Alessandro Ruta
Recorrido por el barrio izquierdista de la líder de la ultraderecha

Garbatella, el barrio (rojo) de Giorgia Meloni

Este es un viaje al barrio de Roma donde nació Giorgia Meloni, la líder ultraderechista y primera ministra italiana. Un lugar que casi no parece pertenecer a la Ciudad Eterna, caracterizado por evidentes detalles izquierdistas y que ha sido protagonista tanto de novelas como de películas.

En primer plano, carteles del cineasta y escritor Pier Paolo Pasolini. Al fondo, el mural dedicado al luchador antifascista Enrico Mancini. Fotografïa: Alessandro Ruta
En primer plano, carteles del cineasta y escritor Pier Paolo Pasolini. Al fondo, el mural dedicado al luchador antifascista Enrico Mancini. Fotografïa: Alessandro Ruta

La historia de Giorgia Meloni es sobre todo una narración muy bien planteada; la de una muchacha “pequeña” y combativa que desde la «periferia del imperio» llega hasta los máximos cargos de la política. Una underdog, una «indefensa», según la autodefinición de la líder de Fratelli d'Italia durante su primer discurso en la Cámara de los Diputados como jefa del Gobierno, alguien que quiere que se sepa que su carrera siempre ha ido a contracorriente.

Una narración que no es ficticia, faltaría mas. ‘Doña Giorgia’ no viene de un contexto privilegiado y “pijo” como los Parioli de Carlo Calenda o de una familia acomodada como Enrico Letta, secretario del Partido Democrático. Sus antecedentes podrían parecerse más a la historia de Matteo Salvini, nacido y criado en una Milán casi obrera. Pero con una enorme diferencia: Meloni es una mujer que ha conseguido un éxito impensable en un país fundamentalmente machista como es Italia.

La nueva primera ministra del Belpaese, de hecho, no ha conocido nunca a su padre, que se escapó a Canarias cuando era una niña y que recientemente ha sido encarcelado por tráfico de drogas. Su madre tuvo que compaginar hasta dos o tres trabajos al mes para cuidar a sus hijas. La propia Giorgia frecuentó distintos ambientes y para conseguir cierta independencia trabajó en distintas ocupaciones, incluida ejercer de canguro de la hija pequeña de Fiorello, uno de los presentadores de televisión mas conocidos en Italia.

Todo empezando desde la Garbatella, el sitio donde la ahora primera ministra italiana pasó su infancia y juventud, un barrio considerado como el verdadero vientre de Roma. «Popular […] como una pequeña joya […], un pueblo distinto. […] Es mi barrio, no solo por haber vivido allí, sino porque habitar en un determinado lugar nunca nos deja indiferentes, imprimiéndonos una cierta manera de estar en el mundo»; son palabras de la propia Meloni recogidas en su autobiografía “Io sono Giorgia”.

En la página de al lado, un mural muestra a un sonriente Alberto Sordi, actor, guionista y director de cine.

Exploradores y misioneros. Línea B del metropolitano de Roma, sentido suroeste Laurentina o Jonio. La referencia es la pirámide de Caio Cestio, uno de los lugares más impactantes del centro de la Ciudad Eterna, en la plaza de Porta San Paolo que abre sus brazos: Viale dell'Aventino por un lado, por otro Testaccio a través del conmovedor Cementerio Acatólico, donde están sepultados políticos como Antonio Gramsci o Emilio Lussu y artistas como John Keats, Percy Bysshe Shelley y Andrea Camilleri, entre otros. Aquí se encuentra la estratégica estación de trenes Ostiense, que lleva a los viajeros a la «playa» de la capital italiana, es decir, a Ostia.

De todas formas, la vida sigue detrás de la estación. Se llega a Piazza dei Partigiani y a través de un pasaje subterráneo se pasa al otro lado, donde empieza Garbatella. O mejor dicho, su parte menos característica. Es la Vía Ostiense, una amplia carretera de dos carriles donde se sale, desde el andén del metropolitano, después de haber bajado en la parada de la Línea B.

Palacios altos –casi rascacielos–, un par de bancos para descansar, tráfico; una imagen moderna de Roma, sin muchos detalles pintorescos. Los muros, por contra, no es que hablen, sino que gritan: eslóganes de izquierda, anuncios de manifestaciones, hasta una pintada en euskara, «Lander askatu».

