22 NOV. 2015 NBA Kristaps «Xalbador» Porzingis El letón ha pasado en cinco meses de recibir los abucheos de la afición de los Knicks, a que coreen su nombre después de 12 partidos. Arnaitz GORRITI ¿En qué se parecen Fernando Aire «Xalbador» y Kristaps Porzingis? Pues que los dos han conseguido, en vivo y en directo, cambiar la opinión del público soberano; de la pitada masiva a la aprobación mediante grandes aplausos y vítores. El 11 de junio de 1967, en la semifinal del campeonato de Euskal Herria de bertsolaris Xalbador recibía una pitada que duraba cinco minutos y medio por parte del público reunido en el frontón Anoeta. El de Urepel fue el elegido por los jueces para enfrentarse en la finalísima a Uztapide. Su respuesta humilde y sentida: Anai-arrebak, ez, otoi, pentsa / neure gustora nagonik, / poz gehiago izango nuen / albotik beha egonik; / zuek ezpazerate kontentu / errua ez daukat, ez, nik... / txistuak jo dituzue bainan / maite zaituztet oraindik! recibía una atronadora ovación de diez minutos, y quedaba grabada en la historia del bertsolarismo. El 25 de junio de 2015, en el Barclays Center en Brooklyn, los Knicks de Nueva York elegían con el número 4 del draft a Kristaps Porzingis, provocando una monumental pitada por parte del público, en su mayoría aficionados vestidos con camisetas de los Knicks. Periodistas como Stephen A. Smith –tan periodista como showman que, incluso en la noche del draft, tenía el cuajo de reconocer que, en pleno 2015, jamás había visto jugar al letón– ponían el grito en el cielo y pedían poco menos que la cabeza de Phil Jackson, manager general de los Knicks. «¡Hemos tirado la parte final de la Liga, todo para no lograr el número uno del draft y fichar a un jugador que, con suerte, tal vez aporte algo a la franquicia en dos o tres años!», espetaba. «No soy como Shawn Bradley» La pretemporada no fue el mejor escaparate para este letón que es capaz de hablar inglés con fluidez y español con acento andaluz, después de sus años en Sevilla. Ganó cinco kilos de músculo, dio buena imagen en la pretemporada, pero se tuvo que comer con patatas la afirmación del «Maestro Zen» Jackson cuando dijo que «Porzingis tal vez sea demasiado alto y, como le pasaba a Shawn Bradley –un pívot germanoamericano de 2,29 metros que jugó en Philadelphia, New Jersey y Dallas–, no pueda llegar a explotar todo su talento». «No soy como Bradley», replicaba casi asustado un Porzingis que, pese a la airada reacción neoyorquina, recibía la comprensión de todo un Carmelo Anthony, que pasaba de sentirse «traicionado por Phil Jackson» la noche del draft –algo que desmentía– a ofrecerse a ejercer de «hermano mayor» de Kristaps. «Es un tipo con los pies en la tierra, una persona humilde. Creo que tiene algo especial y tiene que estar aquí. Nueva York en su lugar. Este chico puede ser importante para el equipo», declaraba sobre el jugador letón la estrella de los Knicks, al tiempo que su entrenador, Derek Fisher, reconocía «ciertas similitudes» entre el carácter de Porzingis y su excompañero en los Lakers Pau Gasol. «Kristaps es el mismo tipo de hombre en términos de un buen compañero; disfruta trabajando duro y realmente quiere ser el mejor», advertía. «Sky’s the limit» Las palabras están bien, pero en Nueva York ya saben lo que es confiar su franquicia a un europeo larguirucho... y que decepcionó. Se llama Andrea Bargnani, y ejerce de sospechoso habitual pese a su talento. «No pidáis mucho más para su debut. Ha estado muy bien», declaraba Carmelo Anthony sobre su compañero el primer partido de la temporada: 16 puntos y 5 rebotes, pese a firmar un 3 de 11 en tiros de campo, en el triunfo por 122-97 ante los Miwaukee Bucks. Desde luego que no estaba mal. Hasta que llegó el pasado día 17, el duodécimo partido de Liga Regular. Este letón nacido en Liepaja el 2 de agosto de 1995, y que mide 2,21 metros –en realidad, 2,17– firmaba 29 puntos y 11 rebotes, la mejor anotación de un rookie en lo que va de campaña, y el primer jugador de los Knicks capaz de superar los 25 puntos con 20 años. Los Knicks ganaron a Charlotte por 102-94. «¡Por-zin gis! ¡Por-zin gis! ¡Por-zin gis!» gritaba a su «Xalbador» la misma afición que, cinco meses antes, abucheaba al jugador. «Porzingis es el futuro y lo es ahora», rectificaba Stephen A. Smith. «Este es solo el primero de sus partidazos», sentenciaba Carmelo Anthony. Por ahora, Porzingis promedia 12,4 puntos y 8,4 rebotes, pero sus camisetas con el número 6 vuelan; es el Zingsanity. Y todo un Dirk Nowitzki lo admira. «Tiene tacto de balón. Puede botarlo; es duro; es muy alto; es atlético... Sky’s the limit».