TERESA MOLERES
SORBURUA

Cuidados de primavera

E l áster y el crisantemo, igual que otras vivaces grandes, necesitan en primavera tutores o soportes para que las lluvias no los deformen. Lo más práctico para evitar los tutores es pinzarlos, con el objetivo de que permanezcan bajos y tupidos. El pinzamiento consiste en la eliminación del ápice del tallo con los dedos índice y pulgar para promover su ramificación. No obstante, si se plantan las vivaces juntas se sostendrán unas con otras. Hay que evitar un exceso de compost que fragiliza los tallos.

Cuando las vivaces con estacas son altas, el viento doblará los tutores y los tallos de las flores. Lo mejor es rodearlas con soportes de bambú o de plástico en círculo en alturas regables, a la medida de las plantas.

También están las coníferas. Una conífera joven de más de dos metros de altura no se puede mantener con un tutor de madera. En este caso, es necesaria una sujeción tensada, que consiste en atar la planta a dos tercios de su altura con tres hilos de hierro alrededor del tronco, protegiendo ese tronco con un collar plástico para que el hilo no se hinque en la madera. Después, los cabos de los hilos se atan muy tensos a estacas hincadas en el suelo. Esta instalación se mantiene durante dos años, el tiempo suficiente para que el árbol sea capaz de sujetarse con sus nuevas raíces.

Aún estamos a tiempo para detectar los destrozos ocasionados por los limacos y comenzar a erradicarlos antes que desaparezcan las semillas y los brotes jóvenes. Si observamos hojas con mocos brillantes, significa que los limacos ya han entrado en acción: aunque no los veamos, están ocultos en sus refugios húmedos durante las horas diurnas. Entonces, alrededor de las plantas amenazadas se debe extender un cordón de ceniza de madera, que impide a los limacos cruzarlo, y regar sobre el suelo una preparación que contenga nematodos, los gusanitos parásitos de los limacos.

Existe una regla para regar los árboles y arbustos de plantación reciente: evitar los riegos escasos y diarios que hacen que las raíces permanezcan siempre en la superficie. Es preferible un aporte semanal de diez litros de agua, con regadera o un sistema de riego local, y mojar hacia el exterior del cepellón para que las raíces busquen nuevas zonas húmedas. Un tubo poroso en círculos concéntricos alrededor de la planta sirve para empapar la tierra.