Queda clarísimo que hemos entrado en un barrio de izquierda y romanista, o sea, de hinchas de la Roma: banderas rojigualdas en los bares, además del antiguo símbolo del club, la Loba Capitolina. De aquí a dos pasos, en Largo Fochetti, tiene su sede el periódico “La Repubblica”, publicación referencia para la izquierda italiana.

Tras haber doblado la esquina en Via Caffaro, de repente se abre otro mundo, literalmente. Los anteriores cuasi-rascacielos, el tráfico cargado de bocinas y los colores grises dejan espacio a un paisaje de casas de dos plantas como máximo –la mayoría de color rojo– y a carreteras en pendiente de sentido único, rodeadas de árboles y otras plantas. Ahí está la verdadera Garbatella, cuyas calles y plazas llevan nombres de exploradores y de misioneros: Benedetto Brin, Pantero Pantera, Guglielmo Massaia, Giuseppe Sapeto o Giovanni da Capistrano. Algunos de ellos fueron simpatizantes del fascismo, pero por estas calles se pueden encontrar incluso monumentos a víctimas palestinas.

El llamamiento a votar a Garibaldi por el Frente Popular, una pintada que se mantiene desde 1948.

Antes de llamarse así, el nombre del barrio iba a ser Concordia. Por lo menos antes de ser construido desde la nada a partir del año 1920. Entonces se inauguró con una ceremonia en la que el rey Vittorio Emanuele III actuó como oficiante. El objetivo de esta nueva zona de Roma, detrás de la estación Ostiense, era ser una especie de barrio dormitorio para los trabajadores del puerto fluvial, porque el río Tevere no está lejos.

El resultado sería el nacimiento de una especie de ciudad-jardín, un estilo que ya se había desarrollado en Gran Bretaña y Alemania. Casas pequeñas e intercomunicadas gracias a jardines y patios, donde la gente entraba por una calle y podía salir desde otra pasando por espacios compartidos, incluso huertos que eran comunes. Un poco como los traboules de Lyon o de otras ciudades francesas, pero al aire libre.

La palabra-llave es «lotto», en italiano, es decir «lote» o «manzana». Garbatella tenía inicialmente 44 de estos bloques de casas, en calles estrechas y en cuesta, de estilo barocchetto, muy típico de Roma. El nombre de Garbatella parece provenir de una preciosa y amable camarera de un restaurante de la zona. Garbo en italiano significa «cortesía», y garbata viene a ser «formal, bien educada».

Una mujer anónima da nombre al barrio; otra más conocida, Guendalina Borghese (nacida Talbot y luego esposa de un príncipe de la nobleza romana), da nombre a una calle bastante escondida pero muy importante de Garbatella, aquella donde Giorgia Meloni fue a inscribirse en el partido post-fascista Movimento Sociale Italiano durante el verano de 1992. Tenía solamente 15 años y esa decisión fue su reacción contra la muerte del juez Paolo Borsellino perpetrado por la mafia. En la calle Guendalina Borghese, hoy en día ya no existe la sede del MSI. Generalmente, aquí la derecha no gana la partida –en las últimas elecciones, el Partido Democrático, con el 27%, fue el más votado– y se da una participación mucho más alta con respecto a los resultados generales (70% versus 60%).

Básicamente, en Garbatella la política aún ocupa un lugar amplio e incisivo. Se puede ver plasmado en el «Vota Garibaldi» en rojo escrito en 1948, cuando el nombre del Generale había sido elegido por el bloque de izquierda, el Frente Popular, para las primeras elecciones republicanas. Los resultados serían decepcionantes, pero nadie se ha atrevido a borrar aquel eslogan en casi 80 años.

Sobre estas líneas, Piazza Sant'Eurosia, icono de la zona.

Gentrificación. Hoy día Garbatella se puede considerar casi céntrico, visto el tamaño inmenso de la capital italiana, pero después de la Segunda Guerra Mundial constituía un suburbio lejano y de difícil comunicación. Al final, como admiten los mismos romanos, la Ciudad Eterna es una mezcla de unas cuantas zonas, cada una con su historia, separadas entre ellas por puentes, plazas o el mismo río Tevere.

