Últimas voluntades de un cineasta atrapado en un sueño fuera de la realidad

La pareja de cineastas canarios formada por Dunia Ayaso y Félix Sabroso empezó en el cine de modo totalmente coyuntural dentro de la llamada comedia petarda, para encontrar después un estilo más libre y personal en títulos como “Descongélate” (2003), la serie televisiva “Mujeres” (2006), “Los años desnudos” (2008) o “La isla interior” (2009). Preparaban juntos su nuevo proyecto cuando el fallecimiento de Dunia golpeó a Félix que, lejos de abandonar la película, decidió terminar de escribirla, para dirigirla ya en solitario. El resultado es un homenaje a la compañera ausente que ha sorprendido a todo el mundo por su sentido del riesgo, llevando sus ideas sobre el cine mucho más lejos de lo que nunca lo habían hecho.

Este ejercicio metalingüístico, va en efecto más allá del consabido juego del cine dentro del juego, forzando la compleja relación entre realidad y ficción dentro de un único escenario, mediante las constantes transformaciones de un reparto coral que derrumba la cuarta pared, al sacar la representación interpretativa fuera de sus límites.

Es un experimento que no admite término medio en la reacción del público, porque provoca en la misma medida la aprobación como el rechazo. El hecho de contar con rostros conocidos en el cartel actúa como arma de doble filo, pues siempre habrá quien espere otra cosa de actores y actrices popularizados por la televisión y el cine de consumo.

Javier Cámara es el director de cine moribundo que da las últimas indicaciones a su guionista, papel que recae en el humorista Julián López. También está presente Candela Peña, que hace de su actriz preferida, o Pilar Castro como su esposa. Carmen Machi y Secun de la Rosa dan vida al servicio doméstico. Todos llevan pelucas para formar parte de un laberíntico espectáculo entre la vida y la muerte, que se supone es la película final.