia, lo que ha dado legislaciones y prohibiciones desde Sumeria, Egipto o Grecia y promulgado reglamentos como la Ley de pureza bávara de 1516 para elaborar cerveza. A finales del siglo XIX y gracias al progreso científico, la industria alimentaria tuvo a su alcance una gran cantidad de nuevos aditivos, colorantes y conservantes que empezó a utilizar sin control. En Estados Unidos, la ausencia total de legislación hizo que el mercado libre hiciera un rentable negocio: los insectos molidos se vendían como azúcar moreno; se coloreaban caramelos con plomo; los corazones de vaca se procesaban, se enlataban y se etiquetaban como pollo y gran parte de la mantequilla que se vendía era realmente sebo o estómago molido de vacas y ovejas.

En su libro “The Poison Squad”, la investigadora del MIT Deborah Blum, narra cómo el “Escuadrón del Veneno”, un equipo de voluntarios liderado por el químico Harvey Wiley, cambió la historia de la seguridad alimentaria para siempre. Desde que lo contrató el Gobierno en 1882, Wiley pasó más de dos décadas denunciando sin mucho éxito los abusos de la industria alimentaria. Finalmente, consiguió que el Gobierno le concediera 5.000 dólares para investigar y reclutó a doce jóvenes y sanos trabajadores de su departamento para que se ofrecieran a comer gratis tres veces al día sin poder comer nada aparte. A pesar de que los voluntarios sabían que se les iba a envenenar, hubo cola para participar en el experimento. Según narra el propio Blum, doce valientes empezaron a comer “comidas muy elegantes elaboradas por un chef profesional. (...)El único inconveniente era que debían aceptar que a la mitad de ellos, en un período dado del experimento, se les iban a administrar aditivos alimentarios sospechosos. Y estos incluían formaldehído, el producto de limpieza Borax o ácido salicílico”.

Estas prácticas no superarían ningún código deontológico y son reprobables pero Wiley llevaba años peleando con el Congreso y con la industria alimentaria y creyó que era la única manera de demostrar la gravedad del tema y atraer la atención de la opinión pública. El terrible experimento fue peligroso, un miembro murió, en un momento dado todo el escuadrón se puso en huelga y, hacia el final, el equipo estaba de uno u otro modo en un lento camino hacia la muerte.

Es impresionante el esfuerzo y el sacrificio de estas personas para conseguir la Pure Food and Drug Act de 1906, una de las más importantes, completas e imitadas leyes de seguridad alimentaria del mundo. Desde entonces, las etiquetas de los alimentos tienen que especificar todos sus ingredientes y es ilegal la fabricación, venta o transporte de alimentos o medicamentos adulterados, mal etiquetados, venenosos o nocivos. Por lo que, cuando algún magufo venga a decirnos que “sabe” que echan ratas a las cremas de verduras, aparte de mandarle a la mierda, podemos recordarle una de las canciones que el pueblo cantó en favor del Escuadrón: “We're death-immunes and we're proud as proud Hooray for the Poison Squad!”.