Iñaki ZARATIEGI
«White Riot», el rock frente al racismo

A guitarrazos frente al fascismo

En la confluencia de los años 70-80, la provocadora presencia callejera de una extrema derecha neonazi y racista se topó con la masiva explosión musical punk-ska-reggae del movimiento RAR (Rock Contra el Racismo). La riqueza cultural y militante de aquella experiencia británica dejó huella internacional, incluido el Rock Radical Vasco, como recuerda Fermin Muguruza. Cuatro décadas después, el documental «White Riot» da testimonio de aquellos vibrantes días de música y movilización.

Fotografía: Syd Shelton
Fotografía: Syd Shelton

En 1967 se había celebrado el “verano del amor” hippy, un canto a la fraternidad interracial, y en 1968 ardieron movilizaciones internacionales, de París a México. En 1969 los multitudinarios festivales de Woodstock, Isle of Wight (reaparición de Bob Dylan) o Hyde Park (homenaje de los Rolling Stones al fallecido Brian Jones) cerraban una década de revolucionarios cambios sociales, con el rock como banda sonora y Londres como meca de la modernidad.

Una década después la “dama de hierro” Margaret Thatcher buscaba arrumbar el socialdemócrata Estado de bienestar, no había ya plácidos melenudos en Picadilly Circus y la ácida resaca del “make love” había derivado hacia el cabreado punk rock del “no future”. En los barrios populares se compartían gustos musicales racialmente mixtos (soul, ska, reggae…) y había una particular metamorfosis estética entre rudeboy y skinhead..

Pero en el melting pot postcolonial existía mucho racismo contra los inmigrantes y algunos jóvenes skins o “cabezapeladas” practicaban el “paki-bashing”, agresiones a propiedades y emigrantes orientales, con más de un asesinato en su haber (Tosir Ali, Altab Ali). El odio racial alcanzaba un preocupante apoyo político, organizativo y movilizador entre los seguidores del neo fascista National Front (NF).

Cartel pidiendo la disolución del SPG, recién estrenado cuerpo antidisturbios que disolvió duramente una protesta pacífica contra los nazis, asesinando al enseñante Blair Peach y boicoteando la investigación de los hechos.

 

Los nazis no son divertidos. Parece que aquella noche de agosto de 1976 Eric Clapton salió borracho a escena en Birmingham y rememoró el discurso conocido como “Los ríos de sangre” que había dado el diputado conservador ultra racista Enoch Powell en 1968 en esa misma localidad. “Manolenta” proclamó: «Evita que Bretaña se convierta en una colonia negra. Conserva Bretaña blanca. Antes me gustaban las drogas, ahora el racismo… Bretaña se está saturando e Enoch los parará y los echará. Echad a los extranjeros, echad a los negros y mapaches. ¡Conservemos Bretaña Blanca!».

El “dios” de la guitarra, que se había hecho de oro reciclando el viejo blues negro o versionando “I Shot the Sheriff” de Bob Marley, se unía a otros exabruptos racistas de figuras rockeras como David Bowie o Rod Stewart. Con el tiempo se disculparían.

Con aquella arenga en el recuerdo, el fotógrafo y activista teatrero Red Saunders asistió a un concierto de los Clash y alucinó con «aquella energía, volumen y mensajes sobre desempleo juvenil y alineación social». Decidió enviar cartas («Vamos Eric... Compórtate. La mitad de tu música es negra... ¿Quién le disparó al Sheriff, Eric? ¡Seguro que no fuiste tú!») a los tres semanarios rockeros británicos proponiendo crear el organismo Rock Against Racism (RAR). Hubo una respuesta masiva y con la ayuda de reporteros, fotógrafos, artistas gráficos… elaboraron el fanzine “Temporary Hoarding”, carteles, o chapas con sus consignas.

El movimiento arrancó humilde en noviembre de aquel 1976 en el pub Princess Alice con la actuación de la rockera Carol Grimes y los rastas Matumbi. Pero, en colaboración con el organismo Anti-Nazi League (impulsado principalmente por el izquierdista Socialist Workers Party) y con el apoyo de sindicalistas y otros sectores progresistas, llegó a tener 200 comités locales, alcanzó una fuerte movilización en todo el país y rompió fronteras internacionales. Si Mick Jagger y John Lennon habían compuesto respectivamente “Street Fighting Man” o “Power to the People” influidos por su contacto con el troskista Tariq Ali y el International Marxist Group, la nueva hornada de grupos se iba a implicar masiva y activamente. Poco podían los skins fachas contra aquella marea juvenil al grito de “Nazis are not fun”.

«Ama la música, odia el racismo». Ahora, el documental “White Riot” certifica en imágenes y testimonios el levantamiento de guitarrazos punk-rock, ritmos caribeños, cultura juvenil multirracial y puños en alto. Conciencia y movilización al grito de “ama la música, odia el racismo”, que duró hasta 1982 a base de propaganda, organización y docenas de conciertos o grandes festivales en los carnavales de verano.