Cada metro hacia el exterior es una llamada hacia la ruralidad, hacia otra urbe con respecto a los monumentos, las iglesias y los foros que ocupan las guías turísticas. Este era el aspecto de Roma que más gustaba a intelectuales como Carlo Levi, conocido sobre todo por su “Cristo se paró en Eboli” y autor de una de las mejores obras de novela-ensayo de la primera posguerra, “L'orologio” (“El reloj”).

Levi, que fue también pintor, se movía en esta ciudad devastada por los bombardeos desde el centro hasta las afueras, encontrando situaciones de extrema pobreza y precariedad, por ejemplo en Garbatella, un lugar donde durante varias décadas la gente tenía que desplazarse a los baños públicos de Vía Caffaro porque en las casas no tenía cómo lavarse. «Montañas de basura surgían [...] y entre ellas unas briznas de hierba pálidas crecían entre piedras y charcos. Chicos despeinados se paraban de pie, sin jugar, como esperando algo […] Hay algunas mujeres sentadas, con los bebés en sus brazos».

Garbatella, en este sentido, ha padecido un evidente proceso de gentrificación en las últimas décadas; de barrio nacido para cubrir las necesidades básicas de los trabajadores ha pasado a ser un lugar casi coqueto. No de lujo, pero haciendo una búsqueda se pueden encontrar pisos de cierto valor, de 4.000-5.000 euros por metro cuadrado como promedio.

Un lugar simbólico de esta evolución es el Teatro Palladium, que se encuentra al lado de los viejos baños públicos. A lo largo de las décadas ha cambiado muchas veces su «razón social»: ha sido teatro popular, –por supuesto entre sus asistentes se podía oír a valientes pitando contra Mussolini durante el fascismo, cuando se transmitían informativos de propaganda– luego una sala de cine porno, posteriormente discoteca muy éxitosa y finalmente de nuevo teatro, pero esta vez en colaboración con la Universidad La Sapienza para iniciativas más «burguesas», de una izquierda contaminada y alejada de los problemas de la gente común.

Casi en frente del Palladium, un mural gigantesco que ocupa la fachada de una manzana entera recuerda, hablando siempre de fascismo y antifascismo, a Enrico Mancini; este carpintero fue uno de los agitadores de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Capturado y torturado, sería ejecutado de un balazo en la nuca en la tremenda matanza de las Fosse Ardeatine, cuando los nazifascistas se quisieron vengar de la muerte de 33 de ellos eliminando el 24 marzo de 1944 a 335 personas elegidas al azar.

Una pintada comunista.

De cine. Garbatella es, sin embargo, un lugar «pasoliniano». Y no lo decimos simplemente como homenaje, sino porque el gran escritor e intelectual Pier Paolo Pasolini ambientó en él una de sus novelas mas duras: “Una vita violenta”. Se trata de su segundo libro, tras el sorprendente debut de “Ragazzi di vita” (Chavales de vida). Pasolini habla de una Roma de jóvenes rebeldes y descarados, dispuestos a cualquier cosa para sobrevivir un día más en una ciudad que no puede hacerse cargo de todos sus habitantes. Por cierto, en la década de los 50 del siglo pasado, albergaba la verdadera periferia, antes de las construcciones de las borgate, monstruos inmobiliarios nacidos de la nada, dormitorios para migrantes y cunas de pequeña criminalidad.

En “Ragazzi di vita”, publicado en 1955, destacaba la figura de Riccetto, joven de pelo rizado (riccio en italiano) de buen corazón y un poco fanfarrón; en “Una vita violenta”, publicado cuatro años después y que representa un poco la evolución hacia lo peor de las periferias romanas, el protagonista es Tommaso. Este chaval tiene un día una cita con una muchacha, Irene, y se encuentran cerca de una parada del tranvía. Así describe Pasolini el ambiente, como un fotógrafo o un operador de cine: «Toda Garbatella brillaba al sol: las calles cuesta arriba con los pequeños jardines en hilera, las casas abuhardilladas y las cornisas con cocinas, los montones de edificios pardos con cientos de ventanas». En otro capítulo del libro, la situación es mucho menos romántica: Tommaso mata a un rival acuchillándolo en un patio de uno de los «lotes».

