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DESDE LAS GAteras del callejón

¿Hacia la robotización del encierro?


La primera señal de alarma llegó en la Feria de Fitur de 2009, donde un simulador de realidad virtual permitía a los asistentes vivir la experiencia del encierro. Uno de esos vídeos ya ha tenido 86.000 visualizaciones en internet. Tiene la gran ventaja de que los toros no te pueden cornear, pero eso es como bañarte virtualmente en aguas del Caribe y consolarte con que los tiburones no pueden comerte crudo.

Luego llegaron los estudios de ilustres médicos de la Clínica del Opus, que colocaron chips a un mozo y llegaron a la conclusión de que correr en el encierro dispara la frecuencia cardiaca en unos pocos segundos. Elemental querido Watson. Si te haces un corte en el dedo con un cuchillo, seguramente te saldrá sangre enseguida. Lo milagroso sería que te baje la frecuencia cardiaca si te colocan en la zona de paso de seis torazos con un par de pitones que te pueden mandar al otro barrio en un tistás.

Más tarde llegó la cámara térmica, esa que te muestra en color rojo más intenso los puntos más calientes de la carrera. Y ahí surgen las incómodas preguntas: ¿qué aporta?, ¿qué utilidad tiene?, ¿quién saca tajada de ese tipo de inventos?, ¿quién puede responder a lo anterior?

Y el remate llegó ayer. El conejillo de indias fue el célebre Miguel Araiz, más conocido como «Rastrojo», que lleva 44 de sus 62 años portando la vara de pastor. Le colocaron unos chips de última generación y le midieron no solo la frecuencia cardiaca durante la carrera, sino también las pulsaciones, la distancia que recorrió a partir de cierta velocidad, las calorías que quemó e incluso los pasos que dio tras los toros. ¿Y? No hay dos encierros iguales, como tampoco hay dos corredores iguales o dos pastores iguales. ¿Sirven para algo esos datos? ¿No están robotizando el encierro? Acabarán colocando chips a los toros.