Nuria López Torres
EL TABÚ de LA HOMOSEXUALIDAD

Irán, bajo el velo

En Irán, las relaciones sexuales entre individuos del mismo sexo está castigada incluso con la muerte; sin embargo, la transexualidad se considera una enfermedad que puede solucionarse con la cirugía. Este reportaje gráfico lanza una mirada personal a la situación de los hombres gais y trans en el país ultraconservador, que combina la fotografía documental con elementos simbólicos de la sociedad persa.

Un edicto religioso que en 1980 emitió el ayatolá Jomeini legalizó las operaciones de cambio de sexo, que permitirían así corregir lo que en ese país se considera una “desviación”. La cuestión es que, en la ultraconservadora Irán, este aparente avance en materia de derechos de las personas transgénero es, en muchos casos, una salida desesperada para numerosos homosexuales que, tras la presión y el acoso de la familia, la sociedad y la policía, toman la decisión de cambiar de sexo para sentirse seguros y amparados por la ley.

«Un día andaba vestida de mujer por la calle, cuando todavía no me había operado, y la policía me detuvo, me llevó a la comisaría y me amenazó tan fuerte que decidí iniciar los trámites de la operación», comenta Sadaf. «Sabía que si me volvían a detener tendría consecuencias muy graves».

Tras cinco años de gestiones y tratamientos para poder realizar el cambio de sexo, Sadaf se operó a finales de 2015 en la clínica del doctor Bahram Mir Jalali, uno de los más famosos cirujanos en materia de reasignación de sexo en Irán. La cirugía le costó alrededor de unos 2.500 euros al cambio, de los que el 30 por ciento los pagó el Gobierno. Como referencia hay que tener en cuenta que el salario medio de un funcionario no llega a los cien euros mensuales.

Sadaf vive de forma precaria en un apartamento al sur de la ciudad de Teherán, una zona económicamente deprimida, pero se supone que ahora puede caminar tranquila por la calle porque ahora es legalmente una mujer. Existe un elevado número de suicidios entre las personas operadas, según afirma el doctor Bahram Mir Jalali, alrededor de un 30 por ciento. La cirugía de cambio de sexo es una cirugía de alto riesgo, y muchas de ellas no acaban de forma exitosa. Todo ello sin contar que la técnica utilizada en Irán no es la más sofisticada para reconstruir unos órganos sexuales femeninos que permitan tener placer sexual tras la operación. Esta pérdida del placer sexual, junto con otras serie de motivos, hace que un significativo número de personas operadas entren en depresión tras la cirugía.

La operación solo soluciona una situación legal, aunque también les libra de la muerte, y en el mejor de los casos de la cárcel y los latigazos, pero no evita el rechazo social y familiar que sigue existiendo tras pasar por el quirófano, ni las secuelas psicológicas que deja en muchos de ellos debido a que realmente no son verdaderas personas transgénero.

Mina decidió operarse en 2010, pero no quiso pasar por un periodo tan largo de trámites y, después de ahorrar la cantidad suficiente fue a operarse a Tailandia, país que, junto a Irán, es el que más operaciones de reasignación de sexo realiza en el mundo. Proviene de una familia humilde de una zona del interior del país. Con 18 años su hermano y su primo le pegaron una paliza. Como resultado de la agresión, sufrió daños en un ojo, lo que le supuso la pérdida de la visión. Mina quiso denunciarlo a la policía, pero su propio hermano la amenazó con matarla si lo hacía. Se escapó de su casa y se fue a vivir a Teherán. En la actualidad, Mina, que durante mucho tiempo ejerció la prostitución para sobrevivir, trabaja limpiando varias casas particulares. En ninguna de ellas saben que es una persona transexual.

La mayoría de las transexuales, aún después de la operación de cambio de sexo, se ven obligadas a ejercer la prostitución como medio de subsistencia. El estigma social es muy fuerte y no les resulta fácil encontrar trabajo, por lo que siguen viviendo de forma marginal, aunque ahora dentro de la ley. Y entra dentro de lo posible que Mina siga ejerciendo la prostitución de forma esporádica, ya que su trabajo de doméstica le proporciona un salario mísero.

Donde no hay homosexualidad. Viven en una sociedad en la que la homosexualidad es uno de los grandes tabús. De hecho, se niega que esta exista, tal y como dejó claro el ex presidente Mahmud Ahmadineyad en la Universidad de Columbia: «En Irán no tenemos homosexuales». Esto conlleva a que la idea más extendida, incluso entre algunos gais, es que si te sientes atraído por un hombre es porque en realidad eres una mujer, y si eso es así, debes de someterte a una operación que arregle ese problema.

Este es posiblemente el caso de Ariyel de 24 años y Barbod de 25, ambos estudiantes de Medicina en una universidad en una ciudad cercana a Teherán. Suelen acudir a los jardines de la Plaza del Teatro, en pleno corazón de la avenida Revolución de Teherán, uno de los lugares donde se dan cita gais y transexuales. Estos jardines sirven de punto de contacto para interelacionarse. Algunas de las trans y gais que lo frecuentan ejercen la prostitución, y aquí contactan con clientes. Todo siempre bajo mucha discreción, ya que parte de los jardines son frecuentados también por todo tipo de personas, y por supuesto, bajo la mirada vigilante de la Policía de la Moral.

Ariyel y Barbod visten de chico. Sin embargo, sus formas extremadamente amaneradas y femeninas los delatan, así como la base de maquillaje que cubre su rostro. Se conocieron en la universidad y desde entonces son amigos inseparables. Cuando se les pregunta sobre el tema del cambio de sexo, los dos responden que quieren hacerse la operación de reasignación de sexo pero que hasta que no terminen sus estudios no se lo plantean y que, de hacérsela, sería en Alemania. Su sueño es salir de Irán y vivir en Europa.

Ninguno de los dos ha hablado con sus padres de su situación, aunque es evidente que sus familias lo saben. En el caso de Barbod tiene el apoyo de su hermana, pero Ariyel no tiene la misma suerte.

En Irán no existe ningún tipo de educación sexual, ni información oficial en materia de diversidad sexual donde las personas puedan ir a orientarse e informarse con expertos en el tema. Incluso las mismas personas que componen el colectivo LGTBI tienen una gran confusión respecto a diferenciar qué es orientación sexual¡ y qué es identidad de género. Es bastante probable que tanto Ariel como Barbod se encuentren entre ese grupo de personas, que tienen muy interiorizado que la transexualidad es la solución adecuada y natural para corregir un “error” de la naturaleza, y así “colocar cada cosa en su lugar”.