21 FEB. 2017 CRÍTICA «La Gran Muralla» Cuando Hollywood intenta domesticar el género wuxia Koldo LANDALUZE Este intento descarado por parte de Hollywood de seducir al espectador sirviéndose de las claves del género wuxia, es muy similar a aquellos westerns estadounidenses que pretendían plasmar sin acierto el estilo inimitable que Sergio Leone imprimió a los llamados “Spaghetti westerns”. En esta oportunidad, lo que se muestra en la pantalla no es más que un efecto visual que pierde su fuerza e impacto inicial por culpa de una trama que naufraga en cada una de sus pretensiones. Dejando a un lado el disparate orquestado por un equipo de guionistas que incluye a Tony Gilroy y que se inspira en una historia que tiene muy poco de oriental porque entre sus firmantes impera la mirada occidental liderada por Edward Zwick. Teniendo presente que de lo que se trata es de potenciar lo fantástico ya que los motivos que inspiraron la construcción de la Gran Muralla parece que no son los suficientemente espectaculares para la Industria estadounidense, el filme se revela como una lujosa caja de bombones en la que el cineasta Zhang Yimou se las ve y desea para aportar algo novedoso dentro de los parámetros de las «espadas voladoras» y se limita a cumplir con un encargo millonario mediante un estilo en el que vuelven a predominar los colores vistosos, las coreografías mecánicas de los ejércitos y algunas secuencias de gran impacto que son rápidamente eclipsadas por un agotador surtido de efectos digitales. Dentro de este centrifugado de imágenes tan solo merece la pena destacar la espectacular y suicida defensa de las lanceras que son descendidas por la muralla para enfrentarse al ejército de bestias. En cuanto al reparto, si bien puede resultar interesante la inclusión de intérpretes occidentales, todo se resume en la constante cara de despiste que luce Matt Damon en mitad de esta especie de “Circo del Sol” en formato Nintendo.