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Entrevista
ELI PINEDO
EXJUGADORA DE BALONMANO

«Con el balonmano he progresado como persona, ese es mi éxito»

Es una de las deportistas vascas más laureadas, pero más que con los trofeos Eli Pinedo se queda con haber ayudado a que haya «niñas que se ilusionen, que quieran jugar a balonmano y quieran ser guerreras el día de mañana».


Nada más terminar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro Eli Pinedo anunció su retirada. Fue la última competición en sus 17 años como profesional. Atrás quedan 14 títulos a nivel de club y cuatro medallas con la selección estatal, pero también otros valores que no se miden en metal.

¿La cruel derrota en los Juegos Olímpicos ha sido la clave para la retirada?

No, no. Lo tenía ya meditado desde mucho antes de los Juegos Olímpicos, para entonces ya lo tenía pensado. Lo que pasa es que durante los Juegos Olímpicos y durante la preparación en verano intenté olvidarme de ello y centrarme en la competición para poder competir al máximo nivel hasta el final.

Ha decidido dejarlo aun estando en plena forma. ¿En este mes y medio posterior ya ha echado en falta la dinámica de estar en un equipo?

Sí he echado en falta algo, es imposible no hacerlo. Pero tanto como tener «mono», no. Estaba muy mentalizada y me apetecía empezar esta nueva etapa con mucha energía. De ahí también que haya tomado la decisión ahora y no más adelante.

Se ha mudado a Madrid. ¿Ciudad nueva, vida nueva?

Sí, totalmente. Pero vengo cada dos por tres a Donostia o Amurrio para estar con la familia, porque amo mi tierra. Ya tres semanas seguidas en Madrid, sin venir a casa, se me hacen largos.

Madrid, ¿por temas laborales o por que le gusta la ciudad?

Por ambos motivos. Pero es verdad que la central del proyecto London 717 la tenemos allí, con toda la ropa, y Bea Fernández [también exjugadora de balonmano y co-creadora del proyecto] también vive allí. Y esa ha sido una de las razones. Pero reconozco que hace algo más de dos años me planteé que el día que dejase el balonmano, iba a venir aquí. Pienso que es una ciudad que tiene mil posibilidades profesionales, culturales y de todo. Me apetecía probar, pero sin separarme mucho del mar y de mi tierra.

Empezó su trayectoria profesional en 1999 y ha jugado durante 17 temporadas en la máxima categoría. ¿Qué cambios ha ido notando en este tiempo?

Muchos. Empiezas siendo una niña, sin entender casi lo que es el balonmano profesional porque llegas de unas categorías inferiores donde el deporte es una herramienta de disfrute que compartes con tus amigas. Y de repente saltas a profesional y te das cuenta que la exigencia es muchísimo mayor. Es algo más serio, requiere mucha disciplina.

Luego, durante esos 17 años he podido conocer muchos tipos de balonmano: Valencia, Dinamarca, Estella… Son diferentes balonmanos, diferentes entrenadores... que han sido también herramientas de vida para mí. Haber vivido tantas culturas y diferentes equipos yo creo que me han ayudado a progresar mucho como jugadora y como persona. Y ese ha sido el éxito de mi carrera deportiva.

17 temporadas y siempre identificada con el dorsal 17. ¿Casualidad?

Habrá sido casualidad, pero es una forma bonita de terminar. Acabar jugando 17 temporadas cuando el 17 es mi número de dorsal… Parece que ni a posta, pero sí, ha coincidido así.

Además del tiempo, ¿qué sacrificios ha debido hacer Eli Pinedo para mantenerse siempre en máximo nivel?

Hemos tenido años duros. Digamos que la crisis tocó fuerte en su día al balonmano femenino y habido que emigrar a Europa o buscarse un poquito la vida para seguir compitiendo al máximo nivel. Aparte de tener que marchar fuera, lo único que me duele o lo que he sacrificado para desarrollar mi carrera deportiva ha sido estar lejos de los míos, de mí familia. He estado muchos años lejos para poder competir en el máximo nivel y desarrollar mi carrera bien.

