MIKEL SOTO
gastroteka

Cine, Comedia y Comida

Llevo meses apuntando escenas que mezclen Cine, Comedia y Comida; CCC, como aquella infame empresa que, eligieras el cursillo que eligieras, te regalaba una guitarra. He encontrado más de cuarenta, por lo que trataré de ser más enciclopédico que lírico para recordaros la mayor cantidad posible de momentos en los que se han mezclado estos tres placeres.

Clásicos. El trío humorístico ha estado presente desde los comienzos del cine; ahí está la escena del desayuno de Buster Keaton y Kathryn McQuire en “El navegante” (1923), hace casi un siglo. Escena clásica donde las haya es la de Charles Chaplin comiéndose su bota en “La quimera del oro” (1925), que siempre me ha parecido más auténtica y surrealista que la más ñoña de los panecillos. De los hermanos Marx se podría hablar horas, empezando por “Sopa de ganso” (1933). Es casi obligatorio recordar que su famosa escena del camarote en “Una noche en la ópera” (1935) comienza encargando comida con el incesante “y también dos huevos duros” de Chico. Aunque para mí el mejor crescendo de los Marx siempre será, en la misma película, el de las camas, que comienza cuando un policía interrumpe una comida para cuatro y Otis B. Driftwood (Groucho) finge que está “solito con sus ilusiones”.

“El apartamento”, esa genial comedia escrita y dirigida por un monstruo del cine como Billy Wilder, tiene la hilarante escena en la que Jack Lemmon cocina unos espaguetis en su pisito de soltero escurriéndolos en una raqueta. Es imposible olvidar su hermosa frase a Shirley McLane: «Ya sabes, vivo como Robinson Crusoe, náufrago entre ocho millones de personas. Entonces, un día vi una huella en la arena, y allí estabas... es algo maravilloso, cena para dos».

No es la única vez que un gigante de la comedia como Lemmon cruzó las tres ces de nuestro artículo; lo volvió a hacer en “La extraña pareja” (1968), ayudado, cómo no, de su pareja cómica y hermano en la vida Walther Matthau. El dúo nos regala el gag en el que Matthau exige “Quita esos espaguetis de mi mesa de póquer”, y recibe la contestación de Jack Lemmon “No son espaguetis, son linguini”, tras lo que Matthau agarra el plato y lo estrella contra la pared al grito de “¡Ahora son basura!”.

En “La carrera del siglo” (1965), el inimitable Blake Edwards cumplió el sueño de cualquier niño realizando la más increíble pelea de tartas jamás filmada. La batalla de la pastelería fue grabada a lo largo de cinco días, durante los cuales se lanzaron más de 4.000 tartas en una escena que dura más de cuatro minutos y costó 200.000 dólares “de los de entonces”, que se suele decir.

Escatología y transgresión. Hay que hacer un aparte para la cantidad de películas en las que el humor llega de la mano de la escatología. Sin duda, hay que comenzar con el sketch de la comilona del señor Creosota que literalmente explota con un After eight en “El sentido de la vida” (1983), de los Monty Phyton. Aunque denostada en la saga, creo que “Indiana Jones y el templo maldito” (1984) entra en esta categoría por méritos propios por su cena con sopa de ojos y sesos de mono. Aun así, personalmente, creo que en esta clasificación gana la historia del concurso de tartas de arándano de Culograsa, contada por el maravilloso actor Wil Wheaton a sus amigos en “Cuenta conmigo” (1986), película de Rob Reiner basada en la novela breve “El cuerpo”, del maestro Stephen King.

Apenas he conseguido llegar a la mitad de los 80 y ya se acaba el espacio, por lo que termino prometiendo escribir, como mínimo, otra Gastroteka y hacer un artículo especial con la escena del orgasmo de “Cuando Harry encontró a Sally” (1989), que da para eso y para… ¡dos huevos duros!