Caprichos para el domingo por la noche
El chef de 7K confiesa que el domingo por la noche es el momento que más hambre tiene de la semana, sobre todo si le ha tocado trabajar durante el día, algo que le sucede a menudo. Por eso reivindica ese rato para disfrutar en la mesa y propone hacerlo con esa comida sencilla que tanto le gusta.

Termina la semana y, si estáis leyendo este artículo por la tarde, tan solo nos queda un acto de comer por delante. Probablemente tengáis un plan para todo el día, una comida de por medio y penséis que vais a llegar sin hambre por la noche. Pero no. El hambre está ahí, siempre está ahí, el hambre sabe que es domingo por la noche y que mañana tocan verduras, fruta y ensalada.
No sé si también os pasa que los domingos, sobre todo de noche, os invade un hormigueo por el estómago que agita las hambres como no lo hace otro día de la semana. Es cierto que poco necesito yo para sentir hormigas y animales más grandes en el estómago pidiéndome comer. Y si además os ha tocado currar el sábado, o incluso el domingo por la mañana o mediodía, el domingo por la noche se convierte en una especie de last call (última llamada) para ejecutar el acto de comer, con disfrute, premeditación y alevosía. Además, ya os digo que, después de haber currado, el domingo por la noche sabe mejor.
Y es que se unen dos factores que catalizan el gozar a otro nivel. Se trata del último momento de la semana que podemos compartir con amigos o familiares antes de arrancar la semana y de manera totalmente “libre”. Digo “libre” porque todos jugamos a portarnos bien de lunes a viernes; dietas específicas, aquagym, crossfit… Hablamos de una serie de nuevos hábitos (“saludables”) con los que la gastronomía y el vicio culinario conviven. Y el otro factor, que los domingos por la noche nos perdonamos cualquier bocado, por ser domingo. No seré el primero que os hable de amigos que se comen dos hamburguesas completas para cenar, o de los que se meten entre pecho y espalda un menú degustación en uno de los pocos restaurantes o tascas abiertas para este momento. Sea como fuere, los domingos por la noche son un momento increíble para el disfrute máximo, ya sea solo o acompañado, en casa o fuera.
Podría dejaros una lista de algunos locales que me gusta visitar los domingos por la noche y deciros qué suelo pedir, pero hoy prefiero tirar por haceros currar un poquito y dejaros algunas recetas, dignas de tan increíble momento.
Huevos fritos con patatas fritas: Probablemente la mejor combinación de productos que existe. Es la única receta que cura absolutamente todo. Y, aunque la tengáis dominada, os voy a dejar un par de recomendaciones y truquillos para clavarla 100 de cada 100. Para los huevos, lo importante es que estos sean frescos a más no poder. Y, para cocinarlos, en una sartén colocamos una balsa de aceite con la que nos aseguremos que el huevo va a quedar cubierto de grasa, dejando que asome la yema por encima muy poquito. Calentad el aceite al máximo hasta que empiece a humear y justo en ese momento se añade el huevo, y se deja sin moverlo durante los primeros 15-20 segundos. Seguido, con golpes de sartén suaves, asegurad que la yema queda cruda y la clara, con puntilla. Porque un huevo sin puntilla, no es un huevo frito. Me acabo de ganar más de un enemigo, lo sé, pero esta es mi religión. El huevo frito tiene puntilla, amén. Para las patatas, primero confitadlas, bien cubiertas de aceite, durante 10-15 minutos y, seguidamente, freídlas a tope para que se doren por fuera. Se sirve todo junto con un golpe de sal. Y el domingo noche está servido.
Bocata de lomo «empanado»: No hemos hablado de esto, y creo que estamos todos de acuerdo en que también podríamos calificar los domingos por la noche como el momento de los bocatas. Un kebab, una burger… todo son bocatas. Y, puestos a elegir, donde se plante un buen bocata con buen pan y relleno con fundamento, que se quite lo demás. Este es un bocata que he repetido infinitas veces. Tiras de lomo adobado, enharinado y frito, servido en un pan fino, untado con una pizca de mayonesa y, sobre las tiras de lomo, queso de vaca fundido (mozzarella, havarti, gouda…) y pimiento verde frito y pelado -muy importante lo del pelado-. Y, por supuesto, patatas fritas. No me preguntéis por qué, pero lo de las patatas fritas en el bocata funciona muy pero que muy bien. ¿El truco? Montad el bocata, envolvedlo en papel de aluminio y horneadlo durante 5 minutos a 200°. No vais a encontrar mejor bocata para terminar la semana. Y, si os sobra, el lunes os aseguro que os va a saber menos a lunes.
Alitas de pollo al horno: Tan fácil como macerar las alas de pollo enteras en una mezcla de zumo de limón, soja, vino blanco y mantequilla a partes iguales. Calentad una pizca la mantequilla para que quede una “crema” lisa. Salpimentad bien las alas e impregnadlas bien con la mezcla mencionada. Dejad que reposen en la nevera un par de horas y, a continuación, introducidlas en el horno a tope hasta que estén bien cocinadas. A 220° de temperatura, tardarán aproximadamente unos 25 minutos. Conviene darles la vuelta cada 7-8 minutos para asegurar que se cocinen de forma homogénea por todas las caras. Cada horno de cada casa es un mundo, por lo que cada uno tiene que ver cómo va el suyo. La idea es que el ala dore mucho y quede jugosa por dentro. No os asustéis si las puntas se “queman” un poco… Para terminar, una vez sacadas del horno, ralladles muchísimo limón, un punto de sal y podéis servir con una mayonesa aderezada con salsa de soja y un poco de picante.
El siguiente nivel de esta receta sería el de deshuesar todas las alas y haceros un bocata de alitas de pollo deshuesadas con queso, cogollo picado y la mayonesa que os he mencionado.
Amigos, familia, se trata de jugar y de convertir el final de la semana en un momento en el que solo importe el placer producido por el acto del comer, sumado a la sensación que se auto-regala uno cuando se cocina un plato así, con el único objetivo de disfrutar. Si os da pereza, buscad refugio en alguna casa que os abra las puertas y dejad que os cuiden. Veis, además, que no hablamos de productos con un precio alto, por lo que se puede disfrutar de este acabe de la semana sin gastar más de lo que se debe. No digáis que no pienso en hacer cocina para todos. Y esto, porque lo que más me apetece es compartir este momento, que para mí es especial, con vosotros. On egin!
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