Realmente, este barrio es un lugar muy de cine, o al menos apto para la pantalla. El cineasta Nanni Moretti, histórica voz de la izquierda italiana, en su trabajo más autobiografico, “Caro diario” de 1993 (ganador en 1994 del premio al Mejor Director en el Festival de Cannes), recorre varios puntos de la capital con su Vespa blanca. La cámara va detrás de él, lo que ayuda al espectador a participar en este viaje sin meta, una especie de laberinto consciente a velocidad moderada. «El barrio que más me gusta es Garbatella», nos confía Nanni Moretti, pasando a través de Piazza Sant'Eurosia, probablemente el icono de toda esta zona, que parte dos «lotes» creando un ambiente casi íntimo.

Sin olvidar las secuencias en la zona de Piazza Sauli de la película “C'eravamo tanto amati” de Ettore Scola, de 1974.

El Teatro Paladium, un imponente edificio que dice mucho del barrio. Primero fue teatro popular, luego sala de cine porno, después discoteca y ahora de nuevo teatro, aunque unido a la Universidad.

Aunque en los últimos años ninguna serie de televisión autóctona ha tenido mas éxito que “Los Cesaroni”, una especie de “Los Serrano”, cuya protagonista es una típica familia de clase media romana. Ocho temporadas, millones de espectadores, un triunfo absoluto. Prácticamente toda la historia está ambientada en Garbatella, y un punto muy importante de ella es dónde trabaja el padre en la serie de televisión: Piazza Giovanni da Triora, uno de los corazones del barrio. Ahí está el Bar Cesaroni.

Y si Roma es una de las capitales mundiales del cine, en Garbatella nacieron o vivieron actores de suma importancia como Maurizio Arena, Alberto Sordi (hay un enorme mural suyo en calle Rocco da Cesinale, además de una placa en calle Fausto Vettor), Gigi Proietti, Enrico Montesano y Valerio Mastandrea.

A pesar de haberse mudado más hacia las afueras, a la urbanización de Mostacciano al extremo sur de Roma, no es raro encontrar a Giorgia Meloni por las calles de su barrio, su zona, su buen retiro. Igual visitando a su madre Anna, que todavía vive allí, o haciendo compras en la carnicería de Via delle Sette Chiese, la calle por excelencia tanto de Garbatella como de ‘doña Giorgia’, que hizo la primera comunión allí mismo, en la iglesia de San Filippo Neri. «Es una de nosotros, una chica del pueblo», nos confirman en uno de los bares.

Porque Garbatella, para la nueva primera ministra italiana, ha sido sin duda un gimnasio para modelar su personalidad, el primer lugar donde se sintió una underdog. Aquí, a Fratelli d'Italia no le ha ido precisamente mal, e incluso desde el bando de la izquierda Meloni es vista más como una rival hasta leal y honesta que como una enemiga: de hecho, no hay ninguna pintada en contra suya en los muros del barrio, un detalle que también es parte de la narración que protagoniza.

Abajo, una taberna romanista con los colores de la Roma, donde se reúnen los seguidores de este equipo de fútbol cuyos colores –rojo imperial y amarillo oro– destacan en la bandera colocada sobre la puerta.
 

Garbatella, Giorgia Meloni jaio zen auzo ‘gorria’

Italiako lehen ministro ultraeskuindarra jaio zen lekura egindako bisita azaltzen du erreportajeak. Hain zuzen, Erromako Garbatella auzoko kaleetan barnako bidaia kultural eta soziala proposatzen du kazetariak. Bertan jaio zen Giorgia Meloni 1977ko urtarrilaren 15ean. Italiako beste agintari batzuk ez bezala, familia xume batean jaio zen ultraeskuinaren lider berria, baina Garbatella ez da izatez faxismoari lotutako auzo bat. Kutsu ezkertiar sakona duen auzunea da, hasiera batean inguruko langileentzat egindako etxe eta kaleekin osatua. Gerora zabaltzen eta izaera propioa hartzen joan da eta hainbat idazle eta zinemagilerentzat inspirazio iturri bilakatu da.