MIKEL INSAUSTI
CINE

«Stan & Ollie»

He aquí un proyecto que me provoca sentimientos encontrados, porque con Stan Laurel y Oliver Hardy se confirma el tópico del humorista que vive para hacer reír a los demás pero cuya vida privada es triste y dura. Fue la pareja cómica más querida de mi infancia, y me dolía mucho saber que cuando estaba viendo esas películas en un cine parroquial el bueno de Ollie ya no estaba con nosotros, y que al poco tiempo su fiel amigo Stan nos iba a dejar también. Al parecer no pudo superar la pérdida de su compañero de fatigas y, lo que es peor, el olvido del público. Se tenían que haber despedido con una serie televisiva de la BBC en 1955, que había adquirido sus derechos al hijo de su descubridor Hal Roach, pero nunca se llegó a hacer. Como último título de su filmografía quedó “Robinsones atómicos” (1951).

En vista de que ya no les ofrecían contratos cinematográficos no tuvieron otro remedio que organizar tres giras británicas por teatros entre 1952 y 1953, periodo que resume ficcionalmente la película “Stan & Ollie”, presentada en la clausura del Festival de Londres, y a la que los estelares Steve Coogan y John C. Reilly acudieron vistiendo el tradicional kilt o falda escocesa, conjuntados con el director escocés John S. Baird.

El argumento se basa en el libro de A. J. Marriot “Laurel & Hardy: The British Tours”, según una adaptación del guionista Jeff Pope, conocido por haber escrito para Stephen Frears “Philomena” (2013). Es una hermosa historia de amistad verdadera, la de dos inseparables colegas de profesión que cuando las cosas les van mal siempre se tienen el uno al otro. A la hora de la verdad las diferencias salariales nunca importaron, ya que como creador de los gags Stan Laurel siempre estuvo mejor pagado por Hal Roach, a quien en la pantalla interpreta Danny Huston.

En la difícil etapa postrera, Laurel y Hardy contaron también con el apoyo de sus respectivas parejas sentimentales de entonces, que eran Ida y Lucille, papeles incorporados respectivamente por Nina Arianda y Shirley Henderson. Ambas asumen la comicidad de la función, y son las que están realmente divertidas en su cometido de animadoras de dos payasos tristes, con su salud y facultades mermadas. Una de las giras, en las que visitaban ciudades como Newcastle, Swansea o Hull, tuvo que ser definitivamente suspendida al sufrir Hardy un infarto.

“Stan & Ollie”, que seguramente en la versión doblada se titulará “El Gordo y el Flaco” respetando la tradición, es una producción británica de coste medio que no ha superado los diez millones de euros, pero que ha contado con una estupenda recepción crítica y presencia en los premios anuales. Obtuvo una nominación a los Globos de Oro para John C. Reilly como Mejor Actor de Comedia, tres para los BAFTA, incluyendo la de Steve Coogan como Mejor Actor, y siete para los BIFA del cine independiente británico, en los que repite Steve Coogan.

El comentario unánime de la casi totalidad de las crónicas habla del acierto en la elección de los dos actores principales, tanto por el lado británico (Laurel) como por el estadounidense (Hardy).

Con su dominio de la pantomima y del gag visual nos recuerdan que eran cómicos que venían del cine mudo, y que se adaptaron sin problemas al sonoro al reducir los diálogos a la mínima expresión. Steve Coogan borda los tics con su pelo y el sombrero, mientras John C. Reilly se obsesiona con su corbatín.

Los gestos que los dos actores repiten una y otra vez nunca se hacen repetitivos, al formar parte de una comicidad eterna que sobrevivió a sus propios creadores, quienes sufrieron las consecuencias coyunturales de los cambios de gustos en el público. Hoy en día son objeto de culto cinéfilo y sus colecciones vuelven a ser apreciadas, y no está de más que una película venga a recordarnos que al final de sus vidas no fueron bien tratados.