26 SET. 2014 RUGIDOS ROJIBLANCOS Gastroenteritis Eñaut Barandiaran La gastroenteritis se está convirtiendo en la estrella de las pasarelas víricas este inicio de otoño. Aunque el mundo del virus y sus complementos es complejo, todos los años hay alguno que destaca por encima del resto, hasta convertirse en mal hegemónico pero liviano que nos prepara para las crudezas del invierno. Vómitos, fiebres, diarrea y una flojera general forman parte del paisaje cotidiano de muchas familias estos días, y el Athletic no es una excepción. Esas caras pálidas, tiesas y de tonalidad macilenta al finalizar el encuentro de Vallecas ilustran los síntomas de un equipo con un acusado malestar general, que sin llegar a ser grave a día de hoy, sí resulta preocupante. Como equipo han perdido la salud que les permitía ser brillantes con el viento de cola, y efectivos en los días grises. Incluso señales esperanzadoras de cara a futuro, como el cambio de rol entre Beñat y Mikel Rico, que sitúa al primero más cerca de su hábitat natural, y al segundo más cerca del área, aunque pierda efectividad como elemento sorpresa, se fueron diluyendo en la atonía general. En el plano personal, además, el mal está siendo más acusado para algunos jugadores, víctimas de fuertes accesos de fiebre acompañados de alucinaciones, como la de Iturraspe al ver un balón donde solo había pierna en la previa del gol del Granada, o la visión fantasmagórica de Iraizoz en Vallecas, que confundió el tocino, un balón y la velocidad sin llegar a distinguir cada elemento por separado. Del virus no se libra ni siquiera Valverde. De otra manera cuesta entender el cambio de Toquero con el tiempo ya casi cumplido. Porque una cosa es ser lehendakari, y otra un superhéroe. Lo peor de estas dolencias, sin ningún género de dudas, es ir al médico con la esperanza de que te recete algo efectivo, y escucharle decir lo mismo de siempre: reposo y muchos líquidos. El problema es que el Athletic no tiene tiempo para descansar y lamerse las heridas. El sábado llega el Eibar. Veremos si el domingo los rojiblancos siguen en cama, o pueden salir a la calle sin sospechar de cada bocanada de aire.