XANDRA ROMERO
SALUD

Pesticidas vs. ultraprocesados: ¿qué es peor?

El mes pasado, el portal de noticias de una conocida cadena de televisión se convertía en la diana de las críticas no solo de los profesionales de la salud, sino de buena parte de la sociedad. ¿La razón? la descontextualización reflejada en un tweet y una noticia sobre alimentación en la que la cadena ofrecía un titular totalmente sesgado y que infundía confusión y miedo respecto a los alimentos que debemos y no debemos comer. En el titular se aportaba información en la que se insinuaba que los alimentos procesados son mejores que las frutas y verduras. Cito textualmente el titular: “Las frutas y las verduras contienen un mayor porcentaje de pesticidas que los alimentos procesados”.

También es cierto que, al pinchar sobre el texto, el contenido no tenía nada que ver con el titular, ya que hablaba sobre la presencia de pesticidas en frutas y verduras y explicaba que los productos europeos contienen un nivel de pesticidas muy bajo. La noticia se centraba en un estudio llevado a cabo por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria que había publicado un informe sobre el tema. Este organismo se encarga de controlar el nivel de pesticida en este tipo de alimentos, para asegurarse que no resulte perjudicial para la salud. En el mismo, donde se han analizado casi 90.000 alimentos, señalan que aunque cerca del 96% de las muestras estudiadas demostraban que había restos de pesticidas, estos estaban dentro de los límites del marco legal.

En el mismo informe, se detallaba que solo el 4% de los alimentos estudiados superaban el límite de pesticidas establecidos por la legislación: la chirimoya, las hojas de cilantro, la albahaca y los frutos secos. Supongo que es de aquí de donde sacaron tal titular. Resulta más que evidente que si algo puede tener trazas de sustancias químicas es la chirimoya y no un donut que es un producto y no un alimento de verdad.

Evidentemente, los pesticidas nos asustan pero recordemos que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha concluido que la probabilidad de que la salud de los consumidores corra peligro debido a la exposición a estas sustancias es baja. Por lo que, de momento, no es necesario alarmarse porque estén presentes en los alimentos que comemos.

Sin embargo, creo conveniente recordar que los productos (que no alimentos) ultraprocesados, y esto está contrastado, han sido diseñados para presentar unas características que, en conjunto y a la larga, favorecen el sobrepeso además de aumentar el riesgo de cáncer y de otras enfermedades.

¿Por qué resultan peligrosos? En primer lugar, por su mediocre perfil nutricional: llevan gran cantidad de azúcares, edulcorantes, grasas y aceites de escasa calidad.

En segundo lugar, por su elevada palatabilidad pues los ultraprocesados tienen una combinación concreta de texturas e ingredientes que han sido seleccionados y mejorados por expertos con el objetivo de lograr sensaciones especialmente placenteras. Esto provoca un aumento del deseo por ellos, hasta el punto de llegar a tener puntos en común con las adicciones.

En tercer lugar, preocupa su escasa saciedad. Debida a su composición –por ejemplo, por la escasez de fibra dietética o de proteínas, o por su reducido volumen tras masticarlo–, los ultraprocesados no favorecen la sensación de llenazo, lo que unido al último punto, su elevada digestibilidad, hace que su consumo se vea incrementado. Y es que se comen con mucha facilidad y se digieren rápidamente, siendo absorbidos pronto, pudiendo provocar respuestas extremas de nuestro metabolismo, que si ocurren de forma sistemática quizás puedan alterar su adecuado funcionamiento.

En conclusión: ya que algunos profesionales de la información prefieren mostrar titulares tan sensacionalistas con algo tan básico como la alimentación, ruego que como sociedad, seamos críticos y no nos dejemos arrastrar por semejantes corrientes de pánico.