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CRÍTICA «Y de repente tú»

Judd Apatow sigue alargando sus comedias románticas


Al principio las comedias de Judd Apatow no se me hacían largas, porque pensaba que pretendía captar el ritmo natural de la convivencia diaria. Pero a medida que pasa el tiempo, su cine se vuelve reiterativo, y en consecuencia el extenso metraje empieza a cansar. Eso se nota más que nunca en su última realización, “Trainwreck”, una comedia romántica que parece alargarse con la única finalidad de conservar el sello del autor. Sabido es que la rutina de la pareja se repite, así que si es vista con humor es mejor resumir las situaciones, algo que aquí se echa en falta. La escena final, por ejemplo, se hace eterna, más aún cuando el espectador sabe de sobra que está asistiendo al obligado happy end. Pero es cuestión de ir metiendo más animadoras y más baloncestistas para dar mayor espectacularidad al número coral de cierre, con la protagonista abusando de una coreografía patosa que deja de tener gracia al segundo movimiento en falso.

El éxito que ha tenido la película en los Estados Unidos se explica porque allí la monologuista televisiva Amy Schumer es muy conocida, y encima ha escrito un guion que se desarrolla en el ambiente deportivo neoyorquino, porque salen muchos jugadores famosos, sobre todo de baloncesto, con LeBron James a la cabeza. También hay comentaristas deportivos, junto con cameos de estrellas de Hollywood que se suelen dejar ver por la cancha de los NY Knicks.

Si a Judd Apatow le ha salido su comedia más yanqui es debido a que Amy Schumer se siente muy identificada con la cultura de las barras y de las estrellas, ya que su físico es harto representativo de la media del país, con una cara que es como el pastel de manzana. Lo más interesante de ella consiste en su habilidad para el chiste verbal, cualidad que encaja dentro de la narrativa Apatow, que estudia la utilización de las bromas como antídoto contra la adversidad.