12 AGO. 2016 natación Un relevo a propulsión Una sensacional última posta de Ledecky le daba a los Estados Unidos el oro en el relevo 4x200 libre.Belmonte logró su ansiado oro olímpico en los 200 mariposa. Balandin y Chalmers, dos oros de juventud. Arnaitz GORRITI Australia arrancaba la última posta del relevo 4x200 metros libre femenino con 89 centésimas de ventaja respecto a los Estados Unidos. Pero las norteamericanas no se daban por vencidas, porque su último relevo lo iba a dar Katie Ledecky, nadadora que conquistaba su tercer oro y quiere más. Ledecky no reparó en esfuerzos salvo, quizás, en su tercer largo. Porque tras el primero, Australia solo aventajaba a los Estados Unidos en 30 centésimas, y de regreso, el cuarteto estadounidense sacaba seis décimas a las aussies. Nada de regular ni de ir remontando de a poco. Katie Ledecky se puso a nadar y parecía que lo hiciera a propulsión. Por eso, que tras la tercera piscina y a falta de 50 metros, los EEUU tuvieran una renta de solo 8 décimas respecto a sus rivales era casi sorprendente, aunque un poco menos cuando, tras el largo final, las norteamericanas sentenciaban la carrera con 1,50 segundos sobre Australia y 2,36 respecto a Canadá, medallas de plata y bronce, respectivamente. Un sueño en tres centésimas Antes del recital de Ledecky, hubo tres finales más, con dos oros jóvenes y una confirmación. La confirmación fue la de Mireia Belmonte, logrando su ansiado oro en los 200 metros mariposa, después de un final apretadísimo con la australiana Madeline Groves, que precisó tres centésimas más. Belmonte aguantó la fuerte salida de Groves y se puso en cabeza en el tercer largo. Pero la aussie, que por algo –según ella misma dice– tiene de apodo «perro rabioso», no se rindió, a lo que hubo de añadírsele el potente final de la japonesa Natsumi Hoshi. Pero la badalonesa aguantó y logró un oro que soñó hace cuatro años y que, tras la plata de Londres, pudo refrendar en Río de Janeiro. Las finales masculinas, por su parte, fueron un canto a la sorpresa. En especial el oro que conquistaba el kazajo Dmitry Balandin en los 200 metros braza desde la calle ocho. Balandin, a sus 21 años, aguardó su momento, que no llegó sino en el último largo. Con seis nadadores en medio segundo de lapso, el japonés Koseki llevó el peso de la prueba, pero se vino abajo en el largo final, al tiempo que Balandin y el estadounidense Prenot avanzaban. Al final, fue el kazajo quien se colaba de rondón en una fiesta en la que, en principio, no tenía invitación. El ruso Anton Chupkov también tuvo su recompensa, en su caso el bronce. El ruso comenzó el último largo en última plaza, pero logró alcanzar el podio, latrociniándoselo a última hora al británico Williams. La prueba de los 100 metros libre masculina fue la cuarta en discordia, aunque sea una de las pruebas reinas de la natación. A pesar de sus 18 años, Kyle Chalmers demostró estar preparado para los eventos de máxima exigencia y se llevó con relativa holgura –22 centésimas respecto a la plata– una medalla de oro sorprendente a todas luces. Chalmers cimentó su triunfo en los segundos 50 metros, ya que debió remontar desde la séptima plaza. El estadounidense Nathan Adrian, vencedor en Londres 2012, se debió conformar con la medalla de bronce. Michael Phelps espera, con la final de los 200 estilos, engordar más su leyenda Katie Ledecky quiere fagocitar todas las pruebas de natación. De hecho, en las semifinales de los 800 metros libre, la estadounidense batía el récord olímpico de la prueba, al tiempo que aventajaba en más de seis segundos y medio a la segunda clasificada. ¡Casi nada! Pero antes de la final de esta prueba, que será mañana, hubo cuatro finales más anoche. Y la reina fue para los 200 metros estilos, en el enésimo duelo entre Michael Phelps y Ryan Lochte. El «tiburón de Baltimore» buscaba su 26ª medalla, y a ser posible la de oro, ya que parte con el mejor tiempo en semifinales. Y ya se sabe lo que pasa cuando un tiburón huele la sangre. Para abrir boca antes del duelo entre Phelps y el resto del mundo, llegaba en primer lugar la prueba de 200 metros braza femenino, con la australiana Taylor McKeown partiendo con el mejor tiempo, siendo la única en bajar de los dos minutos y 22 segundos. En los 200 metros espalda masculinos, el ruso Evgeny Rylov salía por la calle cuatro, pero el australiano Mitchell Larkin y el estadounidense Jacob Pebley le pisaban los talones. Los 100 metros libre femenino cerraban la noche. La australiana Cate Campbell era la única en bajar de los 53 segundos en semifinales, pero las nadadoras tendrían algo guardado para la final.A. G.