Aldama, Zigor
LOS SECRETOS DEL baijiu

El licor que emborracha a toda China

Moutai es un controvertido símbolo nacional chino: refleja la excelencia en el destilado del «baijiu», pero también se ha convertido en icono de la corrupción. Entramos en exclusiva en sus instalaciones.

Uno sabe que está llegando a Maotai mucho antes de que se haga visible este pueblo arropado por un delicado valle en la provincia china de Guizhou, porque la localidad desprende un intenso olor a fermentación que se extiende decenas de kilómetros a la redonda. Es la onda expansiva de la peculiar explosión etílica que tiene aquí su epicentro. Porque Maotai es el hogar de Moutai, el licor nacional de China. Por si el olfato no despeja las dudas, una gigantesca botella de hormigón y 30 metros de altura da la bienvenida a los visitantes, que poco a poco se van sumergiendo en un mundo dedicado en exclusiva a esta bebida: la plaza está presidida por dos gigantescas tinajas doradas, las farolas tienen la forma de los antiguos vasos chinos, y todo está decorado con elementos que dejan claro a qué se dedica la mayoría de los 100.000 habitantes de la ciudad.

Fundada en 1951 tras la fusión de tres destilerías del pueblo, Kweichow Moutai es mucho más que una marca de baijiu, como se conoce en el gigante asiático al licor de arroz y sorgo rojo. Aunque fuera del país sea poco conocida, se trata de la empresa de bebidas espirituosas con mayor valor bursátil del mundo. Sus acciones han multiplicado por seis el precio en el último lustro y sus botellas más codiciadas son objetos de coleccionista por los que se pagan fortunas: en una subasta de 2011, una botella de 1935 se vendió por la cifra récord de 10,7 millones de yuanes (1,37 millones de euros).

Icono chino. Moutai también es un icono de la cultura china. No en vano, fue el licor con el que se brindó en la proclamación de la República Popular, en 1949, y con el que el primer ministro Zhou Enlai agasajó al presidente estadounidense Richard Nixon durante su histórica visita de 1972. Ambos momentos se recuerdan con orgullo en el museo que deleita a los turistas con todos los detalles sobre la empresa. «Si bebemos suficiente Moutai, seguro que podemos solucionar cualquier cosa», dijo el secretario de Estado Henry Kissinger.

Y es que Moutai es una bomba de 53 grados. Pero Zhou Xianlun, responsable de producción, asegura que no provoca resaca. El secreto está en el microclima de Maotai y en los ingredientes utilizados. «Utilizamos el agua más pura y rica en micronutrientes del río Chishui –que disfruta de una protección especial que impide que se establezcan empresas contaminantes a lo largo de su curso–, sorgo cultivado en el valle, y qu –una mezcla de levadura y moho– local. La producción requiere nueve destilados, ocho filtrados y siete fermentaciones, procesos que se hacen siempre a mano», explica Zhou.

Así, no es de extrañar que hagan falta cinco años para producir incluso el Moutai más básico. Y que la botella de medio litro cueste 1.499 yuanes (195 euros). De hecho, es una bebida tan preciada que quienes visitan Maotai solo pueden adquirir un litro por cada carné de identidad mostrado, y la seguridad de los 247 edificios en los que se guardan las tinajas de esta empresa estatal recae sobre el propio Ejército. «El problema es que, como solo se puede producir en esta localidad y con ingredientes autóctonos, es imposible satisfacer la demanda», reconoce el gerente de Moutai, Wu Dewang.

«Nuestro objetivo es pasar de las 48.000 toneladas anuales actuales a las 56.000 toneladas que determinamos como rendimiento máximo de nuestros terrenos. No es posible superar esa cantidad sin dañar el ecosistema o afectar a la calidad, y eso es algo que no vamos a poner en peligro», añade Wu. «Tenemos que considerar Moutai como un recurso natural escaso. Porque la capacidad adquisitiva de la población china ha crecido notablemente, y, como el licor es parte intrínseca de la cultura empresarial, nunca dejará de ser un producto de lujo», sentencia.

