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CLÁSICA

Claridad musical y poética


La soprano iruindarra Raquel Andueza es una presencia habitual en el Ciclo de Música Antigua de la Quincena. Comenzó a visitar el convento de Santa Teresa muy joven, cuando aún era integrante del cuarteto vocal La Colombina, y tras iniciar su exitosa carrera en solitario de los últimos años, ha regresado, al menos, en otras dos ocasiones. El miércoles Andueza, recién aterrizada en Donostia tras actuar en Finlandia, presentó junto a su grupo habitual, La Galanía, el programa que se recoge en su último disco titulado “Sin vivir en mí” e integrado por música española e italiana de los tiempos de la beatificación (1614) y canonización (1622) de Santa Teresa de Jesús. Una selección de piezas y textos que hablan del amor divino y profano, en arreglos para voz, guitarra y tiorba, piezas muchas de ellas anónimas y alguna hasta inventada, compuesta en el estilo de la época por el musicólogo Álvaro Torrente, y todo ellos salpicado además por un puñado de danzas de Gaspar Sanz. Un programa sin prejuicios que demuestra hasta qué punto se han ido separando los conjuntos de música antigua de la búsqueda de la precisión histórica y filológica que marcaron los inicios del movimiento.  

Aunque se presenten como grupo, la estrella del espectáculo es sin duda Raquel Andueza, quien ha ido perfeccionando con los años una voz de emisión extraordinariamente pura y dulce, pero también expresiva, apoyada en una dicción y prosodia de claridad poco habituales entre los cantantes líricos. A Andueza se le entiende cada palabra y cada palabra es pronunciada con la intención exacta, por eso logra tan buenos resultados con estas canciones antiguas en las que música y poesía se codean como hermanas, y que a menudo mostraban lazos evidentes con ciertas músicas urbanas actuales para voz y guitarra. El público, como siempre, disfrutó mucho del arte de la navarra.