La cinta la firma Rubika Shah (creadora en 2015 de “Let’s Dance: Bowie Down Under”), se ha visionado en el festival barcelonés In Edit y podría haberse visto este mes en el Dock of The Bay donostiarra, que ha debido ser suspendido. La directora afirma: «Lo que estaba sucediendo en UK en la década de 1970 era genial. La gente se juntaba; negro, blanco, marrón, verde, quien fuera, era una Gran Bretaña que llegaba a su edad de país multicultural. Es algo que exploramos en la película, en el contexto del punk y el reggae».

Las movilizaciones de Rock Contra el Racismo encontraron eco en el feminismo, las reivindicaciones gay y hasta en el vegetarianismo.

 

Los momentos álgidos se vivieron en 1978 en Londres. En abril una masiva manifestación, encabezada desde un camión por el reggae de Misty In Roots, atravesó una zona de alta influencia NF y desembocó en Victoria Park de Hackney. La asistencia se cifró en unas 100.000 personas. El arrasador “White Riot” de los Clash, que aparece en el documental, con docenas de miles de jóvenes saltando, fue su imagen icónica. El cartel contaba también con Steel Pulse, Tom Robinson Band, X-Pay Spex y Patrick Fitzgerald.

El carnaval de septiembre volvió a conocer una marcha similar hacia Brockwell Park, Brixton, donde actuaron Aswad, Elvis Costello y Stiff Little Fingers. Manchester se había unido en agosto con unas 40.000 personas viendo a Buzzcocks, The Fall, Exodus, Graham Parker and The Rumour... Hubo festivales por Inglaterra con The Specials, The Beat, Gang of Four… Ante las elecciones de 1979 se organizó por todo el país el Militant Entertainment, con UK Subs, Angelic Upstarts, The Ruts y docenas de grupos.

Con el National Front crecido y la prensa conservadora o derechista y las fuerzas de seguridad apoyando el racismo institucional, hubo ataques contra el RAR y en abril de aquel 1979 la nueva y violenta policía antidisturbios SPG asesinó al enseñante Blair Peach. Participaba en sentadas pacifistas contra la presencia electoral del NF en Southall, zona de emigrantes orientales donde un año antes skins racistas habían apuñalado al joven Gurdip Singh. El RAR organizó dos conciertos benéficos con participación incluso de Pete Townshend, de los históricos Who, junto a The Clash. El influyente creador rasta Linton Kwesi Johnson (LKJ) dedicó una canción a Peach.

Ecos movilizadores. El movimiento rockero anti racista, que organizó unos 500 conciertos, tuvo significativas vertientes ideológicas como la creación del organismo feminista Rock Against Sexism (RAS). Tom Robinson Band oficiaron de agitadores por los derechos gay y años después, además, actuaron en El Autódromo de Lasarte-Oria al grito de “¡Soy maricón!”. En la campaña RAR hubo hasta Vegetarians Against The Nazis.

En 1988 surgió la iniciativa musical Cable Street Beat, formada por el organismo Anti-Fascist Action. En 2002, el grupo Unite Against Fascism y sectores musicales formaron una nueva propuesta bajo uno de los lemas del antiguo RAR, Love Music Hate Racism. Hasta los nada originales boneheads (como se llamó a los “cabezapeladas” fachas) organizaron desde Leeds su minoritario Rock Against Comunism mientras los skins progresistas tuvieron que diferenciarse de los nazis a través de iniciativas como el SHARP (Skinheads contra los Prejuicios Raciales).

La herencia RAR ayudó al nacimiento en el año 1985 de la iniciativa Red Wedge, impulsada por el activo Billy Bragg, el ex Jam Paul Weller (Style Council), Kirsty MacColl o Jimmy Somerville (The Communards). Ligados a las tendencias más de izquierdas del Partido Laborista, hicieron campañas y conciertos con influyentes nombres, desde Elvis Costello a Madness, The Smiths, Bananarama , Prefab Sprout , Sade o Lloyd Cole. Pero hubo otros grupos (Redskins, Housemartins, Easterhouse…) que no participaron en la iniciativa por ser un apoyo electoral al partido laborista.

Feargal Sharkey (Undertones), en Chester en 1979.

 

Altavoz internacional. Puede pensarse que iniciativas como la francesa “Motivé!” bebieron de la experiencia británica. Fue un movimiento musical y político anti racista en Toulouse, animado sobre todo por el grupo Zebda, que consiguió un 12,49% de apoyo en las elecciones municipales de 2001.

Más complicada fue la experiencia portuguesa. La sede lisboeta del Partido Socialista Revolucionario –ahora Bloco de Esquerda– servía para conciertos del movimento Tropa Não (No al Ejército) y fue atacada en repetidas ocasiones por skinheads ligados al neo fascista MAN (Movimento Ação Nacional). En junio de 1989 acudieron a reventar un concierto y mataron de una puñalada al conocido militante José Zé Carvalho.