La polémica le acompaña. La propia empresa considera que su baijiu es «un símbolo de excelencia y de opulencia». Y eso último es, precisamente, lo que provoca las numerosas polémicas que acompañan a Moutai. Las resume bien un dicho: “Quienes compran Moutai nunca lo beben y quienes lo beben nunca lo compran». Uno de los directivos de la empresa, que pide mantenerse en el anonimato, reconoce que el licor se ha utilizado tradicionalmente como producto para sobornar a las autoridades; también que la compañía vive tiempos difíciles desde 2013, cuando el nuevo presidente chino, Xi Jinping, inició la ambiciosa campaña anticorrupción que se ha saldado con millones de funcionarios amonestados.

«Hemos tenido que poner en marcha una importante reestructuración que ha sido dolorosa pero que nos ha permitido estar mejor preparados para competir en la economía de mercado», añade el directivo. De hecho, Moutai se ha puesto como objetivo exportar al menos un 10% de su producción. «Nuestro plan de expansión internacional está alineado con las políticas de apertura del país. Ya estamos presentes en 66 países y, aunque nuestro público objetivo son los chinos de ultramar, el reto está en convertir a Moutai en una marca internacionalmente reconocida», explica Wu.

Pero, ¿puede el ‘baijiu’ terminar siendo un licor tan extendido como el vodka o el whisky? La mayoría de los extranjeros que lo consumen en China están convencidos de que no. De hecho, la mayoría lo aborrece. «El problema no está solo en el elevado contenido alcohólico o en el sabor, al que no estamos acostumbrados. El problema está en la forma en la que se consume», analiza Iñaki Antoñanzas, responsable de Fagor Automation para el continente asiático y residente durante varios años en Pekín.

El temido «ganbei». Antoñanzas se refiere al grito de ‘ganbei’, que anuncia en los banquetes chinos la obligación de beber de un solo trago el contenido de la copa. Es una costumbre tan extendida y aceptada que la propia Moutai comercializa unas copas ‘de chupito’ que promociona con un curioso dato: hacen falta 66 para acabarse una botella. «Como se bebe mucho, para sobrevivir desarrollamos diferentes técnicas que nos ayuden a soportarlo. De mi predecesor, por ejemplo, aprendí a tomar un poco de aceite antes de las comidas. Ayuda a emborracharse más lentamente y a vomitar cuando es necesario», relata Antoñanzas.

Pero no todos controlan estas técnicas y, desafortunadamente, no son inusuales las muertes por exceso de alcohol en las cenas de negocios. Algunas legaciones diplomáticas europeas incluso advierten sobre este problema, que también ha afectado a trabajadores vascos. «Afortunadamente, desde que Xi llegó a la presidencia, hemos visto una reducción del consumo de alcohol. Y las nuevas generaciones se están pasando al vino tinto», apunta Antoñanzas esperanzado.

Ese cambio en las costumbres supone un riesgo para Moutai y Wu reconoce que ya han comenzado a lanzar productos diferentes –con menor graduación y un abanico de sabores más amplio– para acercarse al público joven. Pero las estadísticas que proporciona el directivo demuestran que, de momento, el negocio va viento en popa: «En 2018 tuvimos unas ventas cercanas a los 90.000 millones de yuanes (11.700 millones de euros), cien veces las de hace veinte años, cuando entré en la empresa. Somos uno de los diez condados con mejor rendimiento económico del país, y la empresa aporta el 90% de los impuestos que pagan todas las compañías estatales en la provincia».

Pero, aunque en Maotai es la marca más conocida, Moutai no es la única que produce ‘baijiu’ en el valle. Al calor del negocio han nacido innumerables destilerías familiares que crecen a la sombra del gigante. Tian Shaobo dirige una de ellas: Yizui Fangxiu, que se puede traducir como ‘bebe hasta que te emborraches’. «De media, vendemos una tonelada de licor al día. Nuestros precios son atractivos porque son más bajos que los de Moutai, pero la calidad es similar», afirma. Su licor más barato cuesta apenas 100 yuanes (13 euros) por medio litro, aunque el más popular se dispara hasta los 400 (52 euros). «No es igual que el de Moutai, pero cuesta una tercera parte», señala Tian.

Otros empresarios menos honestos prefieren hacer negocio con falsificaciones de Moutai, que se han convertido en un quebradero de cabeza para la empresa. Solo en enero del año pasado, la Policía destruyó 3,7 toneladas de Moutai falso, y, cinco meses después, el portal de comercio electrónico JD reconoció que le habían colado cinco remesas de licor que no tenía nada que ver con el etiquetado. Ese sí que provocaba una resaca olímpica.