Miren Artetxe
LITERATURA

Tributo a los sueños

Gemma Ruiz Palà (Sabadell, 1975) empezó a publicar relativamente tarde, cuando ya había cumplido los cuarenta años. Si su primera novela, “Arguelagues”, se convirtió en un best seller en Catalunya (no está traducida), esta que publica ahora ha sido reconocida con el Premi Sant Jordi 2022. Escrita originalmente en catalán (“Les nostres mares”), en ella rinde homenaje a la generación que renunció a sus sueños para que sus hijas sí pudieran escoger, a esas mujeres nacidas durante la dictadura de Franco a las que no dejaron desplegar su talento, pero que plantan cara y no se dejan amilanar. Y, paralelamente, nos encontramos ante un relato colectivo que reescribe y revisa la historia, rescatando las voces de las mujeres que formaron parte de la generación de la Transición, pero también de la siguiente, sacando a la luz asuntos históricamente relegados a un segundo plano.

Las protagonistas son diez mujeres, diez voces femeninas cuyas vidas se entrelazan, creando un universo propio, cercano, familiar y lleno de energía. El núcleo del relato lo conforma la cotidianidad de esas mujeres: Los cuidados, esa tarea no escogida de la que «no te jubilas nunca»; el drama de las madres emigrantes, que tienen que cuidar de los hijos de otra para poder dar de comer a los suyos; esa madre que tiene que partirse para compaginar el cuidado de su hija con su vocación; esa hija que redescubre a su madre y se avergüenza de haberse avergonzado de ella; esos maridos que no entienden por qué su mujer quiere trabajar fuera de casa, esos para los que su profesión es lo primero, y la de su mujer, un hobby... Pero también, descubrimos cómo con sororidad y alegría huyen de la jaula doméstica, mantienen la pulsión artística, se atreven a lo impensable por amor a un hijo, lideran luchas obreras y descubren el feminismo. Mujeres madres; mujeres hijas, que son -o no- madres; mujeres que se encuentran, que se reconocen, que se escuchan, lloran, ríen y celebran la vida.

Esta tercera novela de Gemma Ruiz no es otro libro más sobre las madres, tampoco otro más sobre las mujeres. Porque no es solo lo que cuenta sino, sobre todo, cómo lo cuenta, por ese estilo directo, enérgico y envolvente que nos atrapa desde la primera línea y no nos suelta. Como apunta Katixa Agirre en el prólogo, «sientes su voz cerca, te rodea, a veces crees que no vas a poder seguir su ritmo, su vitalidad parece capaz de apabullarte, pero en el momento justo te da un respiro, sabe sacarte una sonrisa, te deja pensando un momento (...). Y una placentera sensación de embriaguez te va acompañando hasta el punto final». ¡Viva!