IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Ocupar el lugar

El diseño de una exposición depende de múltiples factores. Las obras de arte se erigen como elemento principal y alrededor de ellas se diseñan el resto de los componentes que la conforman. En este listado aparece desde la señalética a la iluminación, pasando por la información de sala o el recorrido de cada visitante. Como es obvio, uno de los factores que marcará dicho diseño es la disposición arquitectónica de la propia galería. El lugar en donde sucede la muestra condiciona todos los aspectos de su diseño.

Durante las vanguardias, la modernidad creó el concepto “cubo blanco”. Una manera de aislar las obras para que pudieran ser valoradas en su justa medida y lejos de cualquier contaminación externa. Esta manera de entender el lugar expositivo, que aún llega hasta nuestros días, pretendía eliminar cualquier rastro arquitectónico que desviara la atención del público. El espacio neutral propondría por tanto una limpieza completa de todo lo que rodea y las paredes y suelos actuarían solo como un escenario en donde dejar que la pieza hablara por sí misma. Sin ventanas y con luz cenital, el exterior no interrumpiría ninguno de los procesos que allí suceden.

A día de hoy, las paredes blancas y los ambientes diáfanos siguen dominando los lenguajes museísticos. Sin embargo, existen trabajos que toman esto como un ingrediente más para el diseño visual de la muestra. Asumir el espacio que se habita como parte de las posibilidades formales de un planteamiento es una apertura hacia caminos que la propia obra no había explorado antes. En ese momento, la situación específica de la sala propone nuevas maneras de interpretar un montaje, aportando matices que hasta ese momento no habían terminado de nacer.

El pasado 23 de octubre, la galería bilbaina SC Gallery de la Calle Cortes inauguró, y hasta el próximo 20 de enero, “Anormal”, a cargo del artista vizcaino Ismael Iglesias (Durango, 1974). Paredes y suelos aparecen desbordadas ante una ingente cantidad de piezas, en su mayoría pictóricas. Como si se tratara de ocultar cualquier rastro blanco de la pared, varios lienzos se acumulan ordenadamente proponiendo texturas en ocasiones reconocibles.

Por otro lado, emerge de todo el montaje una abstracción que parece intentar desorientar las herramientas con las que nos enfrentaríamos habitualmente a una exposición. Una combinación de colores, formas geométricas y telas con brillo se agolpan entre obras de diferentes tamaños. Una onda expansiva que arrastra nuestra percepción y que nos obliga o bien a dosificar nuestra mirada o a dejarnos llevar por la apabullante propuesta. Iglesias parece intentar sacarnos de una comodidad apoltronada. Nuestra visita no podrá ser meramente contemplativa y requerirá de un compromiso activo. Deberemos permitirnos divagar por los entresijos de los recorridos visuales, tan coloristas como sugerentes. Buscar un mapa propio desde el que descubrir nuevas rutas que nos alejen de la normalidad.

La sala de exposiciones de la fundación BilbaoArte alberga hasta el próximo 20 de noviembre el proyecto de Irati Urrestarazu (Altsasu, 1989). “Albo batera utziz” nos invita a visitar el resultado del proyecto desarrollado por Urrestarazu durante su residencia en el centro el pasado año 2019. En un primer vistazo el color blanco y el amarillo dominan la propuesta cromática perfectamente engarzada. Una gasa semitransparente que se derrama desde el techo, divide la estancia. Piezas translúcidas, tan frágiles como firmes, se posan armónicamente en un diálogo entre materiales. La huella de los procesos se intuye y se deja al descubierto como un código compartido por todos y cada uno de los elementos.