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A VISTA DE CATALEJO

Tortilla de leche en el templo de la gastronomía


Tocaba madrugar ayer, que para las 8.00 ya había mucho trasiego de palés, neumáticos y todo tipo de cacharrería desde Igara hasta Ulia. Pero tampoco era cosa de perderse la batalla del domingo noche. A un lado de Urgull, la buena, Rosario Flores, la hija de La Farona y El Pescaílla. Y al otro, la Mala, Rodríguez, jerezana como la madre de su rival pero decantada por el rap y por La Flamenka más que por el flamenco. «Este puede ser el comienzo de cualquier cosa que tú quieras», pregonaba La Mala antes del concierto, muy en la línea del «Edozer dugu posible» que recibe a quien cae por el puerto. Puntazo para los piratas en un lado y alegrón en el otro para nuestros munícipes, que han ronroneado con la Rosario más que el gato de su canción. Se fue contenta la Flores, tras contar 10.000 oyentes en Sagues.

La buena y la mala, la tradición y el cambio, lo oficial y lo alternativo, lo guay y la rebelión. Es la contradicción omnipresente en Donostia. De noche y de día. Porque a la misma hora en que los batallones piratas preparaban su asalto desde la zona liberada, en torno a La Perla se amontonaba gente de bien para otro clásico festivo: el concurso de tortilla de patatas promovido por una televisión local, y que en sus mejores tiempos ha reunido 700 piezas. Ya son huevos...

Patatas, cebollas, pimientos... todo vale para convencer al jurado. Y no es fácil, porque si algo tiene Donostia es tradición tortillera. En El Quinto Pino aprendieron muchos vascos que además de española y francesa existen opciones más imaginativas. ¿Y qué decir de los bokatas del Juantxo, que siguen alimentando a generaciones de gaupaseros? ¡Mí-ti-co! Por haber, hasta concurso de tortilla vegana hemos inventado en Donostia. Pero, eso sí, todavía estaba por verse y oírse lo de Mikel González, número 222 y ganador: «Estaba algo salada y le eché leche». Lo que han bendecido Juan Mari Arzak e Hilario Arbelaitz no lo cuestionaremos cocinillas de bajamar, pero si lo que mola ahora es la tortilla de leche, decididamente Donostia está cambiando.