XANDRA ROMERO
SALUD

Navidades libres del estigma de peso

Durante este año, hemos pasado por situaciones que nunca creímos posibles y eso ha hecho que hayamos tomado conciencia de muchas cuestiones que creíamos insignificantes y seguro, hemos aprendido. Sin embargo, si algo ha puesto de relieve la pandemia y el consiguiente confinamiento, es la necesidad de control y/o evasión que tenemos los seres humanos cuando nos tocan un poquito nuestra estabilidad.

De este modo, algunos por necesidad de sentir control sobre la situación y otros como forma habitual de evasión, se pasaron de rosca en eso de evitar engordar durante la pandemia.

Sin embargo, sobre esto, no se habla pero se ve en las consultas de nutrición y psicología, sobre todo, en chicas y chicos jóvenes que, ante la presión social de la televisión y las redes sociales y el miedo inducido a engordar durante la pandemia, han visto en perder peso una motivación.

No obstante, se acercan las fiestas navideñas, y, a pesar de que este año serán unas navidades extrañas, lo cierto es que hay algo que no ha cambiado: de nuevo igual que durante el confinamiento anterior y todas las navidades anteriores, los comentarios, memes y avisos sobre la posibilidad de engordar, vuelven a estar a la orden del día.

Quizá alguien se moleste ante este símil pero, a veces pienso que la internalización del sesgo del peso se parece a los micromachismos: un machismo sutil culturalmente aceptado, igual que las bromas y comentarios “sin mala intención” sobre el peso, están socialmente aprobadas pero eso no las hace inocuas.

Dado que el peso corporal se considera en gran medida controlable, el estigma sobre él (la devaluación social de quienes tienen sobrepeso) no está sujeto a las normas sociales que condenan la expresión abierta del racismo y el sexismo. De hecho, el rechazo de los compañeros basado en la percepción de exceso de peso es normativo.

Buen ejemplo de su no inocuidad son sendos estudios de revisión como el “Weight-related teasing and internalized weight stigma predict abnormal eating attitudes and behaviours in Emirati female university students” o “Paradoxical eating responses to weight stigma”, ambos publicados en la revista Appetite y que constataron las siguientes conclusiones:

Las burlas relacionadas con el peso y el estigma del peso internalizado predicen actitudes y comportamientos alimentarios anormales en jóvenes. Existe una fuerte relación entre las actitudes alimentarias anormales, las burlas de peso, el estigma del peso internalizado y la autoestima.

La sintomatología del trastorno alimentario se correlaciona positivamente con la molestia de las burlas de la familia, los amigos y otros, y el estigma interiorizado del peso. En este sentido, la vergüenza y la culpa relacionadas con el peso y el cuerpo fueron el predictor más fuerte de la sintomatología del trastorno alimentario.

La asociación entre las experiencias de estigma del peso y las conductas alimentarias alteradas (alimentación emocional, alimentación incontrolada y alimentación sin control) está mediada por la internalización del sesgo de peso y la angustia psicológica.

La evidencia correlacional sugiere que la experiencia de estigma del peso está asociada con el riesgo de atracones y un menor interés en el ejercicio físico y las dietas, en niños y adultos.

Asimismo, y para que entendamos que todos tenemos interiorizado el estigma del peso, este otro estudio de revisión “Parental attitudes, body image disturbance and disordered eating amongst adolescents and young adults: A review” advierte que los datos disponibles sugieren que los padres y la familia son fuertes comunicadores de presiones socioculturales.

Se ha demostrado que las influencias de los padres a través de mensajes verbales y el estímulo activo tienen más impacto en las preocupaciones corporales y los comportamientos alimentarios de la descendencia que la presión que puede ejercer, por ejemplo, el modelaje. Tanto las madres como los padres son fuentes importantes de influencia para su descendencia.

Así, estos estudios, destacan el papel de las influencias de los padres y la familia en general en los modelos socioculturales del desarrollo de la insatisfacción corporal y las preocupaciones por la alimentación.

Por todo esto, tenemos la oportunidad y la responsabilidad de hacer totalmente diferentes estas navidades y, no solo por la reducción de los comensales en la mesa, si no por nuestra actitud más responsable en relación a ciertos comentarios. Por esta razón, intentemos:

– No hablar de dietas y conductas restrictivas.

– No comentar nada sobre el aspecto físico, peso, cuerpo de nuestros familiares. Seguro que no nos lo ha preguntado nadie.

– No hablar sobre la necesidad de “machacarte en el gimnasio” para compensar los excesos de esa comida que estamos comiendo.

–Y para los sanitarios en general, que no ejerzan ni toleren inadvertidamente las burlas basadas en el peso ni aumenten el estigma y la vergüenza relacionados con el peso de sus pacientes.