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GAURKOA

Debemos avanzar más


El mantenimiento de la unidad de España a través de una pluralidad de comunidades autonómicas, muchas de ellas invenciones interesadas, y la gestión política con alternancia de dos fuerzas mayoritarias han sido desde la restauración de la monarquía dos de los ejes sobre los que se viene desplazando el Estado español.

Cerca de cuatro décadas después de aquello que llamaron «transición», la fórmula de gestión política que pivote sobre dos fuerzas mayoritarias se muestra tocando a su fin tal y como venía funcionando hasta ahora. La tendencia actual en España se inclina hacia un escenario en el que no exista una brecha tan formidable entre los dos partidos españoles mayoritarios y el resto de las formaciones. Con la aparición de Podemos y Ciudadanos pujando por representar el desplome del bipartidismo, todo indica que la oferta política en el catálogo español se diversifica.

No deja de ser curioso que estos dos partidos españoles emergentes que pretenden transformar el hasta ahora esclerótico teatro político español huyan de autodefiniciones ideológicas y confiesen estar por encima de los esquemas clásicos de derecha-izquierda, ubicándose en un peculiar limbo desde el que buscan tener acceso a los caladeros de votos de PP y PSOE, a los de ambos y por ambas partes, además de colocar a IU en peligro de extinción. Y puede ser que esta calculada ambigüedad de laboratorio político les estuviera funcionando. Así lo aseguran algunos sociólogos y analistas políticos; y así podría deducirse de los movimientos de voto en las recientes elecciones andaluzas.

En el marco de esta crisis del Estado español, los procesos soberanistas catalán y vasco han experimentado un potente fortalecimiento. Catalunya avanza con decisión y firmeza hacia el reconocimiento de su voluntad soberana, que tendrá el punto de inflexión en sus elecciones del 27 de septiembre. El posicionamiento de la ciudadanía catalana sacudirá los cimientos de la España que desprecia la soberanía de las naciones.

Los vascos estamos llamados a ser la otra sacudida que hunda esos cimientos de la imposición española. Las particularidades de Euskal Herria hacen que nuestra vía a la soberanía vaya más retrasada que en Catalunya porque aún no hemos cerrado el ciclo histórico anterior para centrarnos debidamente en este.

Lamentablemente, Euskal Herria aún no está en la agenda; pero no dudo que pronto estaremos escritos en ella con la tinta indeleble de la Vía Vasca-Euskal Bidea hacia la soberanía. El previsible cambio de régimen en Nafarroa debe ser la primera inscripción solemne en ese libro de ruta a la libertad.

En estas coordenadas que están modificando el terreno político clásico de España el Estado querrá reubicarse para salir de la situación de crisis generalizada por la puerta más conveniente en tiempo y forma a sus intereses. Desde algunos grupos mediáticos se han venido mostrando partidarios de una gran coalición entre PP y PSOE a modo de fórmula de salvación nacional. Ahí se enmarcaría también la reunión de septiembre entre Pedro Sánchez y representantes del Ibex-35.

No obstante, en estos primeros meses de 2015 se observan movimientos que podrían hacer pensar que tal vez los poderes reales del Estado contemplen alguna otra fórmula más actualizada a los nuevos equilibrios de fuerzas que se vislumbran en las diferentes citas electorales que jalonan este año.

Poniendo los pies en Euskal Herria, que es nuestro marco para el avance hacia la independencia, es inevitable detener la mirada en el PNV y analizar y prever cuáles podrían ser sus objetivos en este contexto de crisis del Estado, de camino a la soberanía y de inminentes elecciones municipales y forales.

En principio, lo que la formación jelkide busca es quedar por encima de EH Bildu en ayuntamientos y diputaciones con un objetivo doble. Por una parte, el PNV no quiere perder ni un ápice de la cota de poder que ostenta, algo lógico en cualquier partido político. Sin embargo, la cuestión es que ese objetivo se proyecta hacia el segundo, que es dedicarlo a condicionar el proceso soberanista para ralentizarlo más aún e incluso desviarlo por caminos que lo distorsionen hasta diluirlo en la nada de una negociación insustancial con Madrid. Y eso sí que es un problema.

El PNV es perfectamente consciente de que EH Bildu y el conjunto del movimiento soberanista es lo único que le puede hacer mover incluso hacia situaciones que lleva tiempo evitando. Los burukides siguen muy cómodos en su hamaca con vistas a España y , por el momento, no dan muestras de querer implicarse en proceso alguno por la dignidad nacional y la soberanía de Euskal Herria. Solo el empuje del independentismo podrá hacer que el PNV se vea en la tesitura de tomar parte en la vía vasca a la soberanía. De ahí que la formación jelkide intente por todos los medios erosionar electoralmente a EH Bildu, en la idea de que frenarnos en ese terreno de expansión se convertiría en su bandera de negociación con Madrid para perpetrar con el Estado algo cosmético que deje Euskal Herria como está.

El PNV no está por la labor de moverse hacía la soberanía, no tiene ni la más mínima intención de arriesgar en ese camino; y mucho menos a riesgo de una pérdida de áreas de poder que le hicieran marchitar los laureles de «gran partido vasco» e interlocutor con España para negociar la nada.

De cara a las elecciones, el PNV piensa que es el único partido sin competencia e incluso que puede atraer a votantes tradicionales del PP y PSOE desde el planteamiento del voto útil, y también como papeleta anti EH Bildu, la única que puede detener el avance del independentismo y frustrar la ruptura con España.

Todo apunta a un escenario postelectoral con dos fuerzas principales; PNV y EH Bildu o viceversa. Que nadie dude que el PNV buscará sintonías y cambalaches con el PSOE para restar espacio a EH Bildu, a lo que se unirá el PP de gratis.

Siendo así y vistos los objetivos jelkides, no queda más que una opción para quienes quieran poner Euskal Herria en un camino sin paso atrás en el que ir llevando iniciativas para la recuperación de la soberanía nacional.

Como ya he señalado, Euskal Herria no esta aún en la agenda del Estado. Es más, hay un contubernio político-mediático para evitarlo y que el proceso político no avance. Es difícil encontrar en los medios de obediencia española algo que apunte matices positivos mientras que para cualquier infamia anti vasca enchufan a plena potencia el ventilador de la ignominia.

Es imprescindible colocarnos en la agenda del Estado para que nuestro proceso resulte ineludible. Los catalanes nos están dando una lección práctica de cómo se puede condicionar un escenario político para que incluso los tibios e indolentes acaben no teniendo más remedio que tomar partido por la soberanía, por la independencia.

En Euskal Herria esa fuerza determinante esta en nosotros. Debemos convertirnos en la palanca del movimiento soberanista, la herramienta por la cual la vía vasca se extienda por toda la sociedad y se fortalezca en su seno.

En nuestra fuerza está la única garantía de que quienes hoy titubean frente a la soberanía y se proponen acuerdos indignos con España desistan de esa pretensión y se unan al proyecto común de la construcción de la Euskal Herria libre.

Hemos destacado el contexto de crisis general del Estado español. Estamos en el momento adecuado de abrirle otro frente activo junto a Catalunya. Somos dos pueblos con la soberanía arrebatada por el mismo Estado. Cada uno desde su frente pero con una energía común podemos abrir la tenaza de España y recuperar nuestra libertad.

Nuestra lucha llama ya a la puerta del futuro. A por ello.