IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Otras vidas

La firma de arquitectura con sede en Nueva York y Nápoles, Lotek, ha diseñado un edificio residencial modular utilizando 140 contenedores de mercancías que han reciclado. El proyecto se sitúa en una parcela triangular en el distrito de Maboneng de la ciudad sudafricana de Johannesburgo, un área de reciente transformación y en constante renovación urbana. Este nuevo edificio responde al deseo de la ciudad de repoblar su centro a través de nuevos modelos, y de generar viviendas a precios muy asequibles.

El estudio de arquitectura Lotek es especialmente conocido por su trabajo innovador con contenedores de mercancías estándares. Una forma de reutilización que extiende el ciclo de uso de los objetos ya fabricados, es decir, les aporta una nueva vida. Tal y como ellos mismos explican, el nombre de su oficina, Lotek, aúna las palabras low –baja– y tek que proviene de tecnología, una seña de identidad que entremezcla los bajos costes con un diseño innovador y arriesgado.

Apilados, los módulos crean dos estructuras de siete pisos dispuestas en forma de V. El espacio intermedio se ha convertido en un patio compartido con pequeños espacios verdes y una piscina. Los pasillos exteriores también miran hacia ese interior compartido, lo que brinda a los vecinos la oportunidad de conversar afuera frente a sus apartamentos o de divertirse juntos en el patio de la planta baja. El distrito de Maboneng se ha enriquecido así con un nuevo lugar de encuentro.

En ese sentido, el bloque de Maboneng se concibió con un exterior que parece el de una gran valla publicitaria, donde dos volúmenes separados de contenedores apilados encierran un patio común. Los espacios comerciales se han colocado en la planta baja a lo largo de la carretera del lado sur, amplificando así la relación del edificio con el barrio en el que se asienta.

El resto de la planta baja, así como los seis pisos superiores, están íntegramente dedicados a viviendas. Todos los apartamentos son espacios de planta abierta, que varían entre los 28 metros cuadrados del más pequeño y los 56 del mayor. Cada apartamento consta de dos o tres contenedores. Todas estas unidades de vivienda incluyen un espacio al aire libre a lo largo de las galerías que dan al patio; auténtico epicentro de la vida colectiva de los residentes.

Los alzados interiores quedan articulados por escaleras, así como por la torre del ascensor y los puentes que conectan todos los niveles, es decir, por los elementos de comunicación y acceso a las viviendas. Esos caminos de circulación están permanentemente activos, ya que las viviendas se expanden hacia el exterior adueñándose de parte de esos espacios. Los propios contenedores se apilaron y cortaron in situ, antes de combinarlos para formar las unidades residenciales. Un gran corte en diagonal, desde la esquina hasta el centro de cada contenedor, genera grandes ventanales que, a su vez, crean el patrón gráfico que ordena el conjunto hacia el exterior. Un tratamiento gráfico que, junto a los colores azules y verdes, da cierto orden y carácter a las fachadas del nuevo edificio.

Rescatados del desguace. Los contenedores de mercancías verdes y azules se seleccionaron en un desguace cuando iban a ser triturados para ser fundidos. Las ventanas se asientan en los cortes triangulares o trapezoidales de las paredes. A esa composición geométrica se suman los colores brillantes y las letras más grandes que los contenedores mantienen de sus vidas anteriores, el diseño general de la fachada es dinámico y se asemeja al de un gran cartel.

En Johannesburgo, las secuelas del apartheid siguen siendo evidentes incluso hoy en día, prácticamente 30 años después de su abolición. Se han abandonado grandes áreas del centro de la ciudad y la tasa de criminalidad es alta. Sin embargo, en el nuevo distrito de Maboneng ha surgido un joven contra-movimiento que promueve el arte, la música callejera y en cierto sentido la alegría de vivir. Los antiguos edificios industriales se están llenando gradualmente de cafés, boutiques y galerías, atrayendo a decenas de turistas.

Este proyecto de contenedores de Lotek, que se completó en 2017, es en muchos sentidos una buena respuesta a esa actitud abierta del vecindario. La fachada destaca con su grafismo pseudo-tipográfico detrás de los antiguos edificios, algunos de los cuales todavía están vacíos, y establece un acento de colores vivos que reclama una nueva normalidad. El objetivo es ofrecer un espacio de vida económico para gente joven y creativa con el fin de seguir promoviendo el desarrollo en Maboneng, y fomentar así otra forma de vivir.