Jugó en Dinamarca durante una temporada. ¿Cuál fue la causa para volver a Bera Bera?

Sobre todo me apetecía estar cerca de los míos. Tuve la oportunidad de seguir allí [Odense], incluso en otro club de más nivel, había sido un año increíble y a nivel deportivo me salieron bien las cosas. Pero yo tenía claro que tenía que valorarlo todo, no solo el tema económico o estar compitiendo al máximo nivel. Me apetecía volver a mí casa, a Bera Bera, estar cerca de los míos y poder disfrutar de más cosas en la vida.

Al final, ¿termina cansando tanta exigencia?

Yo siempre digo que para mí ha sido un auténtico privilegio poder disfrutarlo, jugarlo y durante tantos años en este nivel. Duro no ha sido, porque siempre digo que he hecho lo que he querido, con pasión y encima he disfrutado de ello al máximo.

Es verdad que físicamente va cansando y según te vas haciendo mayor vas notando el cansancio más. Y psicológicamente, hay momentos muy duros en la carrera deportiva. Con los años he aprendido a saber encajar las derrotas o a gestionar temas personales que puedas tener y seguir compitiendo al máximo nivel. Lo vas haciendo, pero es complicado.

Su retirada se ha juntado con la de Matxalen Ziarsolo, otras de las jugadoras con más experiencia del Bera Bera. ¿Cómo ve al equipo ahora?

Yo al equipo lo veo muy bien, lo veo al nivel que tiene que estar. Esas jugadoras como Alba Menéndez o Esther Arrojeria, que antes eran como las jovencitas del equipo y que igual relegaban la responsabilidades al estar Matxalen y yo, son las que tienen que coger ahora el testigo. Creo que lo están haciendo maravillosamente bien y estamos seguras de que el cambio no se va a notar.

Eli Pinedo continúa siendo una referencia principal para las jugadoras más jóvenes. ¿Esa es la muestra más clara del buen trabajo?

No sé si la más clara, pero sí es la más bonita y la más gratificante para mí. Ver que las más jóvenes puedan reflejarse en ti o que te tengan cómo referente es algo que yo no tenía cuando era pequeña, entonces no había apenas referentes femeninos. Si en algo he ayudado a que esas niñas se ilusionen, que quieran jugar al balonmano y que quieran ser una guerrera el día de mañana, pues será el regalo más bonito que me llevo.

En su palmarés se pueden encontrar 14 trofeos y cuatro medallas. Pero, ¿alguna espina clavada también?

Más que espina clavada, siempre me quedaré con la cosa de que nunca llegó la medalla de oro. Tengo dos platas y dos bronces, aunque también puedo decir que el oro es de burgueses y yo no pertenezco a esa clase social [ríe]. En serio, estoy muy satisfecha con mi palmarés; que se cumplan algunos de los objetivos y sueños es algo maravilloso.

Ahora está inmersa en el mundo del periodismo deportivo. ¿Cree que su aportación ayudará a impulsar el deporte femenino, y el balonmano en particular?

Ojalá. Yo voy a seguir dando guerra desde fuera intentando dar a conocer este mundo, que la gente conozca el balonmano femenino mejor y las jugadoras que hay.

¿Y el futuro más cercano por dónde casa? ¿Totalmente fuera de las canchas? ¿Seguir con London 717?

Volver a las canchas, quizá en modo de campus con las más pequeñas o cosas de ese estilo sí que tengo en mente, pero como entrenadora no lo he pensado nunca. Mi futuro más próximo es trabajar un montón con la marca de ropa ecológica London 717 y luego el balonmano, paralelamente, no lo voy a dejar. De alguna manera u otra siempre me van a salir cosas. Sigo yendo a entrevistas o actos que giran en torno al balonmano femenino y de esa manera voy a seguir luchando por los derechos que nos corresponden.