Hubo una importante movilización social con conciertos de grupos relevantes (Xutos e Pontapés, Rádio Macau, Peste e Sida, GNR) y el acto central llenó el Pavilhão dos Desportos. Un año después nació el organismo SOS Racismo que contó con el apoyo del popular rapero mozanbiqueño General D, protagonizó iniciativas de todo tipo y colaboró en la edición de discos colectivos como “Festa da Diversidade”.

Esa concienciación social no paró la desidia político-jurídica-policial frente a la impunidad de los skins nazis. El 10 de junio (día de la Patria y la Raza) de 1995 atacaron las zonas de ambiente popular dejando diez heridos graves y un muerto: el joven de ascendencia caboverdiana Alcindo Monteiro. El tribunal que condenó a 17 de ellos dictó que «los acusados estaban ligados al movimiento ‘Skinheads’ en Portugal y exaltaban el nacionalismo, racismo, fascismo y nazismo, considerando a la raza negra como inferior».

Concierto de The Specials en Potternewton Park, Leeds, 1981. Cruce interracial de influencias musicales y estéticas entre los ritmos de extracción caribeña y el rock, entre rudeboys y skinheads.

 

Influencia en el Rock Radical Vasco. Pudimos charlar en su día en la sala Rock Rendez-Vous de Lisboa, escenario emblemático del rockerío luso, con uno de los grupos más activos: Peste & Sida (léase Pestisida). Entusiastas de Kortatu y Eskorbuto, nos pidieron traer un LP suyo para Fermin Muguruza. El músico irundarra editó en su sello Esan Ozenki un CD recopilatorio del comentado movimiento galo “Motivés!” y al grupo Zebda y recuerda la influencia del RAR en el llamado Rock Radical Vasco (RRV). Una campaña que proclamó, también a guitarrazos, su defensa del euskera, la solidaridad con los presos o su postura anti OTAN y por la insumisión al ejército.

«He visto el documental y me ha encantado. Además de ver el contexto en el que surgió lo que se denominó RRV, ayuda a entender la fuerza arrolladora y el compromiso que lo impulsó y comprender una de sus máximas influencias: el activismo punk-rock contra el fascismo y el racismo. Se refleja en el papel del sello 2 Tone y el revival ska, que visibiliza que, además de ser anti fascistas y anti racistas, podíamos crear música juntos, como veíamos sobre el escenario con bandas blancas y negras como The Specials, The Beat o The Selecter».

Fermin recuerda los comienzos de los 80, cuando aún no existía Kortatu. «En 1981 The Clash presentaron en Donostia el LP ‘Sandinista’ y The Beat actuaron en un festival contra Lemoiz en Aixerrota, cerca de la central nuclear. Después nos llegó esa imagen icónica del ‘White Riot’ en el festival del RAR a través del documental-ficción “Rude Boy”. Aparecía Jimmy Pursey, de Sham 69, cantando con The Clash. Era uno de nuestros grupos favoritos y fue esencial verlo allí porque tenían seguidores skinheads fascistas. Entre 1985-1986, Kortatu y Cicatriz dimos unos 50 conciertos juntos y Nacho interpretaba con nosotros la versión de The Specials ‘Hay algo aquí que va mal’. Nos gustaba imaginar que éramos una suerte de Clash y Sham 69 a la vasca».

Aquellas influencias músico-estético-ideológicas marcaron de cerca la revuelta rockera vasca y Muguruza subraya «la propuesta de lucha de clases confrontando el rastafarismo que lanzaban músicos de reggae como LKJ con su ‘England is a Bitch’ o el poeta Benjamin Zephaniah (conocido por la serie “Peaky Blinders”), del mismo distrito de Birmingham que los Steel Pulse, con quien compartimos cartel en Polonia en 1987. Nos hicieron partícipes de una lucha común e internacionalista».

Estética skin londinense en 1977.

 

Herencia. El fotógrafo y activista Syd Shelton recopiló en su libro “Rock Against Racism” estupendas imágenes en blanco y negro de aquella marea social y hace un balance positivo: «La lucha no ha terminado, pero en cuanto a la escena musical hoy es distinto, es más multirracial y me parece fantástico… El motivo original era defender una sociedad y una escena musical multiculturales, un objetivo que conseguimos… Un mundo lejos de idiotas como Eric Clapton».

La directora del documental analiza que aquella lucha sirvió para que hoy la presión racista sea mucho menor entre las nuevas generaciones. Cuando en 1982 el RAR se disolvió oficialmente, Jerry Dammers, fundador de The Specials, explicó que el testigo lo recogía el sello discográfico 2 Tone. El fotógrafo Shelton cree que «fue una fantástica experiencia que duró cinco años y era el momento de pasar el testigo a la siguiente generación».

Como señala la presentación de “White Riot”, «se pasó de hacer un fanzine de recorta-y-pega a convocar 100.000 personas en el Victoria Park de Londres. Una revuelta cultural que supo tejer alianzas entre jóvenes blancos, negros y de origen asiático, así como unir fuerzas con feministas, anticapitalistas y la Anti-Nazi League. A todo volumen. Una vibrante lección del pasado a tener en cuenta aquí y ahora».